La Transparencia del Tiempo
Por Carlos Darío Sousa S.*
Leonardo Padura,
La Habana 1955, nos brinda nueva vez una
de las aventuras de su personaje insignia, el ex -policía Mario Conde. De
Padura me he leído “El Hombre que amaba los perros”, y que trata con una gran
rigurosidad, dentro de lo que él llama “sustentos históricos, contextos y
escenarios reales” sobre la vida y muerte de Lev Davínovich Bronstein, León Trotsky, asesinado por mandato y
sentencia del dictador soviético Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, más
conocido cómo José Stalin, el padresito de todas las Rusias, o el padre de todo
el terror de la Unión Soviética, por el español José Mercader, el 21 de agosto
de 1940, en su exilio de México. La larga mano de Stalin no tenía límite y
tampoco aquello de que “Moscú no cree en
lágrimas”. Dejémoslo ahí, y si quieren más, léanse las memorias de Nikita
Kruschev.
La
Transparencia, cae dentro de los límites y papel del ex –policía, y esta vez
trata sobre la recuperación de una estatua de una “Virgen Negra”, la epopeya
que le rodea, su procedencia, su “fusión” con la Virgen de Regla y todas las
representaciones del altar Yoruba, de la santería cubana, con referencias a las diferentes
representaciones de efigies de “vírgenes
negras” existentes en diferentes regiones de España.
El argumento
de la novela se remonta a la época de los “caballeros de las santas cruzadas”,
Los Templarios y su posterior persecución y desmantelamiento, más que por
asuntos religiosos y políticos, por asuntos de economía, casi como hoy, un
poder bancario. Sus riquezas como elemento que destapa la “angurria” del rey
francés Felipe IV “El Hermoso”, que junto con el Papa Clemente V y los
dominicos, se encargarían de sacarlos de circulación.
Producto de
esas circunstancias y a raíz del asalto de un convento por parte los
persecutores de los caballeros del
temple, uno de sus miembros logra escapar y lo hace llevándose la reliquia. En esa época, escapar
de la larga mano de la Monarquía y de la Iglesia, era correr una aventura, de
vida o muerte. Y si los Dominicos, los perros del señor, andaban por ahí,
agrego yo, la inquisición andaba cerca.
El asunto es
que la Virgen va a parar a un valle de los Pirineos catalán, donde se rodea de
circunstancias que le dan un sentido cuasi milagroso y de adoración en la
pequeña comunidad donde le han levantado una capilla.
La “Guerra
Civil” española aporta parte del argumento, pues una partida de facinerosos que
se hacen pasar por “anarquistas” asaltan el villorrio en busca, por la fuerza,
de las riquezas “nacionalizándolas”, como se dice ahora. El asesinato de un
padre y su hijo van a desencadenar el posterior desarrollo del argumento.
Obviamente,
un hijo de los asesinados, demostrando un gran valor, saca de la iglesia y de la
villa la sagrada imagen de la virgen y así se inicia un periplo que lo lleva
hasta el puerto de la bahía de La Habana, casualmente a la parte que
corresponde a Regla donde se venera a La Virgen de Regla, la Yemayá de la
santería. (Lo de Baní y su patrona es otra historia).
Tanto la
imagen traída de España y la de Regla, tienen en común que son Vírgenes Negras. “La patrona de Cataluña (Mare
de Déu de Montserrat), conocida como “La Moreneta”, se presta perfectamente a
la confusión, que es aprovechada inteligentemente por Antoni Barral, que en su
huida va a parar al puerto de san Juan de Luz, donde se embarca como polizón en
un barco que viaja hacia Cuba.
De ahí en
adelante no ocurre nada que sea diferente a lo que normalmente ocurre con los
polizones y sobre todo con los emigrantes, aquellos, si no lo tiran por la
borda, trabajarán manteniendo la limpieza de la nave, y éstos, cuando llegan con
papeles, pocos papeles o sin papeles, normalmente nadie pregunta mucho, por lo
que su integración a su nuevo país es casi normal. Esa es la migración y
movimiento de los seres humanos desde hace siglos.
El problema
se destapa cuando la virgen es robada. Un nieto del catalán, que además es gay,
es el heredero de la virgen, que de una u otra forma es evaluada y se sabe que
cuesta lo suyo, no solamente por lo que representa, la rareza, sino por su
antigüedad, ya que se estima que la escultura
es una talla medieval.
Ese robo
destapa toda una serie de situaciones en la que interviene por contrato el ex
policía, que por demás es antiguo compañero de escuela del heredero.
Padura, como
en todas las novelas leídas, siempre le hacen compañía sus amigos de infancia y
de colegio y tienen casi las mismas inquietudes y las mismas aficiones, y las
mismas escaceses que sufren, y hace referencia, la sociedad cubana. Pero como
decíamos hace años, aquí, para un Carta Real siempre alcanza. Siempre aparecía para
la botella de ron y la comida.
Siempre hay
referencias a la vida, el ambiente, el estado de sus edificios, de sus
vehículos, de sus barrios, de los nuevos negocios, los paladares, el cómo viven
los que están enchufados, serán los miembros de la nomenclatura, la sociedad de consumo donde hay de todo, y
de cómo piensan que las cosas van a cambiar…..a pesar de las libretas de
abastecimiento, que les impedía morir de hambre y no les permitía vivir sin
hambre..
No importa
el resultado final, a pesar de los golpes, los asesinatos, la comunidad gay,
los traficantes de arte, de libros viejos, de joyas, (cuanto valía un
Lam) los familiares que están en otros países, de Tamara el amor de Mario, del
Conejo y Palomo, de Josefina, sus amigos del alma que se juntan, también, para
escuchar los discos de Creedence Cleawater
Revival y su Proud Mary (les recomiendo que lo oigan y vean su letra (Dejé un
buen empleo en la ciudad donde trabajaba noche y día para el jefe….)
Como toda
novela tiene que tener una conclusión, y uno una valoración, al final la virgen
aparece y queda en manos de la policía a fin de ver si patrimonio español la
reclama.
Padura es un magnifico relator, creador de
personajes y de argumentos verosímiles, complejos, creíbles, adorables,
imaginativos, sentimentales, o comunes, como los existentes en cualquier
sociedad compleja como la cubana.
La
Transparencia del tiempo es una novela arrebatadora. Se la recomiendo.
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