Por José D. Sánchez
Es lamentable que personas, sin adentrarse en el estudio del
proceso migratorio en nuestro país, opinen alegremente y sin conocer o haber
estudiado las teorías sobre el crecimiento poblacional y sus consecuencias.
Mucho menos, legos y aquellos que se consideran eruditos, se han detenido a revisar el compendio de leyes sobre migración que existe en nuestro país desde su fundación y desde que comenzamos a hacer pininos como nación independiente, que demuestran que difícilmente exista otro país tan abierto a las migraciones, ordenadas y controladas.
Es posible no estén enterados de la razón de las emigraciones de los negros de las diferentes islas que nos rodean, preferiblemente hacia San Pedro de Macorís y porque ellos mismos se hicieron llamar “Cocolos“ para diferenciarse de los braceros haitianos, aún teniendo un origen común.
Es peor aún, cómo dominicanos con ínfulas de historiadores y sus adictos, han querido variar la historia dominicana y niegan las batallas y las matanzas perpetradas por nuestros vecinos en contra de nuestros ciudadanos.
A éstos le pido que me expliquen, si estos hechos no sucedieron a la luz de la razón y tomando como referencia los censos nacionales realizados en el periodo 1795-1819, 1822-1844, cómo pudo existir una disminución tan drástica de nuestra población.
Veamos: 1795: 125,000 habitantes, 1819: 63,000 habitantes, 1844: 30,000
habitantes, y después de controladas las invasiones a finales de los años 1850-
1867: 200,000 habitantes, según Ulises Francisco Espaillat y en 1895 podría
estimarse en 600,000 habitantes, según Gregorio Luperon, existiendo en nuestro
suelo, desde 1865-1895 una guerra fratricida feroz y con mínimas condiciones
sanitarias y de salud que diezmara la población dominicana y sabiendo de
antemano que por cuestiones políticas o de contiendas bélicas, sólo emigran las
familias con mayor poder económico y en la época que tratamos, el 98% de
nuestra población era muy pobre.
Sobre la diferencia existente entre los dos pueblos que habitan la isla, hay un abrevadero con agua muy cristalina y abundante, es el estudio de los sociólogos e historiadores haitianos sobre su pueblo.
Si leemos a Jean Price Mars, su historiador por excelencia y muy buenas obras sobre la materia, si no damos como valedero y juicioso que en las batallas de Santome y Las Carreras fueran raros “ toques de cornetas“ que produjeron las desbandadas del poderoso ejército haitiano, porque dicha aseveración sólo podría tener una explicación mágico-religiosa en mentes y gentes poseídas por el vudú.
Revisando los escritos de los mencionados anteriormente y nuestra historia, podemos llegar a la conclusión de en realidad cuál de los dos pueblos es xenófobo y racista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.