Por José D. Sánchez
Un 20 de febrero de 1956 ve la luz por primera vez una organización política de izquierda en Cuba, sus pioneros le ponen el nombre de:
MOVIMIENTO POPULAR
DOMINICANO (MPD), luego sería conocido como las tres letras.
En 1960 llega a
la República Dominicana enarbolando la consigna de “LUCHA INTERNA O TRUJILLO
SIEMPRE”, comienzan los apresamientos y muertes de sus simpatizantes y
miembros, perseguidos por los calieses de Bala, los esbirros del SIM, al mando
del asesino patológico Jhonny Abbes García y todo el aparato represivo de la
tiranía.
En 1963 trata de preparar un movimiento guerrillero en una de las lomas de nuestro territorio.
En 1965 conforma
varios comandos que se integran a la lucha armada en LA GUERRA PATRIA.
Se realizó el
intento en San Francisco de Macorís y Santiago, dirigido por el MPD, de llevar
la revolución de abril a otras provincias fuera del Distrito Nacional.
En plena guerra de
abril entran en contradicciones los miembros de todas las organizaciones de
izquierda existentes y la gran mayoría llega a la conclusión que la única
organización que tenía la categoría de partido comunista de la clase obrera era
el MPD, se produce una reorganización de fuerzas, entrando a militar en este
partido, los mejores cuadros políticos de la época, lamentablemente también
llegaron los peores y los infiltrados de la derecha y del imperialismo.
Unos, hoy se
vanaglorian de su papel divisionista, a eso fueron enviados y era el objetivo y
fin de su labor de lacayos asaeteados por la derecha y sus jefes mediatos.
Otros andan por ahí
exhibiendo fortunas fabulosas cobradas por su servicio de traición.
Algunos trocaron
sus ideas por la visa del sueño y se atreven a rumiar un izquierdismo en la
panza del imperio, abrazados a la estatua de la libertad y pensando en dólares.
En pleno fragor de
la lucha en LA GUERRA PATRIA comienza la labor de orientación del CORONEL DE
ABRIL, quien sale de la contienda con la firme convicción de un cambio radical
en la forma de lucha por la emancipación de la República Dominicana del yugo de
la opresión interna y foránea.
Después de la
post guerra, el MPD se convierte en la única organización que podía canalizar la
rebeldía y el ímpetu de una juventud comprometida con las ideas de un mejor
destino para nuestro pueblo y nuestro país.
Desde 1967 a 1969, amparado en la práctica y con las tácticas de “Los Comandos Revolucionarios Clandestinos (CRC)”
y “Lo Mejor al Campo”, continúa su incidencia en el seno del pueblo, entre los
estudiantes, obreros, campesinos, pequeños burgueses, militares y en todos los
grupos con representaciones sociales.
En 1970 planifica
y ejecuta el secuestro del agregado militar de la Embajada de Estados Unidos, Donald
J. Crowley y lo intercambia por 20 presos políticos de varias organizaciones de
izquierda.
Esta acción, única hasta ese entonces, desató una cacería humana sin precedentes, en contra de sus dirigentes principales y todos los que osaran levantar la bandera del MPD. Aliados los gobernantes nacionales con el imperialismo norteamericano y sus poderosas agencias, CIA, FBI, Pentágono.
Mueren alevosamente
asesinados un grupo de emepedeistas, entre ellos Amín Abel Hasbún, Otto Morales, Héctor Ortiz, cuya madre se suicida cuando vio el estado en que se encontraba
en la cárcel producto de las brutales golpizas y las torturas.
La felonía y la
persecución en contra de nuestros dirigentes y amigos, no respetó distancia,
fueron hasta la lejanía de Bélgica para asesinar, con perfidia y cobardía, a
nuestro Secretario General Histórico, MAXIMILIANO GÓMEZ (EL MORENO).
Mirian Pinedo, aún
siendo mujer, corrió la misma suerte, aunque sobrevivió al envenenamiento, luego
su cuerpo fue descuartizado y distribuido en maletas por diferentes partes de
Europa.
En 1973 hace el
intento por establecer un foco guerrillero en apoyo a la guerrilla del
Comandante de Abril, FRANCISCO ALBERTO CAAMAÑO DEÑO.
