7 de junio de 2020

El Contagio, la Forma de Combatir el COVID-19


Por José D. Sánchez

Para poder decir que tenemos bajo control el COVID 19, debemos tener varios puntos a nuestro favor, como son los siguientes:

a).- La cantidad de recuperados tiene que irse igualando a la cantidad de contagiados.
b).- Los ingresados en unidades de cuidados intensivos, deben salir de dichas unidades, recuperados en más de un 98 por ciento.
c).- Cuando comiencen a perderse las pruebas de PCR y esto sucede si la positividad se sitúa por debajo del 1 x 1000, o lo que es lo mismo, salen 100 positivos de cada 100,000 pruebas realizadas.
d).- Cuando existen tratamientos efectivos para combatirlos y la mortalidad no exista
por su causa.
e).- Cuando tenemos una o varias vacunas para prevenir el contagio.


Ninguna de las condiciones anteriores existen en ningún país, ni tan siquiera estamos cerca de lograr alguna de esas metas.

Tenemos datos alentadores en el desarrollo y combate de la pandemia, como son:

1.- El virus solo es transmitido por los infectados hasta los 11 días después de contraído.
2.- El que contrae la infección queda inmunizado.

Hay otros datos desalentadores que traen más sombras que luces.

a).- No existen tratamientos efectivos y concluyentes.
b).- No se vislumbra por ahora la consecución o fabricación de por lo menos una vacuna.
c).- Que el virus se haga cotidiano y se presente por períodos cada tanta cantidad de meses o años.

La mejor forma de combatir un virus o bacteria es con vacuna. En caso de no encontrarse la misma y que el COVID-19 se haga cíclico y permanezca por siempre, habrá que buscar alternativas.

Con la propuesta que voy a externar a continuación, corro el riesgo de que me comparen con los personajes más funestos y sanguinarios que han existido.
Me juego el albur.

Si no se encuentra una respuesta rápida, una forma de combatir el COVID-19 será con el contagio inducido, monitoreado, vigilado y zonificado, usando los datos conocidos.

Vamos a tomar a la República Dominicana como modelo para este análisis matemático y estadístico.

Nuestra población actual es de 10.37 millones de habitantes. El número de personas con más de 60 años es de 986 mil.

El 85% de los infectados pasa la pandemia como un resfriado leve, sin ningún síntoma de la enfermedad o con algunos, sin peligro, sin preocupación y sin necesidad de hospitalización.

En número esto significa lo siguiente:
10,370,000 x 0.85 = 8,814,500 que serían la cantidad de personas inmunizadas después del contagio inducido.

10,370,000 - 8,814,500 = 1,555,000 que quedarían en riesgo de estar infectados con diferentes síntomas, pero resulta que solo el 15% de ellos puede necesitar hospitalización o cuidado especial.

Tenemos 1,555,000 x 0.15 = 233,325 personas que requerirían cuidados médicos.

Pero poseemos otro dato importante, solo el 30% de ellos necesita hospitalización, porque el 70% puede llevar reclusión domiciliaria, atendidos en sus hogares por sus parientes con vigilancia médica y con mínimo riesgo de muerte.

Este sería el resultado:
233,325 x 0.30 = 69,997.6 +- 69,998 pacientes en hospitalización en todo el país.

Con una tasa de letalidad considerada en 2% vemos que:
69,998 x 0.02 = 1,399.96 +- 1,400 fallecidos en el país.

Apliquemos estos datos a la cantidad de adultos mayores:
986,000 x 0.85 = 838,000 inmunizados.
986,000 - 838,100 = 147,900 necesitados de cuidado o vigilancia médica.
147,000 x 0.30 = 44,370 en hospitalización.
44,370 x 0.02 = 887.40 +- 888 fallecidos.

Tenemos dos números: 1,400 fallecidos, entre ellos 888 con más de 60 años, y quedarían 512 con otras edades.

Cuál es su justificación?
El COVID-19 no solo lleva la mortandad a los adultos mayores, sino también a otros sectores de la población, entre ellos: los diabéticos, hipertensos, con enfermedades coronarias, pacientes con cancer, enfermos renales y otras dolencias crónicas.

En el seguimiento que he venido dando a la pandemia y usando los números, datos y porcentajes aportados por la OMS y por los organismos nacionales de salud, he calculado la cantidad de fallecidos en República Dominicana entre 800 y 1,600, hasta el desmonte de la cuarta fase.

La cifra más cercana sería 800 y 1,600, si se produce un rebrote inesperado.
Estos números son anteriores a los cálculos matemáticos y estadísticos de este trabajo.

La propuesta de contagio inducido tiene que ser por fases y zonificadas. Por obligación tiene que constar con el permiso escrito y voluntario de cada individuo.

Las fases de infección serían con las personas en el rango de edades conocidas cuya letalidad es casi nula.

En la primera fase se inmunizaría al personal sanitario, de salud, orden público, personal indispensable en cada ministerio público para su normal funcionamiento y del gobierno central.

En las siguientes fases, las zonas por orden de importancia para el mantenimiento de la economía nacional.

Con un personal médico, cuerpo de bomberos, orden público, entre otros, trabajando sin ningún temor al contagio, sin los odiosos y molestosos equipos de protección, el éxito estaría garantizado y la mortalidad se reduciría a los casos fuera del alcance de los conocimientos médicos.

No existiría la necesidad de paralizar la economía. El costo económico se reduciría drásticamente.

En menos de 45 días estarían funcionando de forma normal los puertos, los aeropuertos, los centros hoteleros y restaurantes, escuelas, colegios, universidades, fronteras abiertas, tránsito libre, con la confianza de una población inmunizada, sin mascarillas, sin desinfección, sin cuarentena, sin toque de queda, sin distanciamiento social, sin aumento agiotista en los precios de los productos, sin largas filas innecesarias, sin encierro, visitas mínimas a los psiquiatras, sin temor al contagio foráneo y sobre todo sin el juego de ganancia política partidaria a costa de la salud del pueblo.

A los economistas que se encarguen de colocar los números en ahorros de divisas en dólares y en pesos con la implementación de estas medidas.

La gran preocupación sería con las personas vulnerables, pero las posibilidades de ellos contraer el virus sería remota, porque todos a su alrededor serían personas sin capacidad de transmitirle la enfermedad y su contacto con casos importados estaría controlado.

La sonrisa franca y abierta del dominicano seguirá siendo nuestra principal muestra de fe y esperanza.

Aunque estoy en la edad de riesgo, daría mi consentimiento para la prueba, creo es mejor que lo que hemos pasado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.