“La Cultura Dominicana. Momentos Formativos” sobre los orígenes y el leitmotiv de la dominicanidad, califica como un aporte de primer orden a nuestro desarrollo turístico.
Por Juan Llado
Excluyendo a los premiados escritores de la diáspora Julia Alvarez y Juniot Diaz, posiblemente sea fácil reconocer que la figura literaria más trascendente de nuestra actualidad nacional es Marcio Veloz Maggiolo. Sus obras reflejan, parcialmente, la enjundia que dimana de su arraigada prosapia de antropólogo y arqueólogo. Dicha actividad le ha permitido también hacer aportes sobre la cultura dominicana que tienen trascendencia turística. Su más reciente que así califica es la monumental obra titulada “La Cultura Dominicana. Momentos Formativos” (Editorial UNIBE, 2012).
La relevancia turística de esta obra se deriva del interés de nuestro destinoturístico por aplicar una estrategia de mercadeo fundamentada en su diferenciación de los demás destinos. Tal estrategia debe tener como objetivo apelar mejor al mercado adaptándose a las necesidades de los diferentes segmentos y estimular en la mente del cliente la preferencia por el producto turístico dominicano. Destacando los rasgos singulares del producto turístico le creamos al turista potencial una percepción del mismo que lo distinga claramente de la competencia de otros destinos de sol y playa.
Sin embargo, los rasgos físicos de estos destinos, especialmente en la región del Caribe, son casi iguales y eso no facilita la diferenciación. Para lograr esa diferenciación es posible y deseable recurrir a los rasgos culturales porque cada país es único en ese sentido. Así, el conocimiento cabal de nuestra cultura es un recurso y prerrequisito de diferenciación. De ahí que el escrutador retrato que hace Veloz Maggiolo en la obra citada sobre los orígenes y el leitmotiv de la dominicanidad, califica como un aporte de primer orden a nuestro desarrollo turístico.
Abrevar en esta fuente es indispensable para
delinear la fisonomía cultural que debemos presentar a nuestros visitantes
extranjeros durante su estadía y para orientar bien la “promoción
institucional” del destino. Esta última es la que patrocina el Ministerio
de Turismo a través de sus actividades comunicacionales (publicidad, relaciones
públicas, gestión de ventas, presencia en eventos del comercio de los
viajes). La inserción en esa promoción de los rasgos culturales de
nuestro destino que podrían atraer visitantes es la tarea a realizar.
Pero resulta arriesgado proyectar rasgos
culturales que no tienen el mismo poder de atracción que los elementos de sol y
playa. Para que esa promoción pueda hacer un uso efectivo de los rasgos
culturales sería preciso tener definida la “marca país”, asumiendo que esta se
fundamente en ese tipo de recurso. Como no ha sido definida, los rasgos
culturales tendrán que seguir jugando un rol secundario –y complementario-- en
nuestra promoción institucional.
Donde el rol de los rasgos culturales debería
ser prioritario es en la tarea de diseño del producto turístico. Es
decir, nuestros atractivos y amenidades culturales deberían ser una parte
activa y dinámica de la oferta que presentemos a los visitantes durante su
estadía. Las autoridades han hecho esfuerzos por integrar la oferta
cultural a la oferta del destino y de hecho el Ministerio de Cultura produjo,
en el 2008 y con el apoyo de la Universidad de Barcelona, el “Proyecto de Estrategia Nacional de Cultura y
Turismo”. Previamente, en el 2006 la consultora
española THR había elaborado el “Estudio
del Destino Turistico de Santo Domingo” y su estrategia de reforzamiento de los
atractivos dependía mayormente de los atractivos culturales. Pero
esos antecedentes han sido en vano porque los planes no se han implementado y
el modelo del “todo incluido” no ayuda al fácil acceso de los turistas a esos
atractivos y amenidades.
En los hoteles del “todo incluido”, los cuales
son mayoría, los turistas viven una exposición marginal a nuestra
cultura. Es principalmente a través del programa de actividades y
animación que se les expone a algunos de nuestros rasgos culturales,
principalmente la música y el baile, pero también ven algo de nuestra artesanía
y tienen comunicación con los empleados. Son muchos los turistas que
salen de los hoteles para hacer excursiones de varias horas o de un día completo,
pero las excursiones muestran más nuestros rasgos físicos que los
culturales. Por suerte, la Autovía El Coral ya permite que miles de
turistas alojados en hoteles de Bávaro-Punta Cana visiten nuestra Ciudad
Colonial en excursiones.
Lamentablemente, existe una tendencia
creciente a internacionalizar los programas de animación de los hoteles “todo
incluido”. En los shows, la música y el baile se incorporan elementos
extranjeros que no ligan con nuestra cultura pero si apelan a los gustos y
preferencias de los turistas. Según reportes informales, en el Este del
país hay algunos hoteles que han contratado empresas extranjeras de animación
para complementar los aportes de los jóvenes animadores nacionales. Esto debe
mover a gran preocupación porque es una señal inequívoca de transculturación
negativa que en nada ayuda a la diferenciación de nuestro producto turístico.
Mientras el “todo incluido” siga dominando la
oferta hotelera del país la animación seguirá jugando un papel fundamental en
los niveles de satisfacción de los turistas. Aunque en tiempos
recientes la animación de esos hoteles se ha tornado más sofisticada, todavía
sigue dependiendo de unos recursos humanos (jóvenes) que no tienen
entrenamiento formal en esos menesteres. Algunas universidades
dominicanas incluyen la Animación como una materia en el pensum de la carrera de
Administración Hotelera, y existe hasta un libro de texto dominicano sobre el
tema (“Animación Hotelera” por Pilar Constanzo, Editorial UNIBE, 2009),
pero no hay un programa de estudios ni una credencial especifica.
Esa situación debe cambiar. Si queremos
profundizar la especialización turística del país tendremos que poner mayor
atención a la Animación por ser un elemento de complementación y
diversificación del producto turístico. A través de la Animación podremos
también ayudar a diferenciar el producto turístico. Pero para que esta no
se transforme en un amasijo de expresiones internacionalizadas y pueda nutrirse
de --y enriquecerse con nuestros rasgos culturales será necesario elaborar una
Política de Animación y crear una Escuela Nacional de Animación, tal y como la
tienen algunos países europeos. Mientras, la organización más formal de
la Animación se manifestará a través del componente de Animación que conlleva
el Programa de Fomento al Turismo que financia el BID para la Ciudad Colonial.
En la obra citada, Veloz Maggiolo provee una
visión de nuestros orígenes que revela la gran riqueza de nuestro acervo
cultural. Al comenzar explicando cómo llegaron nuestros indígenas a esta
isla, los diferentes modos de subsistencia, la absorción del europeo y del
negro, el mestizaje, el dibujo del criollismo y la hibridación cultural, la
obra sugiere que tenemos una fuente inagotable para extraer contenidos que
engalanen nuestra oferta cultural turística. Ahora falta que el MITUR,
las universidades y otras organizaciones sociales comiencen a tratar, en
eventos y convivios, la formal temática de como la cultura puede hacernos más
competitivos en el mercado turístico internacional. Debemos todos conocer
porque somos diferentes para poder dejárselo saber, con un “twist”, a nuestros
visitantes.
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