15 de octubre de 2020

Umbrosa Recuperación

Las perspectivas fiscales presentan el mayor problema económico. Algunos analistas afirman que los ingresos fiscales habrán disminuido un 60% durante el presente año y que el déficit presupuestario será de alrededor de RD$500,000 millones (de un total de RD$977,000 millones).

Por Juan Llado

Conviene, de vez en cuando, pasar revista a la situación nacional. Esa tarea es siempre pertinente y retadora en tiempos de calamidad pública como la que nos aqueja. El mejor oráculo será aquel que distinga con precisión las luces de las sombras en el porvenir. Y ahora que la pandemia no cede como se esperaba, es más imperioso que evaluemos como se perfila el futuro en el corto plazo. Para nuestro país lo principal es avizorar las perspectivas de recuperación del turismo y de la economía y precisar el impacto de una continuada ola de contagios sobre los pobres.

Por supuesto, todo depende de que el ciudadano común recobre la confianza para poder planificar su futuro económico y viajar. Eso pasa por tener una vacuna efectiva y sobre eso un analista nos advierte: “Encontrar una vacuna eficaz y segura tarda normalmente años de investigación y pruebas. Pero en el caso del coronavirus no hay tiempo que perder y el objetivo es desarrollar una en tiempo récord. Los políticos prometen tenerla antes de que acabe el año, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) se muestra recelosa de una vacuna aprobada con prisas. De hecho, de conseguirse en 2021 sería, con mucha diferencia, la vacuna más rápida jamás desarrollada.”

La buena noticia respecto al turismo, es que su recuperación probablemente comenzará a lograrse dentro de los próximos seis a ocho meses. Esto se debe a que las primeras poblaciones a ser vacunadas contra el Covid-19, serán las de los países ricos de occidente (EEUU, Canadá, Unión Europea) y Rusia, los cuales son nuestros principales mercados emisores de turistas. Si asumimos que al menos uno de los diez proyectos de vacuna que están en la Fase 3 -la última de las pruebas necesarias para certificar su efectividad- permitirá comenzar la vacunación masiva en enero del 2021, de todos modos no sabemos cuál será ese proyecto y si estos países han ordenado suficientes dosis para alcanzar toda su población para entonces.

Además de los problemas que plantea la producción masiva de la cantidad de dosis necesarias, el reto de distribuir y aplicar la vacuna es formidable. Podemos asumir que los países ricos harán un mayúsculo esfuerzo para completar la tarea lo más rápido posible, empleando a fondo sus sistemas de salud. Pero los 320 millones de habitantes de EEUU y los 500 millones de la Unión Europea, requerirán por lo menos seis meses y posiblemente más tiempo porque habrá muchos individuos que temen a la vacuna o simplemente rehúsan vacunarse. Lo mismo aplica a los 38 millones de Canadá. La posibilidad de que Rusia complete la tarea con sus 147 millones, es incierta, especialmente porque la idoneidad de su vacuna está siendo cuestionada. Frente al éxito logrado en la contención del contagio, China comenzó vacunando solo a grupos de alto riesgo y ahora está masificando la vacunación, aunque occidente pone en duda su calidad.

Pero ese panorama podría resultar más escabroso y el proceso de certificación de la vacuna (por la FDA de EEUU) podría tomar un rumbo adverso.

AstraZeneca/Oxford, la farmacéutica que prometía tener lista la vacuna en septiembre, detuvo su ensayo de la Fase 3, porque uno de los miles de voluntarios inoculados presentó una enfermedad “inexplicable”. (EEUU había contratado 300 millones de dosis de esa vacuna, mientras los países pobres recibirán 200 millones a US$3 cada una.) En esta semana sucedió lo mismo con los proyectos de las farmacéuticas Johnson & Johnson y Eli Lilly. Tales contingencias sin duda dilatarán el proceso. Por suerte, los ensayos de Moderna y Pfizer siguen sin contratiempos. En agosto, EEUU compró100 millones de dosis a Moderna y eso podría significar que ellos harán la primera vacunación masiva entre los países ricos.

