
Un ejemplo de donde nos llevaría esa insensatez: Hace años que el país lucha por hacer que se cumplan las leyes de tránsito. Hasta ahora, misión imposible. Imagínense que en vez de seguir buscando mecanismos para hacer esta ley efectiva, se disponga que los conductores se vayan en rojo y se estacionen donde deseen, porque nadie cumple la ley vigente. O imagínese que en vez de insistir en fórmulas para hacer que todos paguemos la energía y desaparezcan las conexiones ilegales, las autoridades permitan que todos rehusemos pagar la luz y recurramos a la conexión ilegal: Vendría el caos.
Por eso me llama la atención que la propuesta del ministro de Trabajo, José Ramón Fadul, sobre la ley que establece normas específicas para garantizar el empleo a los dominicanos, no haya generado una reacción de rechazo más enérgica en sectores nacionales.
O sea, aquí existe un Código Laboral que dice como se distribuye la mano de obra en la industria, la agropecuaria, el sector empresarial y todo el sector laboral. De cada 100 empleados, 80 deben ser dominicanos y 20 extranjeros.
Sucede que la ley en ese sentido está siendo violada hace tiempo. Últimamente, diversos sectores han estado reclamando el cumplimiento de ese mandato, pero la respuesta del Ministro de Trabajo, responsable de hacerlo cumplir, es UNA PROPUESTA PARA CAMBIAR LA LEY.
Quiere decir que como él no tiene fuerza para hacer que esto se cumpla, lo que propone es modificarla, acomodarla para que los extranjeros tengan más espacio en el mundo laboral dominicano. El mandato debe ser, que se cumpla le ley.
Quizás esa sería una forma más fácil de gobernar: cada vez que una ley no pueda cumplirse se reforma y se ajusta al ciudadano. También sería una forma más IRRESPONSABLE de asumir la conducción de un Estado.
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