Por Tomás Aquino Méndez
Quieren ser buen oficial o un profesional. Unos van porque sus padres o tíos los indujeron, otros porque desean servir o porque allí encuentran un “ingreso seguro”. El problema de nuestra policía está en la raíz de su formación. La policía fue creada en 1936 para “preservar la paz” de Trujillo.
Por eso, la academia donde los FORMAN es un lugar de maltratos. Allí pasan hambre y sed. Se les irrespeta, golpea y humilla ante sus compañeros.
El castigo que reciben en ocasiones es tan fuerte, que muchos han muerto en ese proceso “de formación”. Hasta dormir en paz les es imposible. Otros han “desertado”, aun contra su voluntad. Llegan como jóvenes sanos y alegres. Salen monstruos con deseos de vengarse de todos.
Conozco amigos y parientes que llegaron a la academia con una visión de la sociedad y han salido transformados. Ahora que el presidente Abinader habla de cambios en esa institución, es momento para comenzar desde esa academia.
Erradicar desde su sede, hasta sus instructores, los métodos y mecanismos de enseñanza. Sustituir maltratos y “boches” por educación, amor y respeto a los demás. Enseñarles cómo lidiar con el ciudadano, como respetar y ganarse el respeto. Sacar el fantasma de Trujillo de esa academia. No importaran leyes, decretos, retiros masivos, resoluciones, cambio de nombre, ni palabras altisonantes. El cambio en la Policía debe ser desde la raíz, para hacer un organismo humano y confiable.
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