Por Alejandro Santana
¿Cuántos son? Sinceramente a mí no me interesa. ¿Cuántos van, dónde han ocurrido, quién o quienes los han cometido?
Me preocupa el que no se haga nada por frenarlos,
evitarlos o disminuirlos, me indignan las cifras, las coberturas noticiosas en
tal sentido, las maldiciones a los victimarios, el dolor por las víctimas y las
condolencias a familiares.
Ya son muchos los hogares que han quedado sumidos
en el dolor, el luto, son muchos los hijos huérfanos, las familias divididas y
son muchos los que hasta el momento han sido sancionados por la justicia, pero
no pasamos de ese círculo vicioso.
Y veo con temor que hasta nos estemos acostumbrados
a aumentar la cifra dolorosa de los feminicidios en nuestros medios de comunicación y en ocasiones hasta destacarlos como una primicia (un palo
noticioso).
Sin proponérnoslo, nos hemos vuelto indolentes,
sazonamos con esa satisfacción el que haya surgido una víctima más
producto de la intolerancia, marital, matrimonial y que hayamos perdido el
concepto estricto de lo que es la familia y la convivencia armoniosa.
¿Cuántas van? no me importa, sí me preocupa, que
cada minuto una mujer pierda la vida de manos de su pareja sentimental o ex
pareja, menor o adulta.
Mi cuenta va en sentido del dolor que aflige a otro
hogar, que enlutese a otra familia, que otros niños pasen a ser huérfanos por
la intolerancia y el irrespeto a la vida de los demás.
En mi caso, hace muchos años que vengo predicando
desde los medios que hace falta un programa eficiente en capacitación,
focalizado a los niños desde las edades en que entran a las Estancias
infantiles, siguiendo por CONANI y fortalecido en las escuelas y las
Universidades.
Y lo que debió haberse iniciado hace 20 años,
todavía lo estamos pidiendo a gritos para logar cambiar la cultura de la violencia
de muchos de nuestros hombres.
Es lamentable que sigamos impactándonos con esos
feminicidios, que sigamos pidiendo la pena máxima para los autores y que
sigamos uniéndonos al dolor de los familiares de las víctimas.
Nuestro papel debe ser otro, la educación, al tiempo
de seguir sancionando a los que, por cultura arcaica, sigamos entendiendo que
somos hasta los dueños de las vidas de nuestras mujeres.
Está bueno ya de seguir con el conteo, es tiempo de
que todos empujemos a que desde el Estado se enarbolen políticas de
concientización a nuestra población infantil y que sigamos aplicando la
ley a los asesinos de mujeres, pero es ahora, no mañana, porque mientras más
dilatemos esa concientización, las estadísticas seguirán subiendo.
¡No una más! debería estar acompañada de la
educación de nuestros infantes. ¿Por qué seguir perdiendo el tiempo en
lamentaciones, si no nos traerá la solución…?
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