Por Nélsido Herasme
No todo se dice en política y no todo se calla, aunque los momentos hay que saberlos manejar.
Los
estrategas del Partido Revolucionario Moderno (PRM) entienden que la forma de
esa agrupación administrarse con respecto al oficialismo, les ha rentado
grandes dividendos políticos; ellos piensan que se la están comiendo y
que sacan pingües beneficios a la contienda interna de los morados.
Nosotros
entendemos que sí, que mientras menos hablen, menos yerran y con ello
le sacan el mayor de los provechos, muy a pesar de la débil oposición
que hacen al partido de gobierno.
Ante el sepulcral silencio
exhibido, el PRM tiene un sitial ganado, aunque la doctora Milagros
Ortiz en estos días rompió el hielo, al rociar agua caliente a los
frutos que venía cosechando el opositor a las contradicciones y lucha
interna de los peledeístas.
La doctora Ortiz Bosch, en una rueda
de prensa en los Estados Unidos, se destapó arengando que había que
escoger, por consenso y sin convención, a Luis Abinader, lo que provocó
la ira y momentáneamente desató los demonios en el seno de su
organización política.
Milagros, a partir de su gran olfato
político, trató de acotejar y facilitar las cosas en su partido, pero
se olvidó que forma parte del equipo que sopla a Luis Abinader para que
prenda.
A Milagros el tiro parece habérsele ido por la parte
equivocada, porque de inmediato encontró la respuesta de los afectados
partidarios del presidente Hipólito Mejía, algunos, incluso, acusándola
por la redes sociales con epítetos un tanto indelicados.
Lo que
dijo Milagros debí decirlo yo u otra persona que nada tenga que ver con
el proselitismo interno del Partido Revolucionario Moderno.
El
que no tenga hacha que amolar ni leña que atizar en el fogón perremeísta, le luce desde fuera cualquier discurso y pronunciamiento, pero no así a
doña Milagros.
Soy de los que dicen que a lo lejos
se ve el triunfo de Luis Rodolfo Abinader en las primarias internas del
PRM a celebrarse de manera cerrada el 6 de octubre, pero ello no debe
ser motivo para pedir a un contrario que se retire y de paso al más
fuerte, pues recuérdese que son partidos que hacen vida en el marco de
una democracia, que aunque débil, las formas hay que guardarlas.
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