
se amotinó alrededor de “su amigo del barrio”. Tres días después, dos jóvenes, que no deben pasar de la misma edad que Ángel Gabriel, se veían en un video disparando sus armas sin contemplación sobre el cuerpo del primer teniente Juan Carlos de los Santos en el municipio Haina. El oficial no tuvo tiempo de defenderse. Los jóvenes le dispararon sin piedad, sin remordimiento. Sin importarles que los grababa una cámara. Sin compadecerse de que delante de ellos estaba un hijo del oficial de solo 11 años. En La Romana, dos jovencitos, según las versiones, no mayores de 20 años, mataron de tres balazos a Dionicio Jiménez Mercedes, propietario de una banca de lotería. Son solo tres casos que, de solo comentarlo engrifan la piel. Atemorizan al más valiente. Tres ejemplos que presentan un drama tétrico y un oscuro futuro de la sociedad donde vivimos. Tres casos, pero no porque sean los únicos de esta semana, nooo, se produjeron más y todos igual de preocupantes y dolorosos. Y ante ese cuadro, nos preguntamos ¿Qué está pasando en nuestra sociedad? ¿A dónde se fue el respeto por la vida? ¿Qué le sucede a nuestra juventud?
Un balance a los actos delictivos de los últimos 10 años, da como resultado que en su mayoría han sido cometidos por jóvenes entre los 15 y los 35 años. Por eso, el 95 por ciento de los reclusos de las cárceles del país, al día de hoy, rondan esa edad. Si no hay un cambio en ese rumbo, tendremos una sociedad de viejos en corto tiempo. Hacen falta políticas efectivas desde el Gobierno para enfrentar la delincuencia. Faltan políticas dirigidas a encarrilar a los jóvenes que han tomado el camino equivocado. Hace falta que en el hogar se retome el control de la familia.
La madre de Ángel Gabriel, el que mató a Carmelo Amaro, pide que a su hijo “no le hagan un pellizco” porque lo entregó sano y limpio. La esposa de Carmelo Amaro le respondió “el pellizco que él le hizo a esta familia, es tan grande que nunca tendrá cura” ¿Se entendió el mensaje?
Por Dios… hacia dónde vamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.