7 de mayo de 2017

Destino Verde

Por Nélsido Herasme
El gobierno, sus funcionarios y las bocinas a su servicio no encuentran la fórmula de cómo poner a madurar la marcha verde para que gotee. Desde un principio, y a partir de la primera que se hizo el pasado 22 de enero de este año, “la aplaudieron por el grado de orden y civilidad exhibidos en ella”, pero luego, al ver que la lucha y la protesta en contra de la impunidad y la corrupción tomaban fuerzas el gobierno y sus medios iniciaron su satanización.
Hoy dicen que la marcha es dirigida por los partidos de oposición, antes habían expresado que los generadores eléctricos estaban detrás de ella y que en su seno hay personas sindicadas como corruptas y, por último, que la misma se está tornando subversiva, porque desde ella se pretende desestabilizar el orden y al gobierno.
Soy de los que entienden que todos los argumentos esgrimidos en torno a esta forma sencilla de protestar, no tienen asidero, por tanto no hay valladar que la detenga.
El escarceo y la preocupación de peledeistas enquistados en el poder, se desprenden porque su paso arrollador apunta hacia las autoridades oficiales, para que pongan freno a los actos de corrupción que se suscitan uno tras otro en la actual gestión que encabeza el Partido de la Liberación Dominicana.
Es la misma entidad política que formó Juan Bosch, la que ha sido permeada  por una nebulosa corruptiva.
La misma organización que creó el presidente Bosch, desde donde uno de sus adeptos llegó a dividir el país entre “corruptos y peledeistas”.
Es el propio PLD el que vendió orden, disciplina y honestidad, el que ha caído en la trampa de sus propios principios. 
Es el cuerpo del partido de los morados el que se ha llenado de llagas, como consecuencia de las acciones indelicadas y perversas, practicadas desde el seno de los gobiernos ejercidos en los últimos 15 años.
Los peledeistas, ahora con el agua en el cuello, no hayan la forma de complacer a los verdistas que al parecer no tienen pensado detener la marcha.
El gobierno de Danilo Medina prefiere jugar a lo mediático y a través de sus resortes judiciales no tomar la sartén por el mango y someter a los  corruptos del pasado, porque los suyos se irían de encuentro.
Ahora es más que evidente la desesperación del gobierno, que  busca criminalizar las protestas pacíficas contra la corrupción y la impunidad, a través de acciones ilegales encabezadas por el Ministerio de Interior y Policía y de detenciones policiales, como el reciente caso del movimiento popular “Los Peregrinos de Moca”, donde uno de sus cabezas visibles fue apresado bajo el alegato de posesión de drogas.
Una cosa decimos, si no hay sanciones en el país para la delincuencia política vinculada al caso Odebrecht y otros eventos corruptos, el gobierno puede dar por seguro que las calles  de la República seguirán pintadas de verde.    

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