Aunque, teóricamente, nuestros líderes políticos,
empresariales, religiosos y de la “sociedad civil” se presentan como
DEFENSORES de los intereses de la mayoría, en la práctica demuestran lo
contrario. Para muestra dos ejemplos: el proyecto de Partidos Políticos y
el nuevo Código Penal.
Estas piezas, con un consenso que ronda el 95 por ciento en cada caso, no ha sido posible convertirlas en ley por dos artículos que, según mi consideración, han debido ser EXCLUIDOS YA
de dichas piezas y dotar al país de dos leyes claves para el mundo político y al sector judicial.
Al parecer se ha perdido entre esos sectores, la vocación de diálogo y el raciocinio. La paz y tranquilidad del país ha sido puesta en el último lugar.
Amplios sectores han valorado como positivos los dos proyectos.
Cada uno en su área correspondiente: la justicia y la política. Se han convocado debates, encuentros, conversatorios y en cada uno se realza las bondades de las piezas. Sin embargo, cada uno tiene UN ESCOLLO.
La ley de
Partidos Políticos tiene como traba lo relacionado con la celebración de
primarias a lo interno de los partidos. El debate es si son cerradas o
abiertas ¿es eso un real motivo para que el proyecto, que contiene
tantos aspectos positivos, fundamentalmente en la regulación de las
campañas y el control a las “donaciones” económicas a partidos y
candidatos, haya permanecido tanto tiempo engavetado? Desde mi punto de
vista, ese aspecto es solo un argumento para evitar los controles que
impondría esta ley, que, públicamente, todos aceptan. Es tiempo de que
el liderazgo político y los legisladores, se pongan de acuerdo y
aprueben ese proyecto, digo, si es verdad que desean CLARIDAD y manejo
honesto en el ámbito de las campañas electorales.
Del otro proyecto que hablo es del Código Penal. Se ha debatido, fuera y dentro del Congreso, en las iglesias, los partidos, clubes y organizaciones comunitarias. Todos valoran su contenido en lo referente al cambio que experimentaría la justicia con su entrada en vigencia. Pero, el artículo relacionado con el aborto frena su aprobación. Sectores que desean se incluyan tres causales que consideran “claves” para reconocer derecho a la mujer de decidir, cómo, cuándo y de quien tener un hijo; otros que entienden ese código debe respetar el derecho a la vida y reconocer el derecho a vivir de la criatura, desde que se forma en el vientre de la madre ¿Si lo demás es bueno y ese artículo impide aprobar una ley positiva, por qué no sacar ese aspecto y dotar al país de un código actualizado, defendido y aprobado por la mayoría? No es que los artículos que frenan la aprobación de dichas piezas no sean importantes, entiéndanme, creo que sí lo son. Lo que no creo justo es que una ley con un contenido valorado por todos como importante y necesario para regular el activismo político y la otra para proveer la sociedad de un aspecto legal más moderno y eficiente, estén trabadas, impidiendo a la sociedad recibir el beneficio de su contenido.
Es tiempo de que las diferencias, las pasiones y la cerrazón entre las partes se dejen de lado. Que se abran a las discusiones. Si para dotar al país de la Ley de partidos, es necesario excluir la discusión de las primarias, que se deje fuera y se retome luego ese debate. Lo mismo con el artículo relacionado a las causales del aborto, si es el clavito en el zapato del nuevo código, que se saque y se elabore una ley que contenga lo relacionado con ese tema.
Que prime y se ofrezca al pais esa Ley de Partidos y el nuevo Código Penal.
Estas piezas, con un consenso que ronda el 95 por ciento en cada caso, no ha sido posible convertirlas en ley por dos artículos que, según mi consideración, han debido ser EXCLUIDOS YA
de dichas piezas y dotar al país de dos leyes claves para el mundo político y al sector judicial.
Al parecer se ha perdido entre esos sectores, la vocación de diálogo y el raciocinio. La paz y tranquilidad del país ha sido puesta en el último lugar.
Amplios sectores han valorado como positivos los dos proyectos.
Cada uno en su área correspondiente: la justicia y la política. Se han convocado debates, encuentros, conversatorios y en cada uno se realza las bondades de las piezas. Sin embargo, cada uno tiene UN ESCOLLO.
Del otro proyecto que hablo es del Código Penal. Se ha debatido, fuera y dentro del Congreso, en las iglesias, los partidos, clubes y organizaciones comunitarias. Todos valoran su contenido en lo referente al cambio que experimentaría la justicia con su entrada en vigencia. Pero, el artículo relacionado con el aborto frena su aprobación. Sectores que desean se incluyan tres causales que consideran “claves” para reconocer derecho a la mujer de decidir, cómo, cuándo y de quien tener un hijo; otros que entienden ese código debe respetar el derecho a la vida y reconocer el derecho a vivir de la criatura, desde que se forma en el vientre de la madre ¿Si lo demás es bueno y ese artículo impide aprobar una ley positiva, por qué no sacar ese aspecto y dotar al país de un código actualizado, defendido y aprobado por la mayoría? No es que los artículos que frenan la aprobación de dichas piezas no sean importantes, entiéndanme, creo que sí lo son. Lo que no creo justo es que una ley con un contenido valorado por todos como importante y necesario para regular el activismo político y la otra para proveer la sociedad de un aspecto legal más moderno y eficiente, estén trabadas, impidiendo a la sociedad recibir el beneficio de su contenido.
Es tiempo de que las diferencias, las pasiones y la cerrazón entre las partes se dejen de lado. Que se abran a las discusiones. Si para dotar al país de la Ley de partidos, es necesario excluir la discusión de las primarias, que se deje fuera y se retome luego ese debate. Lo mismo con el artículo relacionado a las causales del aborto, si es el clavito en el zapato del nuevo código, que se saque y se elabore una ley que contenga lo relacionado con ese tema.
Que prime y se ofrezca al pais esa Ley de Partidos y el nuevo Código Penal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.