Por Rafael Sánchez Cárdenas*
El gobierno del PRM heredó del gobierno anterior una situación del COVID-19 manejada con responsabilidad, transparencia y comunicación total al pueblo dominicano.La incertidumbre y el miedo de la gente ante la enfermedad, sus contagios y muertes, tenían como contrapartida la información diaria, puntual y
frontal con todos los medios nacionales e internacionales, que ayudaban a las familias y ciudadanos a tener más certidumbre y confianza en las acciones de gobierno.Informar, educar, orientar, persuadir e involucrar a la gente en procura
de las soluciones, era la guía y la norma.
Y todo fue abandonado y puesto en segundo plano, mientras se privilegian
las puras acciones policíaco-militares y las recaudaciones de fondos mediante
multas no reguladas.
El 16 de agosto del 2020, el Boletín Especial No. 151 registró 86,737
casos confirmados, 1,481 muertes, 1.71% de letalidad y una positividad de las
últimas 4 semanas de 31.33% en un lapso de 169 días de pandemia y tres procesos
electorales de alta movilización social.
En el Boletín Especial No.301 del día 13 de enero de 2021, se
registraron 187,487 casos confirmados (100,750 casos más en 149 días desde el
17 de agosto) y paradójicamente 947 muertes ( 64%) adicionales solamente a
pesar de las ventilaciones registradas y la positividad diaria en aumento,
situándose en 22% la positividad de las últimas cuatro semanas.
Es claro el descuadre en las muertes, por un lado, y en los reportes de
camas COVID y UCI evidenciados en los reclamos ciudadanos de camas y
atenciones.
El gobierno luce desconcertado, cansado y perdido frente al COVID-19.
Desarticuló y despidió a los técnicos con mayor experiencia en la
Dirección Desconcentrada y las Direcciones Provinciales, trayendo a gente
inexperta a improvisar, así como carece de una política efectiva y asertiva de
comunicación fácilmente comprobada por los propios medios de comunicación.
Abandonó la búsqueda activa y seguimiento de casos positivos, los mapas
de contactos con positivos, las visitas domiciliarias; incumplió con la meta de
7,000 pruebas diarias prometidas; no pagan los incentivos al personal de salud;
no han hecho uso de las máquinas de plasmaféresis que recibieron para producción
de plasma convaleciente y poco uso de las pruebas de antígenos e insistiendo en
las llamadas “pruebas rápidas“ de escaso valor clínico.
Igualmente, se ha evidenciado las dificultades en el traslado de
pacientes COVID, así como el confeso “cansancio del gobierno en la lucha contra
la pandemia”, admitido por el propio presidente Abinader el día 4 de enero.
Se recordará la renuencia del Congreso perremeista a aprobar los
necesarios Estados de Emergencia solicitados por el gobierno de Danilo Medina,
en momentos cruciales de la pandemia, bajo imputaciones de manipulación
política y que no eran necesarios.
En 149 días de gestión, ese mismo congreso ha aprobado sucesivamente más
de tres Estados de Emergencia de 45 días cada uno y sin el menor rubor ante el
evidente engaño y confusión que llevaron a la ciudadanía en aquellas horas
duras post-electorales del COVID-19 y sin explicación de cada gasto y medida de
excepción tomada.
Doble cara, doble moral, ante un mismo fenómeno.
Penoso ha resultado el mal manejo y gestión de las vacunas que, mientras
países como Costa Rica, Chile, México, Argentina, Puerto Rico y otros avanzan
en los procesos preventivos por vacunación, el gobierno actual no acaba de
presentar al país el Plan Nacional de vacunación por COVID-19, las estrategias
a seguir en el mismo ni cómo ni cuándo empezará la vacunación.
A pesar los daños a la economía provocada por la pandemia con la
consecuente pérdida de empleos, cierre de negocios y Mipymes, despidos masivos
en el propio gobierno, el gobierno del PRM desprotege a la gente y a las
pequeñas empresas eliminando programas como el “Quédate en Casa” y Fase 2,
abandonándolas a su suerte.
Sobrevivirán los ricos y pudientes, y las clases media y pobre llevarán
la peor parte, en un país donde la mayoría depende de “la calle”.
En definitiva, improvisación, mala comunicación y poca transparencia al
pueblo, errores continuos y repetidos en el manejo del COVID-19, la impericia
del gobierno del PRM está poniendo a pagar caro a la gente.
Basta de excusas, incoherencias y caos. El gobierno debe responder con
prontitud, claridad y certeza a la nueva ola de contagios en ascenso, que
mantiene aterrados a la inmensa mayoría de los dominicanos y dominicanas.
Si no saben o se sienten impotentes, que convoquen al liderazgo nacional
a un consenso y unidad general frente este terrible fenómeno de escala
universal.
*El autor es ex-director de Salud Públic.-
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