22 de abril de 2017

El Centro Histórico de Barahona Posee un Valor Incalculable y Debe ser Protegido

Por David Ramírez

El centro histórico de Barahona posee un valor incalculable y debe ser protegidoLa ciudad de Barahona conserva en su centro histórico, decenas de inmuebles construidos con una bella arquitectura en madera y hormigón, los mismos poseen un valor histórico incalculable. Cada año la ciudad pierde parte de su identidad cultural por la destrucción de estos valiosos inmuebles para darle paso a modernas viviendas, edificios o parqueos.

Esta triste realidad, que atenta contra nuestro valioso patrimonio cultural, refleja el desinterés y la falta de sensibilidad por parte del Ayuntamiento, la Gobernación y otras instituciones. El centro histórico de Barahona cuenta con un inventario de todos sus inmuebles.

En el año 1986, el Centro de Inventario de Bienes Culturales, organismo perteneciente al Ministerio Nacional de Patrimonio Cultural, realizó a la ciudad de Barahona un inventario de lo que había sido su crecimiento por etapa, determinando cual era el área que tenía más repercusión dentro de lo que podría considerarse una arquitectura propia de la ciudad.

El levantamiento de ese inventario arrojó que el 70% de los inmuebles de lo que se había enmarcado como centro histórico de la ciudad, estaba construido en madera, aunque en muchos de ellos, con base de hormigón.

El centro histórico de Barahona, etapas de crecimiento. Las primeras casas de la ciudad de barahona comenzaron a construirse en lo que hoy es conocido como el barrio La Playa, una especie de caserío de pescadores en terrenos que fueron utilizados, poco después, por sus primeros habitantes, para el corte de madera de guayacán, caoba y roble como leña, convirtiéndose luego esta actividad en el principal sostén económico de la zona por muchos años.

De estas primeras casas de pescadores, que fueron una especie de bohíos, construidas con madera de palma o tabiques, no quedan rastros históricos.

Este primer asentamiento, fue originando un crecimiento de la población hacia la zona noroeste, con viviendas con escaso valor arquitectónico, de las cuales aún quedan pocos vestigios, como son las casas que se encuentran en los alrededores de la zona del parque de los Sueros.

Para la arquitecta Gladys Leticia Tejeda, subdirectora técnica del Ministerio Nacional de Patrimonio Monumental, (quien fue la persona responsable de realizar el inventario en el 1986), el valor en que radica el centro histórico de Barahona, al poseer una arquitectura en madera con base de hormigón, es resultado de la conjugación de acontecimientos históricos, políticos y sociales divididas por etapas.

La arquitecta Tejeda divide el surgimiento del centro histórico de la ciudad, en dos etapas del crecimiento, las mismas comprenden los periodos de 1900 al 1930 y del 1930 al 1958.

La primera etapa, la de 1900 al 1930, es la representación más importante de la arquitectura de la ciudad, por ser el periodo con el mayor porcentaje de obras construidas, muestra signos del poder comercial de aquella época representada con la llegada de los inmigrantes judíos, libaneses, sirios y dominicanos, atraídos por el crecimiento económico de la zona.

En esta etapa se construyen los edificios esenciales para dar servicio a la población, con materiales poco duraderos, como son madera, zinc y algunas casas con mampostería u hormigón, (cabe destacar que la primera casa construida totalmente con hormigón, fue la de Luis E. Del Monte).

Es una etapa con una rica arquitectura. Entre los edificios construidos en esta etapa se encuentran, la gobernación (hoy biblioteca municipal), el primer templo católico (hoy academia Franciscana), el Parque Central, el edificio del Cuerpo de Bombero, el Cine Unión, el parque de los Sueros, entre otros.

Cabe mencionar también, que en esta etapa son trazadas las calles y algunas de ellas pavimentadas, lo cual conllevó a que muchas casas, sus propietarios tuvieran que anexarle una parte en hormigón para que sirvieran de escaleras (ejemplo de estas casas son las que están ubicadas en las calles Jaime Mota o Nuestra Señora del Rosario) y a otras se les construyeron galerías también en hormigón, pero manteniendo su estructura en su totalidad en madera.

Para la arquitecta Tejeda, en la última etapa del crecimiento histórico de la ciudad comprendido entre 1930 al 1958, aparecen nuevas formas que le dan un aspecto diferente a la trama urbana de la ciudad, con el empuje socio- económico que revistió la Era de Trujillo.

En esta etapa se construyen el local del Partido Dominicano (hoy Obispado), la Gobernación, el Ayuntamiento, el Correo, el cine Ercilia, Aduanas, el cine Bahoruco, el parque infantil, entre otros.

En cuanto a las viviendas, según la arquitecta Tejeda, en esta etapa aparecen nuevas formas que le dan un aspecto diferente a la trama urbana de la ciudad, aunque hay ejemplos, como son algunas viviendas construidas con un estilo neoclásico o chalé, muy frecuente en la zona de Gazcue de Santo Domingo.

El centro histórico de Barahona es madera y color. Aunque no se pueda enmarcar como un estilo único, el centro histórico de Barahona posee una arquitectura en madera apoyada en el color, principalmente en su primera etapa de crecimiento.

Para la arquitecta Tejeda, las casas de madera de este centro histórico, mantienen una armonía en el color, en los elementos que se usan y pone como ejemplo el marco de las puertas pintadas de blanco.

Ninguna de las casas que ella conoce del centro histórico de la ciudad, tiene un color agresivo. Cuando se transita por algunas calles del centro histórico de Barahona, por ejemplo la 30 de Mayo, se puede notar la calidez del material con la que fueron construidas algunas viviendas, propia de la arquitectura de los inmigrantes antillanos, con su techo de zinc y buhardillas (ventanitas o respiraderos) para que la vivienda no se calentara.

El centro histórico de la ciudad debe ser protegido. El centro de nuestra ciudad es nuestro patrimonio cultural, lamentablemente se encuentra seriamente amenazado, preservar la rica arquitectura de este lugar no quiere decir que nuestra ciudad no pueda dejar de crecer o modernizarse.

No nos oponemos al progreso, pero ese crecimiento y modernización de la ciudad debe ir acompañado con la protección de todo su patrimonio.

Por lo tanto, cada día se hace más urgente que la sala capitular del Ayuntamiento se avoque a legislar para crear normas de protección, con miras a detener la destrucción sistemática de lo más valioso de su patrimonio cultural.


Estos inmuebles del centro histórico (construidos en madera u hormigón), son nuestra memoria arquitectónica, deben ser salvaguardados porque representan en, gran medida, la identidad de nuestro pueblo. El centro histórico de la ciudad conserva un pedacito de nuestro pasado, destruirlo sería perder la esencia de lo que fuimos y somos como pueblo.

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