17 de junio de 2018

EXPRESIONES

Reverencia

Por Tomás Aquino Méndez

ReverenciaNo puedo hablar a nombre de todos los dominicanos. No quiero ser vocero de la generación que represento, aunque conozco a cientos que creen como yo, de que merecen ser honrados todos los que pisaron la arena y el lodo de nuestras montañas y playas en l949 y l959 para enfrentar la tiranía más sangrienta de América Latina.

No puedo condenar a quienes han querido lanzar lodo sobre su memoria, pero quiero expresar lo que siento. No importa si hicieron su arma
para UN SOLO TIRO o descargaron el fusil con el que vinieron a combatir al tirano y su familia. Carece hoy de importancia si fueron apresados en una emboscada o se rindieron al verse acorralados por la jauría salvaje de sabuesos al servicio del sangriento dictador y ambicioso criminal.

A esos mártires, encabezados por Delio Gómez Ochoa, les rindo homenaje cada día, porque desde que adquirí conciencia en las aulas de la escuela de mi natal Tamayo, he respetado su valentía y coraje de venir a una tierra desconocida a luchar contra un régimen dictador y corrupto. Los objetivos que lo trajeron no fueron personales y eso merece el respeto de todos. Los que murieron y los que vivieron deben ser venerados.

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El objetivo no era morir en las montañas, era contribuir para que este país saliera de quien dominaba a sangre y fuego la nación. El fin era lograr la salida del poder de el dictador y su séquito, y evitar que en el futuro algunos de los adláteres y descendientes de él, pudiesen seguir sus pasos y colocar nuevamente el yugo opresor sobre este pueblo. Hay quienes hoy hablan de la necesidad de una mano fuerte para dirigir el país, son los que ven el deterioro de la seguridad ciudadana y la falta de protección.

Pero, seguro no quieren un dictador y menos un Trujillo, desean reglas, orden, paz y respeto. Quienes hablan de un Trujillo es porque han dedicado poco tiempo a escudriñar la historia y escuchar los testimonios de miles de dominicanos víctimas de aquél desgobierno de 30 años. Un régimen de crímenes, asesinatos, secuestros, y donde solo podían robar y disfrutar de todos los placeres el sátrapa y su séquito. Es una verdad a medias aquella de que, ‘cuando El Jefe se dormía en la calle, a nadie le quitaban lo suyo’. Digo a medias, porque si al asesino gobernante o algún esbirro suyo lo quería, usted era hombre muerto.

Es que, hasta en cada casa era obligatorio tener el famoso letrero que rezaba: “En este hogar, Trujillo es el jefe”.  Contra eso lucharon los que vinieron en l959. Contra eso luchó Delio Gómez Ochoa, el único sobreviviente de aquél episodio. Con su presencia ayudó a sembrar el germen de la valentía, que dos años después incidió para que otros valerosos dominicanos, cansados de las atrocidades del régimen, decidieran poner UN BASTA YA. ¿Que creó empresas y mantuvo la paz de los cementerios? Si, igual que un Pablo Escobar, creó barrios y dio de comer a miles, pero por eso no era un hombre bueno y defendible. ¿Que la democracia ha fallado? ¡Cierto!

Busquemos fórmulas para hacerla funcional, sin perder el derecho a hablar, a disentir, a tener hijos e hijas que por su belleza o sus ideales no sean capricho para un gobernante asesino y deprabado. Por medio del único luchador vivo de aquella gesta de l959, reverencio a todos los que vinieron a enseñarnos que el criminal gobernante de esa época, no era invencible. Son mezquinos quienes pretendan hoy restar méritos a quien, sin ser ENTES NI PARIENTES DE NADIE en esta tierra, decidieron venir a luchar contra la dictadura que nos aplastaba.

¡Loor y honra a esos patriotas, a quien vive y a quienes murieron en combate o tiempo después! ¡Mi respeto y cariño comandante Ochoa! ¡Hasta la victoria Siempre! Es el sentir de quienes le queremos, reconocemos y respetamos su sacrificio por este país, quienes somos más, la mayoría de este pueblo.

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