Por Benny Rodríguez
Hoy, (ayer domingo), opté por quedarme en casa y no salir, salvo algunas
excepciones: llevar mi hija mormona a la iglesia e ir a buscarla o hacer el
mercado, como cada domingo. A mi me gusta, pero a mi mujer le encanta que lo
haga.
Ella dice que sé comprar mejor que ella y yo, como defiendo a ese ser de
luz, a ese ser que da vida, sin decir media palabra fuimos al mercado y
compramos lo que necesitamos para la semana, claro, siempre que haya plata, y no
Leonardo.
Lo digo, porque quise escribir lo que me ocurrió, que puede ocurrir a
cualquier profesional de la comunicación que ejerza el periodismo, porque lesionamos
intereses y como lo dijo en una historia de apoyo de nuestro presidente
nacional Olivo De León, “el periodismo no puede estar al servicio de grupos”.
Nos decidimos a estudiar Ciencias de la Comunicación Social, ahora
mención periodismo o RRPP, mucho antes de saber que existía como carrera en la
universidad, me refiero a la UASD, porque no hubiese logrado ese sueño si la
Primada de América no existiera. Leíamos como los locutores de noticias y
practicábamos como lo hacían los reporteros.
Radio Enriquillo fue la gran escuela, allí aprendimos, de la mano de
Alcibíades, Lito, Carlos González, Rafael Pineda, Luis Darío, Roberto Reyes,
Guillermo Cuevas, Ramón Sena, Dan Acosta, Oscar Acosta, Niningo, Adita y muchos
otros, a ver y dar la noticia diferente. Dando el protagonismo a las
organizaciones y a la gente que lucha por sus comunidades.
Sabíamos y nuestra madre, Urdina Mateo Castillo, nos advirtió de la
peligrosidad, mi padre, Rufino Rodríguez, quería que fuésemos policía, pero nos
decidimos por estudiar periodismo, consciente de los riesgos. Nuestra osadía
contagió, primero a mi prima Sofi, luego a mi hija, Vanessa. Para mí como lo ha
dicho el Gabo, Gabriel García Márquez, “es el mejor oficio del mundo”.
Lo hicimos consciente a qué nos enfrentábamos porque el periodismo
lesiona intereses, pero a quien favoreces en un momento determinado para ese
eres el “bueno”, el buen Samaratino que labó las heridas del herido que se
encontró en el camino, pero cuando es lo contrario serás “Judas”, ese personaje
biblico que por treinta monedas y un beso vendió a Jesús.
A mí me pasó en la recién pasada semana. Resulta que “ahora” soy
“enemigo” de los profesores, a quienes rechacé un intento de soborno, una
migaja con la que, de haber accedido, hubiese traicionado mi profesión, a la
gente que nos sigue y cree en nostros y hoy no hubiese podido defenderme, pero
resulta que ahora soy el malo de la película porque cumplimos con nuestra
misión sagrada como periodista.
Soy el malo, porque vimos interés periodístico en un pronunciamiento de
Miguel Ángel Féliz, presidente de la ADP en Barahona, que invitaba a los
profesores desvinculados de la nómina del Minerd, a matar al ministro de
Educación Andrés Navarro, antes de hacerlo contra sí mismos quienes se encuentren en esa
situación. Nada más descabellado e insólito y una metida de pata, desde nuestro
humilde punto de vista.
Hacer pública esa información, luego de determinar era una información
podía interesar, como en efecto ocurrió, construimos la historia, ganándonos la
animadversión de los “profesores”, como resultó con Danitsa Espinosa,
directora de un colegio para niños y niñas especiales de una congregación
episcopal.
Ella (Danitsa), intentó de agredirnos, primero con insultos, haciéndome
recordar a “Los Paleros”, usados por la dictadura para amedrentar a quienes no
seguían su oprobiosa dirección. Gracias al manejo de mi
inteligencia emocional e intervención de la Maestra Carmen Reyes, esposa de
Héctor García Féliz (Néstor), poeta y abogado desde "chiquitico",
aquello se hubiese dado a más.
Todo porque, volviendo a lo que exponemos más arriba, construimos una
historia a partir de los pronunciamientos de Miguel, quien fue mi profesor de
algebra en séptimo en el Liceo Dr. Federico Henríquez y Carvajal y fue el
detonante de lo ocurrido.
Solapadamente, la “profesora” Espinosa pidió perdón por lo que hizo,
aunque trata, como es natural, de decir que no hizo lo que hizo. Incluso,
miembros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), que no sé por qué
son miembros, pues no son periodistas ni estudiaron periodismo, mucho menos son
trabajadores de la prensa, (el SNTP debe hacer una purga), cuestionaron a
comunicadores que tampoco lo son, pero han tenido la vergüenza de no hacer
juicios de valor o apoyarnos a nosotros.
Ese amigo, miembro de nuestra entidad, sin razones para ello, cuestionó
a ese amigo diciéndole que él estaba ahí, ciertamente estaba y no hizo nada
para evitar lo que pudo haber provocado la “profesora”, para decir en las redes
sociales: “yo estaba ahí” y no fue como sucedió.
En un popular espacio mañanero, muy escuchado por cierto, nos maltrató
otro amigo, pero no le retiramos nuestra amistad, no he perdido la capacidad de
amar, incluso puso palabras en nuestra boca que no dijimos,
pero él es abogado no periodista y, por tanto, no tiene porqué actuar
diferente, además, es reformista como la “profesora”, aunque coquetea con
Amable y no nos sorprende su defensa hacia ella.
Otros, apelando a nuestra “hermandad” desde los 90s, buscó una manera
salomónica de ver aquello, claro, él es mi hermano y yo lo creo así, pero
Danitsa es de su barrio y, por tanto, debió colocarse en un punto intermedio,
no como su compañero de programa o como el otro miembro del SNTP que cuestionó
al comunicador porque él “estaba ahí”. Otro del mismo espacio dijo que éramos
"sencionalista", con respeto, creo desconoce el término, porque en lo
que hicimos no estuvo presente ese elemento.
De modo que la actitud asumida por algunos “comunicadores” miembros del
SNTP, invita a realizar una profilaxis a lo interno del Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Prensa, para sacar a aquellos que no merecen estar porque no
han estudiado periodismo o porque son enemigos de nosotros los periodistas con
su forma de supuestos "colegas" de la prensa.
De todas formas, quiero dejar claramente establecido que no nos
arrepentimos de haber estudiado periodismo y prepararnos en el oficio, porque
estamos conscientes de los riesgos.
Creo en lo dicho por Manuel Buendía, un periodista mejicano, asesinado
el 30 de mayo de 1980: “La libertad del periodista es como el soldado en
combate. No hay libertad para desertar, para traicionar, para pactar con el
enemigo, ni para aceptar sus sobornos o pasarse al campo contrario con armas y
bagaje”.
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