Por Nélsido Herasme
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Soy de los que entienden que todos los argumentos
esgrimidos en torno a esta forma sencilla de protestar, no tienen asidero, por
tanto no hay valladar que la detenga.
El escarceo y la preocupación de peledeistas
enquistados en el poder, se desprenden porque su paso arrollador apunta hacia
las autoridades oficiales, para que pongan freno a los actos de corrupción que
se suscitan uno tras otro en la actual gestión que encabeza el Partido de la
Liberación Dominicana.
Es la misma entidad política que formó Juan Bosch, la
que ha sido permeada por una nebulosa corruptiva.
La misma organización que creó el presidente Bosch,
desde donde uno de sus adeptos llegó a dividir el país entre “corruptos y
peledeistas”.
Es el propio PLD el que vendió orden, disciplina y
honestidad, el que ha caído en la trampa de sus propios principios.
Es el cuerpo del partido de los morados el que se ha
llenado de llagas, como consecuencia de las acciones indelicadas y perversas,
practicadas desde el seno de los gobiernos ejercidos en los últimos 15 años.
Los peledeistas, ahora con el agua en el cuello, no
hayan la forma de complacer a los verdistas que al parecer no tienen pensado
detener la marcha.
El gobierno de Danilo Medina prefiere jugar a lo
mediático y a través de sus resortes judiciales no tomar la sartén por el mango
y someter a los corruptos del pasado, porque los suyos se irían de
encuentro.
Ahora es más que evidente la desesperación del
gobierno, que busca criminalizar las protestas pacíficas contra la
corrupción y la impunidad, a través de acciones ilegales encabezadas por el
Ministerio de Interior y Policía y de detenciones policiales, como el reciente
caso del movimiento popular “Los Peregrinos de Moca”, donde uno de sus cabezas
visibles fue apresado bajo el alegato de posesión de drogas.
Una cosa decimos, si no hay sanciones en el país para
la delincuencia política vinculada al caso Odebrecht y otros eventos corruptos,
el gobierno puede dar por seguro que las calles de la República seguirán
pintadas de verde.
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