23 de marzo de 2019

La Obsolescencia Programada

Por José Domínguez Sánchez


Cuando vamos a realizar una inversión, de las primeras cosas que tenemos en cuenta es la garantía que nos ofrecen, luego vemos otros detalles en orden de importancia: tiempo de garantía, costo del producto, posible vida útil, costo en el mercado, intereses y cuotas, si la compra es a crédito, marca del producto, seriedad de la empresa o tienda vendedora, origen de fabricación, abastecimiento de piezas y hasta su pérdida de valor con los años, entre otros.

Las empresas tomaban todo esto en consideración y cada día y cada hora las dedicaban para mejorar sus productos y

trataban que el comprador se sintiera más que satisfecho, por ende, buscaban recompensarlos más allá de lo esperado y hacían lo imposible para que el producto final rindiera más de los años dado como garantía.

Todo quedó atrás como resultado de la obsolescencia programada, que es la dueña y rectora del aparato productivo en todas las industrias y en todos los países conocidos y por conocer.


Lo más lamentable del caso es que la nueva generación y otras que la preceden, no se dan cuenta ni mínimamente, de esta gran estafa a que estamos sometidos y mientras más consumistas nos volvemos más estamos, ridículamente robados.


Ilustremos con algunos ejemplos:


Antes comprábamos zapatos, sin importar la marca, podíamos guardarlos y hasta echarlos en el olvido y cuando los necesitábamos, les tumbábamos el polvo acumulado, nos los poníamos y a disfrutar de su comodidad o incomodidad y nos duraban muchos años aún con uso a diario.


Hoy compramos zapatos, sin importar la marca, si los dejamos de usar por uno o dos meses, cuando decidimos ponérnoslos es casi seguro que dejarán las zuelas, sino en la casa, en cualquier parte del trayecto y peor aún, su durabilidad está preestablecida.


Las baterías tenían garantías definidas el día de la compra, 6 meses, 1 año, 2 años, 5 años, pero estábamos plenamente seguros que luego de vencida esa garantía, las íbamos a seguir usando un largo tiempo más.


Eso era antes. Hoy no.


Cuando nos dan 2 años de garantía es casi seguro que al cumplirse ese período,no da más e irremediablemente tenemos que cambiarla.
Con las ropas, un tanto igual, después de un tiempo de uso, sin importar las veces lavadas, pierden el color, se rompen, se pudren y sin tomar en cuenta el amor que le tengamos y lo mucho que nos gusta andar con ella puesta, se echan a perder ante nuestra mirada impotente.


Con todos los productos sucede lo mismo, todo está fabricado con su tiempo limitado, la vida útil de todo lo que compramos viene de antemano con sus días de caducidad a cuesta.


Con los equipos modernos, y sobre todo los que vienen con software, es peor, los equipos eléctricos y electrónicos no van más allá del tiempo preestablecido de uso.


Los teléfonos móviles, tablet, iPad, vienen con softwares de sacarlos de circulación cuando llega su tiempo de uso programado.


Cuando compramos un programa tenemos que comprar agregados varios antivirus creados por la misma empresa que nos hace la venta, para poder usarlos el tiempo que ellos nos establecen.


Y su reparación? Otra estafa, cuando hacemos el intento por repararlos nos vamos a dar cuenta que dicho arreglo es más caro, casi siempre, que comprar un equipo o aparato nuevo y tenemos que sumarnos en consumidores sin freno, engañados.


A este límite de tiempo y de uso de todo lo que compramos. A tener que usar lo comprado y no poder guardarlo para uso posterior. Ese período de caducidad predeterminado. A que no podamos alargar la vida útil de lo que compramos.
A esa estafa que, deseándolo o no, estamos condenados, es a lo que hoy conocemos cómo: OBSOLESCENCIA PROGRAMADA.


Espero que nunca lleguen a controlar de este modo La Vida Humana.
Se que este escrito va a ser vedado y que tratarán de que no tenga amplia difusión por los grandes intereses que afectan.

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