Muchos
electores estamos claros sobre el papel que los diputados, como funcionarios
públicos, deben desempeñar en el Congreso de la República.
El legislador
que más trabaja no es el que hace obra en su comunidad o el que regala
mosquiteros, canastillas a embarazadas, fumiga
cañadas o saca de las casas de empeño artículos de sus correligionarios.
Los diputados,
en su mayoría, creen que están zumbando la pelota al sustituir un viejo programa
que implementa Acción Cívica de las Fuerzas
Armadas.
El diputado o diputada no es el que ha ido a ocupar una curul congresual para arreglar calles y construir obras con el sueldo que gana.
Además de no ser
esa su misión, el congresista no maneja presupuesto, más bien su papel es el
de presentar proyectos de leyes que beneficien a la gran colectividad y en el
marco de su gestión exigir y demandar del superior gobierno para que acuda en
auxilio de todos los ciudadanos.
Conocemos muy
bien a los siete diputados de la Circunscripción 3, de quienes nadie ha
saboreado una sola iniciativa congresual que redunde en provecho de esa
demarcación electoral, por cierto la más vulnerable y pobre del Distrito
Nacional.
Estos
legisladores no acaban de encontrarse con su misión, por tanto siguen diciendo que “trabajan por su
comunidad” porque poseen una fundación, dan habichuelas con dulce en Semana
Santa, brindan servicios a través de una ambulancia que cabildearon y resuelven
algunos que otros problemas personales a sus más cercanos colaboradores. Eso no
es legislar para las mayorías, más que bien, a eso se le llama asistencialismo,
por tanto ese rol está destinado a las instituciones del Estado.
Qué busca un
diputado regalando un mosquitero a doña Petronila en la Ciénaga, por el simple
hecho de que a la dama le están picando los mosquitos. Más bien lo que debe de
hacer es ver si esa comunidad adolece de un brote de estos dañinos insectos y denunciarlo
por los medios para que el Ministerio de Salud proceda a eliminarlos a través
de un programa de fumigación y una campaña preventiva.
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