En 1974 participa
en un frente de partidos, El Acuerdo de Santiago, con miras a participar en las
elecciones con el único objetivo de sacar a Balaguer del poder.
En este período libra su mayor batalla interna, una parte de sus dirigentes presos se empecinan en dirigir el partido desde la cárcel, Los Legalistas, a sabiendas de que sus miembros eran cazados en las calles como animales y aplastados como moscas por la dictadura balaguerista y el imperio del norte, a los que se opusieron a este desatino, los legalistas los denominaron como: LOS FACCIOSOS.
En 1978, después
de la derrota electoral de Joaquín Balaguer, mientras las otras organizaciones
izquierdistas se aletargaron y se sumieron en el sopor y la modorra
“democrática”, convencido de que la lucha no había terminado y que solo se
escaló un pequeño peldaño, que la consigna revolucionaria del MPD no era el
antibalaguerismo puro y simple, entra en un proceso de crecimiento cualitativo
y cuantitativo.
Como producto de
esta situación, a principio de 1980, el líder del PRD, partido en el gobierno,
en el programa Tribuna Democrática, arremete , en varias alocuciones, en contra
del Frente de Liberación Amín Abel (FELABEL), frente democrático estudiantil
con afinidad con el MPD, y lo responsabiliza “de cualquier intento de
desestabilización del gobierno”.
En 1984, 24 de
abril por coincidencia y días sucesivos, el pueblo desesperado se lanza a las
calles, los militantes y simpatizantes emepedeistas dicen presentes donde
quiera que se encontraban en todo el territorio nacional, compañeros son
fusilados a mansalva, impunemente por los militares de Jorge Blanco y el PRD.
Todos estos
episodios y caminos recorridos por el MOVIMIENTO POPULAR DOMINICANO, han tenido
su precio, muy alto por cierto, en vidas valiosas y sangre derramada en cada
rincón del país. En muchos hogares dominicanos, tenemos muchos mártires y
héroes anónimos y conocidos.
Son muchos los cadáveres, que aún hoy, sus familiares desconocen el paradero de sus restos,
nunca se ha sabido donde están sus cuerpos insepultos, GUIDO GIL, HENRY SEGARRA
SANTOS, PABLO LIBERATO RODRÍGUEZ, son solo algunos nombres de la extensa lista.
HAY MÁS, MUCHOS
MÁS.
Sin embargo, los
emepedeistas hemos dejado que nos roben la historia, con nuestro silencio hemos
permitido que opaquen a nuestros grandes hombres y los sustituyan por otros
con falsos valores o sin ellos, en los anales históricos de nuestro país.
También hemos
asistido a la tergiversación de la historia y dejamos que hagan creer que
nuestros mártires dieron sus vidas por otra organización política en la que
estuvieron de forma esporádica y subrepticia.
Los emepedeistas
callamos porque no deseamos que nos vean como héroes, porque nuestras acciones
fueron un compromiso, una convicción de luchar por una causa justa sin esperar
recompensa ni pasar factura por lo que consideramos un deber cuando nos tocó el
momento.
Es difícil, si
existe es una excepción, encontrar un miembro, simpatizante, amigo, militante o
dirigente del MPD que se arrepienta, se avergüence de haber militado en su
fila, al revés, nos sentimos orgullosos.
La sangre es roja, pero cuando se coagula o se seca, adquiere el color negro, no por pura casualidad
ese es el color de nuestra bandera, ROJINEGRA y con creces hemos pagado una
gran cuota de sangre en esos 65 años de existencia, a veces vidas inocentes que
no sabían ni se imaginaron que estar vestidos con la combinación de estos
colores, era una sentencia de muerte.
LO PEOR DE TODO.
Estas historias son
desconocidas por las nuevas generaciones y algunas de las viejas.
Debemos dejar la
desidia y empezar a escribir o publicar los testimonios propios o ajenos para
la posteridad.
Tenemos que ser
realistas, aquellos que comenzamos a tener una simpatía política siendo niños
en 1970 y que somos los últimos sobrevivientes de esos fatídicos doce años, en
contra de los cuales luchamos, ya cumplimos 63 años.
Nota: Soy el único
responsable del contenido de este escrito, con sus yerros y sus aciertos, y
como colofón, renuncié a la militancia política partidaria en 1985.
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