28 de mayo de 2020

El “Encuentazo” que nos Pretende Aturdir


Por Rafael Hernández

En todos los períodos electorales, desde que se comenzaron a utilizar las encuestas en este país como instrumento de medición de la intención del voto en un momento determinado, todos los partidos también adoptaron la modalidad de pagar encuestas para su manejo interno, a sabiendas de que son un instrumento válido y que les indica las áreas donde están débiles y necesitan enfocarse más. Es decir, que la encuesta técnicamente bien hecha es un instrumento válido para reorientar el trabajo político de los partidos. En algunos casos había aspectos que favorecían al candidato de ese partido y ellos lo explotaban mediante la publicidad, pero dejaban de lado la parte que no les favorecía.

Aquí se establecieron empresas extranjeras de crédito internacional, que han estado realizando o realizan encuestas creíbles, cuyos resultados son esperados por la población. Una encuesta por sí misma no dice nada hasta cierto punto, sino cuando vienen los estudios en serie y en todas las compañías la proyección  es similar (no igual). Eso es lo que les da validez externa, porque es una manera de comprobación de que lo que se dijo en la primera está dentro de la línea correcta. Es entonces cuando los ciudadanos pueden tener una idea aproximada de lo que podría ocurrir en un evento electoral. Pero no necesariamente sucederá así.

Sabemos que hay compañías locales y extranjeras que trabajan directamente para partidos políticos y que algunas de ellas  tienen equipos de técnicos especializados, que con los resultados de encuestas anteriores hacen una “proyección de oficina” y la “venden” como encuesta real, porque regularmente son encargos interesados y bien pagados. Una de esas compañías se ha pasado todo el tiempo elevando exageradamente al candidato del partido a que pertenece el presidente de la misma, sin que nunca haya acertado, pero vemos que sigue publicando al igual que en todos los procesos electorales, sin inmutarse por sus fracasos.

Ahora la tendencia que se ha impuesto es la de proyectar con altas cifras a determinados candidatos, para que “la gente crea”, ya que tiene la peregrina idea de que el pueblo no vota su voto y le da el voto a quien le hacen creer que va a ganar, y que así ganará su candidato. Quizás años atrás eso era así. Sin embargo, con el tiempo existe lo que se llama el “voto duro”, para referirse a la tendencia que tiene la gente de votar por un candidato pase lo que pase.

En el país ha ocurrido un replanteo del bipartidismo. Esto ocurre a partir de la inquina del presidente Medina contra Leonel Fernández, quien tuvo que salir del PLD para formar un nuevo proyecto político. Así ha surgido una tercera fuerza, a la cual todos ven que sería la bisagra en una evidente segunda vuelta, tal y como pinta la situación actual. Pero la inquina de Danilo contra Leonel es tan fuerte, que ahora que Leonel está enfocado en atraerse las bases del PLD, el gobierno ha diseñado una estrategia para minimizarlo y dejarlo destruido para siempre, en un sentimiento dominado por el odio, y por eso han estado publicando “supuestas encuestas” donde le atribuyen entre un cinco y un cuatro por ciento de la intención del voto. El asunto es reducirlo a la nada, con la aviesa intención de polarizar las fuerzas entre Abinader y Gonzalo. Es el arte de la manipulación maquiavélica en acción, ya que todos conocemos que Abinader no es político, sino empresario y que los ardides  y la maquinaria peledeísta lo podrán destruir fácilmente según sus cálculos (es la técnica de elegir al adversario más débil para aporrearlo), lo que no sería lo mismo frente a un zorro como Leonel. Si se observa en el “encuentazo” que acaba de publicarse, quieren invertir ese efecto psicológico de que Leonel está juramentando las bases del PLD en la Fuerza del Pueblo. ¿Cómo lo hacen? Ah! Leonel aparece perdiendo 9 puntos y exactamente Gonzalo ha ganado 9 puntos. Toda una genialidad!!! Desde luego, para los ingenuos.

También se plantea que Abinader ha bajado puntos, lo cual es otra genialidad, un descubrimiento del agua tibia. Todas las preferencias electorales tienen un techo y eso lo sabe todo estudioso de las ciencias sociales. De modo que de la misma manera que ningún estudioso de las ciencias sociales se pudo tragar el cuento de lo que ocurrió estadísticamente con los resultados finales de las primarias en el PLD, de la misma manera sería necesario que estos expertos  analicen este “Encuentazo” que acaban de lanzar a la palestra.

Yo como lego me pregunto, ¿Cuál fue el diseño? ¿Cómo mediante llamadas telefónicas (unas mil) pudieron establecer un margen de error de +/- 3%? ¿Cómo pudieron establecer el de confiabilidad? ¿Cómo se puede establecer la validez interna y externa de algo hecho bajo esas condiciones? ¿Mediante cuáles procedimientos controlaron las variables internas, externas e intervinientes que se cruzaban? ¿Cómo establecieron el segmento de cada sexo? ¿Cómo se hicieron la estratificación social y por edades? Sólo por hacer unas cuantas preguntas tontas de uno de los tontos que ellos asumieron que somos los consumidores de información.

Aquí se le quiere dar carácter de infalibilidad a las encuestas. Nada más falso, las encuestas se aplican a apersonas y las personas cambian de opinión a cada momento. Una encuesta solo mide, cuando ha sido hecha con todos los requisitos técnicos, el momento en que se aplicó. Así que las encuestas no fallan por sí mismas sino por el efecto diacrónico, las que cambian son las circunstancias de los votantes y los errores y/o aciertos de los partidos y candidatos. De modo que hemos visto los fracasos de una serie de candidatos que a lo largo de un proceso se proyectaban como ganadores, pero a la hora de la votación habían cometido errores terribles, que cambiaron por completo la intención del voto.  Todavía falta la recta final del proceso, vendrán nuevas compañías con nuevas “encuestas y encuentazos” y esa “guerra de encuestas” no va a beneficiar a nadie. Hay una realidad que se va a imponer por encima de todo. Simplemente desarrollen el sentido crítico y aplíquenlo.

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