Por Nelson Rodríguez
Los rejuegos tácticos del jueves alrededor de la ley de partidos me
reafirman en el criterio de que es una discusión hipócrita porque el
objetivo último es torpedear la propia ley. Cada sector hizo ese día su
movida, tinta en mañosería y trapisonda, y todos resultaron gananciosos
al desacreditar el proyecto a un punto tal que, sin importar cómo se
vote, será el parto de los montes.
El ciudadano debe limitarse a tomar
nota y dejarlos que se consuman en ese ambiente maleado en el que se
ocultan las reales intenciones. A la postre, perderán todos por
mentirosos porque la verdad, que no podrán comprar, habrá de coincidir
con la realidad, pues por su misma esencia, como lo sentenció monseñor
Arnaiz, es insobornable y exigente.
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