Por Rafael Matos Féliz
El título rimbombante
de esta entrega tiene su razón en el hecho de que en la conceptualización de
muchas personas, incluyendo personas trabajadoras y de sano vivir, se ha
orquestado una construcción de conocimientos, que refiere que si se vive en la
miseria, cualquier “aporte”, de la índole que sea y con las consecuencias que
sean, debe ser bien recibido.
Este paradigma
miserable, en República Dominicana, es manejado por los apologistas de la
politiquería y del “buscavidismo”, llegando
al extremo de establecer como
“verdad subjetiva”, que hay que
buscársela, pues el mal comío no piensa. Al parecer queriendo decir, que lo
que se tiene que hacer es “jartarse siempre y a como dé lugar”.
Lo bueno de todo este
aberrante criterio, es que los mejores y más grandes científicos y pensadores
que conoce la humanidad hasta nuestros días, no
tuvieron la desgracia de tener a sus lados a estos miserables apologistas,
pues de seguro que les habrían desgraciado la vida para siempre.
A los
Bernoulli (que vivieron en la miseria casi toda su vida) se les conoce como la
familia de genios que más aportes ha hecho al conocimiento de la humanidad. Por
su parte, Isaac Newton, Carl Gauss, Pitágoras, Benjamín
Franklin, Albert Einstein, Nikola Tesla, Leonardo DaVinci, Thomas Edison y
muchos otros, tienen en común que fueron vegetarianos y sus comidas eran
bastantes discretas, basadas en cereales, frutas, verduras y frutos secos. Es decir, no
pensaban con el estómago, como nuestros amigos dominicanos.
Por todo lo antes
señalado, me pregunto ¿De dónde sacaron los que tienen el estómago convertido en
cerebro, su miserable afirmación? ¿Estudiaron la historia de la humanidad y a
los científicos del mundo? ¿o tienen el cerebro carcomido por los gérmenes
putrefactos de la ignorancia y la Era de Trujillo?
Me tomo el
atrevimiento de contestar las preguntas planteadas, dejando el espacio abierto
a cuantas respuestas puedan dar los lectores, o a los que les quepa el traje que
acabo de diseñar.
Trujillo, en nuestro
país, se encargó de crear un ejército de lambones y de miserables, que lo único
que hacían era darle loas al jefe y convertirlo en el “Padre de la Patria
Nueva”. Mientras Trujillo asesinaba, torturaba, despojaba y desterraba a todo
aquel que se oponía o se creía que no estaba de acuerdos con sus desmanes y su despotismo.
Como contrapartida a
estos crímenes, se le hacía creer al pueblo sencillo y trabajador que Trujillo
era el “Benefactor de la Patria” y que en él estaban cifradas las esperanzas de
una mejor vida. Cada vez que el tirano llegaba a los pueblos del interior, en
los balcones de las fortalezas o del local del Partido Dominicano, Trujillo
tiraba al aire muchas papeletas de un peso y algunas de cinco y de diez pesos, y
la muchedumbre se abalanzaba sobre el dinero y al final se escuchaba ¡VIVA TRUJILLO!
De esta manera se
mantenía al pueblo en la más abyecta ignorancia y miseria y se le hacía creer
además, que si pensaba en contra del Jefe, eso era malo y entonces se colocaba
en una situación muy desventajosa. Así se creó un régimen de terror, de muerte
y desapariciones misteriosas.
Hoy, salvando la
distancia, los que tienen el cerebro en el estómago se están encargando de
reeditar esa era de horror y de oprobio, con la diferencia de que hoy la
conducción del pueblo es hacia “oye loco, búscate lo tuyo que hay muchos que están dando cuartos y a esos hay que
rendirles honor y pleitesía”. Según los apologistas del buscavidismo, lo
mejor es prostituirse, pues el que da quiere que le den a cambio otro bien que
no tiene. Ahora como antes, la degradación moral tiene sus cantores y poetas.
¿Ustedes han visto al diablo?
Aquí en Barahona
estamos viendo a muchos ¿ciudadanos? montados en el tren del dinero fácil y del
soborno. Estos señores no paran mientes en defender a los que los han comprado
por un plato de lentejas e incluso en asumir en contra de la población todas
las iniquidades, con tal de estar del lado de su amo y señor.
¿Hipócritas?, ¿Perversos?,
¿Prostituidos? ¡Líbrame San Claralampio de tener estos pensamientos!
Lo que más se
aproxima a mi mente es que se quiere un pueblo con baja autoestima, bajo el
terror de la miseria, cuando en realidad esos apologistas y sus amos nunca
querrán que eso termine, pues mientras haya miseria estos señores tienen su
mejor caldo de cultivo para crecer, desarrollarse y seguir viviendo sobre las
costillas del pueblo trabajador.
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