Por Máximo Sánchez*
Fue a partir de 1986 que comencé a ponerle más
atención a las encuestas que a nuestra propia percepción; para las elecciones
de ese año, el Partido de la Liberación Dominicana hacía presencia nacional,
con actos multitudinarios, inmensas marchas y sus símbolos invadían la visión
de todo el mundo dentro de nuestra geografía.
Para la mayoría de los militantes del PLD, este
arrasaría en la contienda electoral de ese 16 de mayo; y cuando
en alguna
entrevista pública se hacía referencia a las encuestas, los altos dirigentes y
voceros del Partido, respondían diciendo que eran interesadas, y ligando a la
empresa encuestadora con el partido favorecido.
Hubo incluso uno de protagonistas principales, que
se dejó confundir con el humo de la chimenea del tren peledeista; ese fue el
candidato a la sazón del Partido Revolucionario Dominicano, el Lic. Jacobo
Majluta; este candidato creyó tanto en el ruido de la campaña morada, que
desatendió a su contendor principal, o sea al Dr. Balaguer; y ya sabemos, “el
Doctor volvió y volvió”.
Para sintetizar entre la realidad y la percepción,
aquel enorme ruido, se tradujo solo en un 17% del electorado; muchos miembros y
simpatizantes del PLD, rumearon por meses lo que ellos consideraban una
derrota; pero los principales cerebros dirigentes del Partido, sabían que habían
ganado mucho duplicando la votación de mayo de 1982.
En el proceso electoral del 1990, los resultados de
las encuestas eran cónsonos con la percepción de la calle; en el país
electoral, todo el mundo creía que Don Juan ganaría las elecciones de ese año
de manera abrumadora; bueno, la percepción y las encuestas no estuvieron muy
alejadas de la realidad, el PLD fue el partido más votado, pero su candidato no
quiso someterse a una política de alianzas que lo dejó fuera del poder.
Así siguió marchando el Partido de proceso en
proceso; pero ya dando mucha importancia a las mediciones y sondeos de
simpatías y opiniones para uso interno; aquí en este punto, no podríamos
precisar quiénes fueron los primeros en el país en usar la modalidad de las
encuestas para condicional la opinión pública.
El uso de las encuestas en ese sentido, cobró
importancia en el comienzo de la primera década de este siglo XXl, y se ha
mantenido en todos los procesos que se han dado en estos últimos años; ahora
tenemos firmas encuestadoras muy diferentes a las tres o cuatro conocidas en
los 90s del siglo pasado; en estos momentos podemos decir, que hemos llegado a
la época de las encuestadoras sastrerías.
¿Por qué sastrerías?, porque construyen escenarios
imaginarios y ficticios, que convienen solo a los sectores que le pagan la
encuesta, o al sector electoral favorecido por aquel que patrocina el sondeo;
hablamos de trajes a la medida para quien me conviene.
Las últimas mediciones así se han
evidenciado; pero aún con tan buenos sastres en la oposición electoral, al
Partido de la Liberación Dominicana no lo han podido encasillar; le cosen el
traje para que se vea más pequeño, y el muchacho travieso levanta el brazo y
rompe la chaqueta.
*El autor es político, reside en Raleigh, Estados Unidos.-
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