25 de abril de 2018

El Conflicto en el PLD Está en un Relativo Punto Muerto

Por Felipe Ciprián
El conflicto del PLD está en un relativo punto muertoEl calendario electoral marca que en 24 meses se celebrarán las elecciones nacionales para escoger al Presidente de la República, al Vicepresidente de la República, a los senadores y diputados, pero los cuatro partidos más representativos están metidos en rebatiñas internas que les impiden perfilar un candidato presidencial sostenible.


La confrontación en el gobernante de todos los poderes Partido de la Liberación Dominicana (PLD) es la más significativa porque además de que se caracteriza por el más álgido encontronazo entre el presidente Danilo Medina que ya pocos dudan que quiere continuar al mando por un tercer período y el expresidente Leonel Fernández que quiere regresar para iniciar su cuarta “obra de gobierno”.

Desde octubre que inicié estas entregas, he dicho que esa es la confrontación principal en el peledeísmo, que ahora se abre como una bolsa de caoba para dejar al descubierto dos tipos de semillas: el danilismo gobernante y el leonelismo aspirante a regresar al poder.

La discrepancia está en un relativo punto muerto porque los danilistas con mayoría absoluta en el Senado acaban de pasar el proyecto de Ley de Partidos con primarias abiertas, pero se dice que no cuentan con mayoría en la Cámara de Diputados, donde la concertación pasiva entre leonelistas, perremeístas y reformistas impediría su aprobación en esos términos.

Esa doble aprobación en el Senado pondrá a prueba a las fuerzas de Leonel en el Congreso, pues si están dispuestas a determinar si el gas pela, el presidente de la Cámara de Diputados, Rubén Maldonado, integrante del leonelismo, pondrá el punto en agenda para debate, pero si ese sector prefiere bañarse con agua tibia, dejarán el proyecto en el limbo y congelan el actual “modus operandi” electoral que también favorece a Danilo porque no hay controles para el uso de los recursos del Estado ni fuerzas opuestas para lograr que la JCE los imponga en forma administrativa.

Sostengo que la crisis interna del PLD está en un punto muerto relativo porque a pesar de que el danilismo sabe que no tiene la mayoría necesaria entre los diputados para pasar esa ley orgánica, tomó la iniciativa de echar a andar su propuesta en el Congreso Nacional.

Seis senadores aun leales a Leonel y los dos del Partido Revolucionario Moderno (PRM), fueron claramente contrarios al proyecto danilista, con su retiro de la sesión donde se aprobó en primera lectura y luego con su voto contrario en la segunda.

Pero aparte de esa acción defensiva -ningún capitán ha ganado nunca una batalla solo defendiéndose- nada más han hecho los leonelistas (aparte de los insultos del doctor Franklin Almeyda, quien consideró que sus perros son más inteligentes que los legisladores que aprobaron ese proyecto) y mucho menos los del PRM y el resto de la oposición.

Otra oportunidad perdida
Cuando vi el retiro de los senadores leonelistas, pensé (siempre con la duda cartesiana) que tal vez ese gesto eclesial podría ser seguido de un proceso de cuestionamiento y hasta movilización de masas peledeístas reclamando el derecho de la militancia a escoger a sus dirigentes y a sus candidatos, como dicen sus estatutos y como consagra la Constitución.


Pero nueva vez me quedé esperando y el cachimbo no humeó nada. Para mayor decepción, esperé sin escribir para ver qué diría el líder (Leonel Fernández) en su próximo artículo en el Listín. Efectivamente, hizo un relato de los grandes logros de “los gobiernos” del PLD, que a su juicio, han puesto a este país en grandes escalones del desarrollo y la democracia. ¡Nada dijo de la plancha que le pasó el danilismo en el Senado!

Naturalmente, Leonel olvidó hablar de la corrupción a pesar de que el tumor de la Omsa, con asesinato incluido y con la muy probable complicidad de un órgano estatal de control de gasto, pasa de los 3,000 millones de pesos en poco más de cinco años, información que estaba -y está- más caliente que el mejor pan.

Tampoco recordó el vertiginoso crecimiento de la deuda, la inseguridad ciudadana, el auge del sicariato, los feminicidios, la impunidad judicial, la exclusión de los jóvenes del empleo y el desorden migratorio.

Después que el danilismo lo bate sin escuchar sus sólidos argumentos sobre el carácter inconstitucional de las primarias abiertas que digo una vez más que en esto Leonel tiene razón y como él defiendo (aunque sea con palabras) el derecho de los miembros de cada partido a escoger a sus dirigentes y a sus candidatos sin injerencia de ningún tipo de otros ciudadanos o actores interesados, sus declaraciones han ido en el tono de descartar una ruptura orgánica del PLD, y más aun, “garantizando” que van unidos y a ganar las próximas elecciones.

¿Candidato por indulgencia?
Debo ser un tonto muy grande o un desengañado impenitente, pero no veo forma de que Leonel y su fuerza interna en el PLD detengan el proyecto de repostulación de Danilo, porque mientras el gobernante hace todos los preparativos políticos e institucionales para garantizar ese objetivo, el leonelismo aguanta tablazos y no reacciona, como si apostara a una indulgencia o a un suicidio político del mandatario.


Los danilistas son expertos en neutralizar a Leonel y hay que reconocer que actualmente están jugando con las cartas sobre la mesa, cuando el líder del PLD puede predecir el resultado, y nada apunta a que éste aproveche esas circunstancias para mejorar su posición antes de que las “armas pesadas” del danilismo comiencen a descargarse contra su proyecto.

Todo indica que Leonel prefiere una pelea de boxeo político en el plano del “jabeo” de izquierda y coger esos golpes sin cubrirse la cara y sin reaccionar para no tener que enfrentarse a la posibilidad de un “jab” de derecha o un “uppercut” que lo derribe definitivamente.

Y si sus seguidores se adaptan a ese tren de pelea por el poder, tienen que tomar adiestramiento de paciencia porque el éxito puede estar a muy largo plazo, tanto, que biológicamente pocos de ellos sobrevivirían para disfrutarlo.

Y lo digo porque hace mucho tiempo leí un texto de un estratega vietnamita, más viejo aun, que decía: “El océano sostiene al barco, pero si lo desobedece, también puede hundirlo”, lo que traducido al idioma cibaeño quiere decir que en política “ei baico es ei lídei y ei océano es ei pueblo”, por lo que si el líder no encarna y manda al pueblo, este le da la espalda.

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