25 de enero de 2025

El Alcohol y Yo

Por José D. Sánchez

Mi consumo de alcohol no obedece a ninguna necesidad física ni mental, sólo es placer y mutuo consentimiento, con un objeto siendo el sujeto. 

Sencillamente antojo y gozo.

Hacía uso de la bebida muy esporádicamente hasta 1985, cuando un episodio cambió radicalmente mi existencia, considero saludable y válido hacer mención del mismo.

Hasta el 25 de febrero de 1985 pertenecí a una organización política de izquierda que era mi vida y mi sueño, la profesión la ejercía de cuando en vez y no tenía la mínima intención de abandonar los trabajos políticos para dedicarme a la ingeniería o al magisterio, mí única meta era ser un cuadro político.

Prácticamente, 18 horas de cada día, los 7 días de la semana, los utilizaba en labores políticas, pero en la fecha mencionada anteriormente presenté mi renuncia a ése partido, lo que trajo como consecuencia que el 26 de febrero de 1985, amanecí con las 24 horas disponibles, sin responsabilidades, sin nada que hacer, sin reuniones, sin ganas de escribir faltando ése motivo, sin orientador y también sin nadie a quien orientar.

Estoy más que convencido de que la magnitud de ésta situación sólo la entenderán todos aquellos que sé han visto atrapados en ésa coyuntura o en otras parecidas.

Con el alejamiento de ésas ocupaciones vienen las desviaciones.

Espero ésta confesión motive a otros a escribir sus experiencias.

En compañía del alcohol he transitado por dispares y disímiles caminos, éxitos, fracasos, vergüenzas, fiestas, amores, dificultades, roturas, abandonos, amistad, compañerismo, penas, agravios, ofensas, quiebras, riquezas, carencias, abundancias, ignorancia, inteligencia, pérdidas de trabajos, peleas, confidencias, secretos, accidentes, prisión y casi muerte.

El transitar por tan sinuosos caminos me dotó de amplios conocimientos para entender y no juzgar las desorientaciones cometidas por otros en distintas direcciones, con un destino jamás beneficioso ni honorable.

No voy a hacer defensa, apología ni mucho menos caeré en justificaciones, me juzgo y me declaro culpable sin apelación, sin pretextos, no hay excusas.

Desde aquel lejano día ha sido mi compañero en ése trajinar, a veces sin rumbo pero siempre consciente, aunque no lúcido, producto de beber sin freno, siendo esclavo de algo que le dicen "seguidilla".

De todos ésos sucesos y acontecimientos, soy el único y exclusivo responsable, nadie me obligó, nadie me puso un arma en la cabeza, por el contrario, demasiados han sido los buenos consejos para que aminorara, parara, abandonara o dirigiera mis pasos por otra vereda, sin alcohol o consumo moderado del mismo.

Aunque a nadie hice caso, agradezco a todos.

Hoy que mi organismo y el alcohol transmiten en frecuencias diferentes, me encuentro en la encrucijada de seguir, aminorar, sucumbir, vencer o morir.

En éste proceso tampoco escucharé voces y seré una vez más quien realice y tome la peculiar decisión del rumbo a seguir de aquí en adelante.

Quien me entró en esto es quien tiene que sacarme.

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