Durante
los últimos meses del año pasado y los primeros de este 2018, han
disminuido los grandes y estruendosos crímenes y asaltos. Eso es
cierto. Por eso el director de la Policía y desde diferentes
ministerios del Gobierno se habla de una reducción de los homicidios.
Pero,
esa realidad inocultable, no puede cegarnos ni cegar a las autoridades ,
ante el hecho de que aquí, todos los días, se producen entre 10 y 20
asaltos, incluido crímenes de gente humilde del pueblo, e incluso
militares y policías, como el teniente José Alejandro Paniagua.
El
caso de los esposos de Pedernales, asesinados por desconocidos, no se
conoció hasta que los residentes en esa comunidad fronteriza decidieron
buscar por sus propios medios a los responsables del hecho. Mientras
eso no ocurrió, para las autoridades los días pasaron como si el
homicidio, a pesar de sus grandes magnitudes, no había sucedido. Caso
como ese se han producido en diferentes puntos del país, incluyendo la
capital, claro, no cometido por haitianos.
Un
comerciante fue asesinado en el interior de su negocio en el barrio
Cien Fuegos de Santiago. Dos vigilantes fueron asaltados y asesinados en
Bonao. La dueña de una financiera fue asaltada en La Romana, gracias a
Dios no perdió la vida, aunque la despojaron de 250 mil pesos. Un
empleado de un comercio de Galván fue asaltado y dejado por muerto.
El
joven estudiante Albert Ramírez Alcántara, lleno de sueños e ilusiones,
fue asesinado para despojarlo de un celular, la policía ni datos
ofreció. Un hacendado de Villa Vásquez, en el noroeste fue despojado de
una importante suma de dinero, goleado y amenazado.
El
pasado miércoles, un empleado del Listín Diario fue asaltado y despojado
de dinero en efectivo y de todos sus documentos. Dos bancas de apuesta
fueron asaltadas en Barahona en menos de 24 horas, llevándose dinero en
efectivo. La lista se torna interminable.
Viendo
los noticiarios de televisión del día de ayer, vi a residentes en Villa
Consuelo, Villa Juana, en Villas Agrícolas, en Los Mameyes,
Guachupita, Capotillo y en Sabana Perdida, quejarse de que no pueden
salir a las calles después de las 7 de la noche porque los asaltan, los
despojan de sus pertenencias y muchos resultan heridos.
Es
cierto, los homicidios han disminuido, pero la delincuencia y los
asaltos parecen haber aumentado. Todo esto sucede sin que las
autoridades tomen el control de la situación ni ofrezcan alguna información. Cuando se les ha expuesto la problemática a las
autoridades policiales, la respuesta ha sido que se trata de SIMPLES
RATERIAS, porque los homicidios casi han desaparecido. Es CASI, pero
no. La población está atemorizada, expuesta y obligada a cambiar su
rutina de vida.
La
gente se encierra en casa temprano, no va a la misa mañanera, no visita
parques por las noches y ha limitado las visitas a familiares y amigos.
Con ese temor no se puede vivir. Albert Ramírez Alcántara, la más
reciente víctima de la delincuencia, es el ejemplo. Excelente
estudiante, amigo solidario, hijo ejemplar. Fue asaltado para despojarlo
de un celular y con el aparato se llevaron una vida productiva. No
bastan las cifras y anuncios de reducción de los homicidios. Necesitamos
MAYOR SEGURIDAD y PROTECCIÓN en las calles de nuestro país.
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