Por Nélsido Herasme
Ante una justicia fallida, el disgusto social, la inseguridad
ciudadana, el colapso del sistema de salud, las precariedades de la educación y
de los servicios básicos, el movimiento social de la república tomó la sartén por el mango y
el pasado 22 de enero propinó un golpe de efecto con el montaje de la “Marcha contra
la Impunidad y la Corrupción”, la cual, entre otras consigna, exigió al
presidente Danilo Medina que en materia de justicia enderece el rumbo que lleva
el país.
Fue un golpe de las masas irredentas del país parar detener las
bellaquerías, desmanes y tropelías de muchos tribunales, que se han convertido en protectores de indelicadezas.
Fue la manifestación de los impotentes e indignados en contra de
la impunidad y la burla, con la que se ha
enviado un directo mensaje al partido de gobierno, el que a partir de ahora
está obligado a enderezar la trayectoria de su gestión.
No debe ser secreto y mucho menos sorprender a los oficialistas,
porque a partir de ahora, las acciones de
los grupos de la sociedad civil continuarán en la dirección de exigir
transparencia en el manejo de los asuntos de justicia.
La movilización espontánea del pasado 22 de enero abrió el
apetito de la lucha y la movilización y un alerta a la andanada de mentiras, a la
avanzada mediática y a la entente corrupta presente en la actual
administración.
Aunque no fue directamente contra la administración que encabeza
el presidente Medina, la marcha debe poner a reflexionar a peledeístas, cuyo único pensamiento es mantenerse en el
poder político.
No puede permanecer en el gobierno un partido de
mentiras, irreal, que no resuelve, creador de percepción y falsa alarma,
populista, clientelar y, por demás, encubridor de corruptela.
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