Por Carlos J Vidal Lassis
Ahorrar se considera una necesidad en la sociedad de hoy. Siempre parece
haber existido. Desde que se ha hecho necesario guardar y/o conservar alimentos
cuando abundan, como para cuando no. Significa que nuestros primeros habitantes
de alguna manera aprendieron esta necesidad. Por lo que debe haberse instaurado
esa conducta casi como una respuesta automática en la humanidad.
Desde del punto de vista de las ciencias
económicas, se describe el ahorro de la siguiente manera: "El ahorro es
la diferencia entre el ingreso disponible y el consumo efectuado por una
persona, una empresa, etc."
Cuando hay ahorro, los ingresos disponibles son
mayores a los gastos y se presenta un superávit de dinero. Si los gastos fueran
mayores a los ingresos, se presentaría un déficit.
Desde una persona, la familia, hasta una nación, el
ahorro es igualmente importante, ya que si todos ahorran no será necesario que
las personas, empresas o el Estado, pidan recursos en el exterior. Esto, en
general, facilita e incentiva la actividad económica y el crecimiento en un
país.
Entonces es claramente importante ahorrar.
El partido nazi de Adolfo
Hitler, buscó presentar el ahorro
como una "tradición alemana", en
oposición al crédito con el que querían identificar a los judíos.
Después de la derrota de los nazis en 1945, la
República Federal Alemana adoptó los valores de Occidente y se convirtió en una
dinámica economía capitalista.
Pero a diferencia de otros países desarrollados,
los alemanes no recurrieron al crédito para financiar el consumo y preferían
guardar sus marcos en la cuenta hasta que pudieran permitirse un coche, un
refrigerador o una televisión.
Por ejemplo, existieron afiches publicitarios con
leyendas como "Geiz ist geil", que se traduce como "Ser tacaño
es fantástico", de una campaña de una cadena de productos electrónicos en
los años 2000.
Entonces; ¿Es realmente fantástico ser tacaño?
¿Y la
miseria?
Se le llama también codicia, avaricia, tacañería,
ambición (esta última no es necesariamente mala o rechazable), mezquindad es
también miseria que se aplica no solamente en el aspecto económico.
En la Psicología se le presta
atención a los maníacos-compulsivos del gasto y que también han sido objeto de
estudio en la Economía y la Sociología. Son
personas que precisan de asistencia externa (incluso de terapia) para no
gastarse el sueldo al verlo ingresar en su cuenta corriente y con el crédito
muchas veces lo gastan antes de recibirlo. Sin embargo, no se ha prestado la
misma atención a otra manía: la de ahorrar hasta convertirse en un tacaño
miserable. La razón de esto hay que buscarla en que el gasto es más observable,
diferente al ahorro. Además , este último es menos frecuente, desde que la
economía casi siempre ha sido escasa o no abundante en todas partes, salvo algunas
raras excepciones.
La parte que más interesa resaltar es la siguiente:
Los textos consultados, diferentes fuentes, hacen hincapié en que la conducta
excesiva de ahorro, no es una variable directa de la economía del individuo, o
sea, de sus ingresos. Es una relación directa con su personalidad. Instaurada
posiblemente durante la infancia, sea por formación familiar expresa o
intencional o como respuesta a la carencia de afecto durante la niñez.
¿Como surge la tacañería?
El comportamiento excesivamente cuidadoso
con el dinero, no depende de los ingresos de la persona, sino que se trata de un
rasgo de la personalidad que se ha producido desde la infancia, bien sea como
fruto de la educación, cuando los padres retienen tanto el dinero como el
afecto, o como respuesta a la carencia de afecto en la etapa de la niñez.
Los Psicólogos tenemos teorías como la de
Freud, que relacionó la tacañería con la Etapa Anal, en la que el niño
encuentra la manera de vengarse del autoritarismo de los padres, reteniendo lo
único sobre lo que tiene control a esa edad, la materia fecal hasta la
adolescencia y la adultez, reteniendo todo aquello que sobre lo que se tiene
control o poder. Dinero, afectos, objetos, inclusive, aunque sea discutible,
las posiciones de poder. Esta teoría de Freud, tiene pocos oponentes y se debe
confesar y admitir que tiene su porción de lógica razonable.
La psicóloga Luz María Arbeláez afirma que: “las personas tacañas percibieron carencia de afecto durante la niñez, la necesidad de procurar la permanencia de lo poco que les llegaba, generó la tacañería, que se incrementó con la urgencia de ejercer poder sobre las pertenencias. Siendo esto así, la tacañería corresponde a una fijación del individuo en uno de los estados de desarrollo de la personalidad durante la infancia.”
La psicóloga Luz María Arbeláez afirma que: “las personas tacañas percibieron carencia de afecto durante la niñez, la necesidad de procurar la permanencia de lo poco que les llegaba, generó la tacañería, que se incrementó con la urgencia de ejercer poder sobre las pertenencias. Siendo esto así, la tacañería corresponde a una fijación del individuo en uno de los estados de desarrollo de la personalidad durante la infancia.”
Un caso de mi experiencia: En una familia se generalizó con pocas excepciones esa conducta o manía.
Varios de sus miembros se comportan de esa manera por generaciones, aunque con
diversos grados de tacañería.
Algunos a un nivel que resulta positiva, o sea,
personas con un concepto del ahorro, bien organizado y con un consecuente nivel
de gastos a nivel de satisfacción de sus necesidades esenciales dentro de una
vida sana. Ninguno de la familia es un gastador compulsivo. Sin embargo, hay
casos extremos, enfermizos de tacañería, y se encontró como una explicación del
origen de ese patrón conductual el hecho de las limitaciones económicas de la
familia en sus inicios. Ya son tres generaciones en la familia y el patrón
persiste con las variaciones ya descritas.
¿Es curable?
La personalidad del tacaño es compleja, sus
patrones y costumbres de egresos están definidos por la percepción
de que todo gasto es excesivo. La tacañería se enraíza en la estructura de la
personalidad de un individuo, de ahí la dificultad de cambiar este rasgo muchas
veces mezquino que puede representar un peligro en las relaciones de pareja.
Ellos creen que lo que hacen está correcto,
debe recordarse que esa conducta primitivamente se instauró o estableció en
momentos en que era necesario guardar para garantizar los periodos de
escasez y consideran a quienes no lo hacen despilfarradores.
Dadas esas premisas bajo el cual razona la
persona tacaña, quizás se pueda aminorar si el entorno social le hace ver lo
que se está perdiendo por asumir esas conductas maníaco-obsesivas, aunque hay
quienes piensan que es imposible convencerles.
“No hay mal que dure cien años”, sin embargo, la tacañería se acentúa con la vejez, esto tiene que ver
con el incremento natural de la inseguridad que acompaña a la madurez. Por eso
se sugiere a las personas que están buscando pareja, que se alejen de los
tacaños, porque el amor no corrige este tipo de rasgos del carácter.
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