Por Nélsido Herasme

Una institución creada bajo la ley 87-01
administrando los riesgos de salud de los
trabajadores de todo el país, la que
desde sus inicios mostraba un nivel de gestión satisfactorio por más de una
década, en la que todo el esfuerzo hecho por colaboradores y
relacionados a la institución fueron echados por la borda, a partir del año
2017 a la fecha.
Esta última gestión se caracterizó por la
parálisis institucional y su desvinculación total de los relacionados, con las
prestadoras de servicios y con los usuarios que aun pertenecen a la
institución.
En esta dependencia de salud descubrimos
prácticas de nepotismo, nombramientos de botellas e indelicadezas.
El fracaso de esta institución se debió a
la inoperancia y falta de gerencia en el marco de un sistema que demanda de sus
directores ser personas, además de honestas, tener los conocimientos del área,
con la debida vocación y suficiente capacidad y entrega para, así poder echar
hacia delante y brindar servicios de calidad a los usuarios.
La ineficacia y la inoperancia se
enseñorearon contra empleados y usuarios de los servicios de salud, donde nunca
hubo campaña de afiliación, sin siquiera página web y redes sociales, mientras
las autorizaciones médicas había que retirarlas en la sede central, a
sabiendas de que existían oficinas diseminadas en todo el territorio nacional,
pero sin operatividad.
Los contratos rubricados por la ARS Salud
Segura con las farmacias, las clínicas privadas, los hospitales y los centros
de diagnóstico, fracasaron debido a la falta de pagos, ello en desmedro de los
afiliados, quienes ahora lloran por no tener adonde acudir, por lo que muchos
han optado por morirse en sus hogares, todo ello por falta de acompañamiento de
un plan que operativizara y relanzara la institución.
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