Por Tomás Aquino Méndez
En Barahona, las tierras siguen siendo en gran proporción del ingenio. Pero hoy ese ingenio no es del Estado como antes, se encuentra en manos extranjeras. Gente a las que no le tiembla el pulso a la hora de destruir pequeños cultivos de humildes obreros que, con el aval de autoridades anteriores, lograron hacerlos parir para completar el miserable salario que les paga el ingenio.
Lo que sucede HOY en el ingenio Barahona amerita intervención urgente del presidente Luis Abinader. La actitud y comportamiento de los actuales directores del CEA y el IAD no han bastado para frenar los atropellos en la zona. Hay que detener los desmanes que se cometen contra humildes trabajadores de las provincias Bahoruco, Independencia y Barahona. Se debe evitar que la sangre de esos humildes trabajadores tiña de rojo las aguas tranquilas del Yaque del Sur. El sudor de esos obreros hizo del ingenio Barahona uno de los más productivos, ayer y hoy. Esas tierras no fueron tomadas por la fuerza. Fueron cedidas para resarcir a esos hombres y mujeres entregados al cultivo, corte y tiro de la caña, hace muchos años. Ahora, con argumentos irracionales, se les despoja de esos predios y les destruyen los cultivos.
Esas tierras del ingenio, manejadas hoy por extranjeros, son de los dominicanos. Y como dice el emblemático poema de Pedro Mir: “Hay un país en el mundo, donde un campesino breve, seco y agrio, muere y muerde descalzo su polvo derruido, y la tierra no alcanza para su bronca muerte”.
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