Con la flexibilización de las restricciones, la industria turística mundial ha comenzado a reactivarse y algunas economías de los países ricos dan positivas señales de recuperación. En nuestro caso, la gran mayoría de las líneas aéreas habrán restablecido sus frecuencias entre los meses de octubre y noviembre. (La pasada semana el Aeropuerto de Punta Cana recibió más de 90 vuelos, una quinta parte de lo que recibía antes de la pandemia, pero el doble de la semana anterior.) Los reportes son de que los vuelos al país están llegando atestados de pasajeros y que se dificulta conseguir cupo. Las cadenas hoteleras, por otro lado, también han comenzado a abrir sus hoteles y ASONAHORES estima que la tasa de ocupación llegará al 50% al finalizar el año. (Los datos oficiales dicen que en enero-agosto la tasa promedio fue de 30.4%). El turismo interno no logrará que permanezcan abiertos, pero la temporada navideña hace previsible que sus operaciones se mantendrán y que sus protocolos de seguridad sanitaria se estarán cumpliendo a cabalidad.

Esta prospectiva optimista sugiere que será a finales del primer semestre del próximo año cuando el flujo de turistas de vía aérea comenzará a restablecerse. Para que esto sea posible, confluirán la rigurosa aplicación de protocolos de seguridad, el entusiasmo que produzca la aplicación de vacunas y los significativos progresos que se están viendo con las terapias. Actualmente las terapias parecen muy prometedoras, aunque con sus bemoles. Ya se sabe, por ejemplo, que los anticuerpos monoclonales detienen la enfermedad si son aplicados al inicio del ciclo, que el antiviral remdesevir puede disminuir la estadía hospitalaria y que la ivermectina ayuda a muchos pacientes graves a recuperarse. Es lamentable que la investigación de las terapias haya sido soslayada en favor de la producción de la vacuna. Pero sus perspectivas parecen igual o mejores que las de la vacuna.

Respecto a la recuperación de la economía, las evidencias son mezcladas. A pesar de que las exportaciones no han disminuido, las remesas han aumentado –37.4% en agosto solamente—y la economía de EEUU da señales de mejoría, el FMI afirma que las economías de Centroamérica y la RD sufrirán una recesión de un 5.9% este año. En nuestro caso, la CEPAL vaticina 0% de crecimiento en el 2020 y nuestro Ministerio de Economía pronostica un 5% de crecimiento en el 2021. El país está actualmente abocado a una reapertura gradual de la economía y los indicadores del empleo están mejorando paulatinamente.

Las perspectivas fiscales presentan el mayor problema económico. Algunos analistas afirman que los ingresos fiscales habrán disminuido un 60% durante el presente año y que el déficit presupuestario será de alrededor de RD$500,000 millones (de un total de RD$977,000 millones). La caída de las recaudaciones causada por la pandemia, ha requerido del financiamiento externo e interno. En lo primero se ha logrado hasta ahora US$650 millones del FMI, US$150 millones del Banco Mundial, US$500 millones del BID y una venta de bonos soberanos por US$3,800 millones. El crédito interno, por su lado, incluyó RD$12,000 millones del Banco Central, RD$40,000 millones de las AFP, RD$14,000 millones de Idoppril y avances impositivos del sector financiero por RD$20,000 millones y US$45 millones de la Barrick Gold. Al escribir estas notas no se habían recibido todavía todos los recursos externos.

Según las diferentes fuentes, todo parece indicar que el gobierno no tendrá problemas para solventar sus obligaciones hasta el fin de año. Sin embargo, provoca una gran preocupación el anuncio del presidente Abinader de que el programa FASE (I y II) no podrá mantenerse después de diciembre. Asimismo, el CONEP ha anunciado que los empleados que han sido suspendidos por la pandemia no recibirán su sueldo 13 completo. Afortunadamente, se ha anunciado también que los programas PROSOLI, Pa ‘ti y otros subsidios sociales, se mantendrán, además de que para recibir la escasa ayuda estatal se han añadido algunos grupos que no habían sido incluidos.

Frente al comportamiento de la pandemia y de la economía, luce seguro que el gobierno necesitará otros recursos para poder manejarse durante el primer semestre del 2021. Una de las razones es que los nuevos impuestos incluidos en el proyecto de Presupuesto General del Estado para el 2021, no se aplicarán. La justificada venta de algunos valiosos activos estatales (Itabo, EGE-Haina, Punta Catalina y, preferiblemente, Banreservas) proveerán parte de las necesidades, aunque tal vez los recursos resultantes de esas ventas no se reciban hasta el segundo semestre. Aun así, el gobierno podría tener que recurrir al FMI a cambio de cumplir con condicionalidades que de seguro incluirán una reforma fiscal integral. Lo imperativo será no desproteger al 41% de la población que el Banco Mundial considera como vulnerable. ¡Oremos por una vacuna y una terapia efectivas!

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