21 de febrero de 2020

¿El ahorro, o la Miseria?


Por Carlos J Vidal Lassis

Ahorrar se considera una necesidad en la sociedad de hoy. Siempre parece haber existido. Desde que se ha hecho necesario guardar y/o conservar alimentos cuando abundan, como para cuando no. Significa que nuestros primeros habitantes de alguna manera aprendieron esta necesidad. Por lo que debe haberse instaurado esa conducta casi como una respuesta automática en la humanidad.

Una entidad llamada “Ahorradoras”, con más de medio millón de integrantes, dice lo siguiente: "El origen del ahorro se remonta a las antiguas civilizaciones, como por ejemplo las egipcias, o chinas, que tenían por costumbre guardar parte de sus cosechas para épocas de más necesidad, pero el sistema de ahorro como tal nació en la época medieval y fue en el año 1462 cuando se constituyó la primera Organización del Ahorro en Italia, que recibió el nombre de “Monte de Piedad”, creada por monjes franciscanos, pretendía ofrecer protección de los bienes de sus integrantes".

Desde del punto de vista de las ciencias económicas, se describe el ahorro de la siguiente manera: "El ahorro es la diferencia entre el ingreso disponible y el consumo efectuado por una persona, una empresa, etc."

Cuando hay ahorro, los ingresos disponibles son mayores a los gastos y se presenta un superávit de dinero. Si los gastos fueran mayores a los ingresos, se presentaría un déficit.

Desde una persona, la familia, hasta una nación, el ahorro es igualmente importante, ya que si todos ahorran no será necesario que las personas, empresas o el Estado, pidan recursos en el exterior. Esto, en general, facilita e incentiva la actividad económica y el crecimiento en un país.

Entonces es claramente importante ahorrar.

El partido nazi de Adolfo Hitler, buscó presentar el ahorro como una "tradición alemana", en oposición al crédito con el que querían identificar a los judíos.
Después de la derrota de los nazis en 1945, la República Federal Alemana adoptó los valores de Occidente y se convirtió en una dinámica economía capitalista.

Pero a diferencia de otros países desarrollados, los alemanes no recurrieron al crédito para financiar el consumo y preferían guardar sus marcos en la cuenta hasta que pudieran permitirse un coche, un refrigerador o una televisión.

Por ejemplo, existieron afiches publicitarios con leyendas como "Geiz ist geil", que se traduce como "Ser tacaño es fantástico", de una campaña de una cadena de productos electrónicos en los años 2000.

Entonces; ¿Es realmente fantástico ser tacaño?

¿Y la miseria?

Se le llama también codicia, avaricia, tacañería, ambición (esta última no es necesariamente mala o rechazable), mezquindad es también miseria que se aplica no solamente en el aspecto económico.

En la Psicología se le presta atención a los maníacos-compulsivos del gasto y que también han sido objeto de estudio en la Economía y la Sociología. Son personas que precisan de asistencia externa (incluso de terapia) para no gastarse el sueldo al verlo ingresar en su cuenta corriente y con el crédito muchas veces lo gastan antes de recibirlo. Sin embargo, no se ha prestado la misma atención a otra manía: la de ahorrar hasta convertirse en un tacaño miserable. La razón de esto hay que buscarla en que el gasto es más observable, diferente al ahorro. Además , este último es menos frecuente, desde que la economía casi siempre ha sido escasa o no abundante en todas partes, salvo algunas raras excepciones.

La parte que más interesa resaltar es la siguiente: Los textos consultados, diferentes fuentes, hacen hincapié en que la conducta excesiva de ahorro, no es una variable directa de la economía del individuo, o sea, de sus ingresos. Es una relación directa con su personalidad. Instaurada posiblemente durante la infancia, sea por formación familiar expresa o intencional o como respuesta a la carencia de afecto durante la niñez.

¿Como surge la tacañería?

El comportamiento excesivamente cuidadoso con el dinero, no depende de los ingresos de la persona, sino que se trata de un rasgo de la personalidad que se ha producido desde la infancia, bien sea como fruto de la educación, cuando los padres retienen tanto el dinero como el afecto, o como respuesta a la carencia de afecto en la etapa de la niñez.

Los Psicólogos tenemos teorías como la de Freud, que relacionó la tacañería con la Etapa Anal, en la que el niño encuentra la manera de vengarse del autoritarismo de los padres, reteniendo lo único sobre lo que tiene control a esa edad, la materia fecal hasta la adolescencia y la adultez, reteniendo todo aquello que sobre lo que se tiene control o poder. Dinero, afectos, objetos, inclusive, aunque sea discutible, las posiciones de poder. Esta teoría de Freud, tiene pocos oponentes y se debe confesar y admitir que tiene su porción de lógica razonable.

La psicóloga Luz María Arbeláez afirma que: “las personas tacañas percibieron carencia de afecto durante la niñez, la necesidad de procurar la permanencia de lo poco que les llegaba, generó la tacañería, que se incrementó con la urgencia de ejercer poder sobre las pertenencias. Siendo esto así, la tacañería corresponde a una fijación del individuo en uno de los estados de desarrollo de la personalidad durante la infancia.”

Un caso de mi experiencia: En una familia se generalizó con pocas excepciones esa conducta o manía. Varios de sus miembros se comportan de esa manera por generaciones, aunque con diversos grados de tacañería.
Algunos a un nivel que resulta positiva, o sea, personas con un concepto del ahorro, bien organizado y con un consecuente nivel de gastos a nivel de satisfacción de sus necesidades esenciales dentro de una vida sana. Ninguno de la familia es un gastador compulsivo. Sin embargo, hay casos extremos, enfermizos de tacañería, y se encontró como una explicación del origen de ese patrón conductual el hecho de las limitaciones económicas de la familia en sus inicios. Ya son tres generaciones en la familia y el patrón persiste con las variaciones ya descritas.

¿Es curable?

La personalidad del tacaño es compleja, sus patrones y costumbres  de egresos están definidos por la percepción de que todo gasto es excesivo. La tacañería se enraíza en la estructura de la personalidad de un individuo, de ahí la dificultad de cambiar este rasgo muchas veces mezquino que puede representar un peligro en las relaciones de pareja.

Ellos creen que lo que hacen está correcto, debe recordarse que esa conducta primitivamente se instauró o estableció en momentos en que era necesario guardar para garantizar los periodos de escasez y consideran a quienes no lo hacen despilfarradores.

Dadas esas premisas bajo el cual razona la persona tacaña, quizás se pueda aminorar si el entorno social le hace ver lo que se está perdiendo por asumir esas conductas maníaco-obsesivas, aunque hay quienes piensan que es imposible convencerles.

“No hay mal que dure cien años”, sin embargo, la tacañería se acentúa con la vejez, esto tiene que ver con el incremento natural de la inseguridad que acompaña a la madurez. Por eso se sugiere a las personas que están buscando pareja, que se alejen de los tacaños, porque el amor no corrige este tipo de rasgos del carácter.

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