Por Carlos Darío Sousa S.*
Jim Mac Laughlin escribe esta obra, Ariel, 2017, que es una introducción al pensamiento del príncipe Pior Kropotkin, un activistas anarquista, muchas de cuyas ideas sobreviven a los cambios de siglo, del XIX al XX, y si se me permite, al XXI.
Mac Laughlin, en el capítulo que titula “La educación de un anarquista”, señala el contexto histórico en que vivió y que es uno de los más turbulentos de la historia de una Rusia que vivía “unos pasos detrás del mundo civilizado”. Ciertamente la estructura básica de la sociedad rusa conservaba
muchas de las señas del feudalismo impuesto por Iván el Terrible (1547-1584) y Pedro el Grande (1672-1725). (Dejando en el margen el señalamiento del nacimiento del Ducado de Moscú, y a partir del -1492- cual se inicia el expansionismo territorial –y político- de los rusos).En la cúspide de esa sociedad estaban los poderosos oligarcas, la aristocracia terrateniente y la nobleza hereditaria, quienes conservan privilegios políticos y sociales que hacía mucho que habían desparecido, o limitados, en la Europa Occidental. La historia de Rusia seguía básicamente centrada en las actividades del zar, la nobleza, el estamento militar y la iglesia ortodoxa rusa. Los campesinos y los siervos del país estaban ausentes de la historia. Cuatro quintas partes de los rusos eran siervos agrícolas.
El 19 de
febrero de 1861, se dictó un ukase o
decreto que abolía la servidumbre y emancipaba a los siervos. Se señala como causa de ese cambio la
llamada guerra de Crimea, el Oso contra el León (librada entre el Imperio ruso
y el Reino de Grecia contra la liga formada por el Imperio Otomano, Francia, el
Reino Unido y el reino de Cerdeña, los aliados, producto del expansionismo del
Imperio ruso. Se disputó en la península
de Crimea donde está la Sebastopol, ciudad cuya toma por los aliados puso fin al conflicto, aunque años después
Crimea es invadida por los rusos), donde fueron derrotados, y que puso de
manifiesto que era un gigante con pies de barro. Para algunos autores, Orlando
Figes, por ejemplo, la ponen como el paso previo a la Primera Guerra Mundial.
Por cierto, la guerra entre Japón y Rusia, 1904-05, puso fin a la expansión rusa
en oriente, pero guardo un expediente que Stalin les tenía reservado: ocupación
de las Islas Kuriles.
A pesar de
su origen privilegiado junto con la experiencia militar en la Siberia Oriental,
sirven para explicar su maduración como uno de los principales intelectuales
anarquistas de Europa. “Un santo sin
Dios”, lo llamaría Paul Avrich, uno de sus biógrafos.
Para
entender cómo llegó a convertirse en el principal teórico anarquista de su época, los biógrafos se han remontado a
su infancia, buscando en ella las raíces de su antiautoritarismo. Esto se
reproduce en autoritarios marxistas y antiautoritarios anarquistas
Lo cierto es
que su anarquismo fue producto, o fruto, de sus investigaciones sobre el origen
del Estado, las funciones de la autoridad política, la contribución a la
supervivencia tanto de especies individuales como de sociedades completas.
De ahí que
entendiera la sociedad anarquista en la que las relaciones mutuas de sus
miembros estarían reguladas, no por leyes, ni siquiera por autoridades electas,
sino por las costumbres sociales y los
acuerdos entre individuos libres.
Se opuso a
los partidos políticos que sostenían que el cambio social radical no requería
la abolición del Estado. Sus preocupaciones estaban más bien orientadas a los
abusos de la autoridad, la injusticia social, la pobreza rural y urbana y la
destrucción del comunalismo.
No puede
entenderse la vida de Kropotkin sin la educación y la formación militar que
recibió de tutores franceses. Educación y modales, conversaciones y gramática
francesa, geografía universal, historia del mundo, tener opiniones, se le
introdujo en las sutilezas de la cultura francesa y allí encuentra los ideales
de igualdad. Por supuesto, le enseñaron las asignaturas rusas, gramática,
aritmética e historia. Profesores de la Universidad de Moscú inculcaron amor
por la historia y el folklore, las narraciones de Gógol y Pushkin, y
posiblemente del radical Nikolái Chernyhevki, autor de la novela “¿Qué hacer?”.
Lenin tituló uno de sus trabajos con el mismo título.
En esa Rusia, la documentación de algo, la vida de los siervos, por ejemplo, era mal visto, así que solo las hicieron
posible por asuntos personales. Propotkin, desde niño describía la vida en las
fincas de los alrededores de su hogar.
La
recolección de datos estadísticos era una herramienta valiosa para el progreso social. Sin embargo, en
Rusia, el fantasma de la política obstaculizaba gravemente el desarrollo de
nuevas disciplinas como las estadísticas y la demografía. Sólo fue en 1897 que
se completó el primer censo a escala nacional.
Las
precisión estadística y el cuidado de los pormenores regionales, se convirtieron
en rasgos distintivos de obras fundamentales del anarquismo “Campos, fabricas y talleres” (1899), “La conquista del pan” (1906) y “La
ciencia moderna y la anarquía (1901).
Para
entender a Propotkin, uno tiene que seguir su trayectoria por los campos de
Siberia. Dejando una cómoda posición, primero dentro del Cuerpo de Pajes y luego
dentro de la poderosa estructura que le permitiría hacer carrera en el establishmen militar ruso y la burocracia zarista. Prefirió el campo a
la ciudad industrializada.
Sobre parte de su vida y trayectoria hasta ideológicamente llegar al anarquismo, lo veremos en la próxima semana.
*El autor es catedrático universitario.-
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