5 de febrero de 2017

EXPRESIONES

Muy personal
Por Tomás Aquino Méndez
Muy personal Los maestros o profesores, deberían poner en primer plano el papel “formador” que antes profesaban. Recuerdo en mi pueblo, Tamayo, a las profesoras Agripina, a Nicoline, a doña Paula Jorge, a Canela, a Pedro y a tantas otras y otros, que no podría enumerar en esta sola entrega de Expresiones.
Mujeres y hombres preocupados porque sus alumnos sean los mejores. Trabajan para que se formen adecuadamente en el área académica,
cultural y conductual. Aún después de haber salido de “su control” en las aulas, recuerdo que varios de mis maestros seguían siendo amigos. Y no solo es mi caso.
Eran, y aún son, aquellos que viven, amigos míos y de muchos de mis conocidos. Nos seguían los pasos al ingresar a la universidad.
Preguntaban por nuestras aspiraciones y cómo nos iba.
Esos maestros, que cuando veían a uno de sus estudiantes en el parque del pueblo o en un centro de diversión, ya adulto, le recordaban que su compromiso era con su pueblo y la sociedad, que nada de emborracharse y dar espectáculos.
Pero esa es ya una época olvidada.
Ese tipo de EDUCADOR ya no existe. El profesor de hoy se prepara para “recibir aumentos” cada año.
Le importa poco si la escuela tiene o no un baño decente, una pizarra adecuada o si recibe los materiales requeridos para funcionar adecuadamente.
Cuando anuncian paralizaciones sí levantan todas esas reivindicaciones, pero si le reajustan el salario, retornan a las aulas y se olvidan de todo lo demás. Su misión hoy no es formar correctos ciudadanos y excelentes profesionales, sino cumplir un horario y cobrar un salario. Claro, no es negativo vivir de su profesión, eso no lo cuestiona nadie.
Y eso no es solo en la escuela pública. Es, en mayor dimensión, en nuestra Universidad Autónoma de Santo Domingo. Si escucharamos el discurso de los líderes del profesorado uasdiano, creeríamos que estamos ante verdaderos defensores de los intereses del estudiantado. La realidad es que, como el baúl sin fondo, solo esperan cada año que se anuncie un “pequeño aumento” en el presupuesto de la academia, para amenazar con huelgas si no le aumentan a ellos.
Mientras, la UASD ha dejado atrás su papel de conductor de debates importantes sobre los males que nos afectan.
Ya no existe ese vínculo de la UASD con su pueblo llevando operativos, actos culturales y jornadas de orientación a nuestros barrios y pueblos.
Esos profesores ya no existen allí, y si están, olvidaron ese compromiso.
Quienes no podemos pagar universidades privadas, estamos preocupados por lo que pasa en la UASD. Tanta pérdida de docencia, sin razón, hace que pensemos en sacar a nuestros parientes de allí, pero ¿adónde llevarlos y con qué pagar otra universidad? La educación de base y universitaria necesita cambios y atención urgente. Los ministerios de Educación y Educación Superior, deberían jugar un papel más activo, exigiendo mayor entrega a nuestros “profesores”.
Adoro a los maestros “de verdad”, a los formadores de estudiantes.
Son esos los que deben resurgir en nuestra escuela y en nuestra amada universidad, para bien del país y de nuestros futuros profesionales.

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