Por Clemente Terrero
En un artículo anterior, enfatizamos que una causa es un objetivo que se quiere alcanzar, algo que se considera importante en la vida. Es una meta, una aspiración por la que se lucha hasta el final.
Para mantener la lucha por una causa, es importante tener suficiente fuerza de voluntad para poder tener la fuerza de seguir adelante detrás de lo que se quiere, de alcanzar el objetivo.
Todo el que asume una causa debe además, tener la confianza de que se trata de una gesta justa, que conmueva su conciencia, para mantenerse firme a pesar de las dificultades que se presenten en el camino.
Es necesario tener la plena convicción de que la causa es realmente posible, que no es una ilusión, que no se está perdiendo el tiempo, que se puede lograr si se hacen las cosas bien.
Hay que mantener vivo en la conciencia de la gente, que la viabilidad de la causa depende de que sus integrantes marchen en la misma dirección, que se trabaje en equipo y de que se mantenga la unidad interna.
Los defensores de la causa tienen que ser coherentes en su discurso para conseguir el apoyo que necesitan. La incoherencia le resta fuerza a la causa. La gente deja de creer en los individuos que un día dicen una cosa y otro día dicen otra.
La falta de compromiso hacia la causa es fatal. El incumplimiento, la impuntualidad, debilitan los mejores proyectos de intención. Hay gente que se compromete de palabra, pero no en los hechos. En los incumplidores no se debe confiar, se pasan la vida prometiendo y engañando.
La mística en el trabajo es algo que logra calar en la conciencia de la gente, generando una valoración positiva. Los que son parte de una causa deben ser ejemplo de trabajo, no deben tener faltas graves, no deben tener excusas, todo lo contrario, deben estar siempre presente y dar la cara. Si no se cumple con la labor que le corresponde, la causa estará perdida.
La integridad es ser correcto, hacer las cosas bien y combatir sin temor la mala práctica y la corrupción en todos los espacios, en todos los escenarios y en todos los momentos. La ética da y quita poder. La transparencia en estos tiempos tiene mucho valor y es tomada muy en cuenta por la gente sensata.
La Lealtad, es apego a la causa, cuando no hay lealtad la causa está perdida, desde el inicio mismo del proyecto. Enseñar a ser leal debe ser un proceso de fortalecimiento de la conciencia de cada uno los integrantes de la causa.
La traición es un acto repugnante, repudiable e intolerable, se tiene que ser leal en las buenas y en las malas. Ser leal a los compromisos, a los principios, a los valores, a los compañeros, a la organización, al pueblo y a la causa. La lealtad es sagrada. Por el bien de la causa hay que salir temprano de los traidores.
Luchar por una causa perdida, es perder la causa y perder tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.