Por Hidalgo Rocha*
Visitando unos amigos me
encuentro que uno de sus sobrinos tiene un motor guardado en la sala de la casa
el cual obstaculizaba el tránsito en la vivienda. Como buen dominicano me
atreví a hacer algunas sugerencias para la colocación del mismo, pero una de las tías me para las mismas, haciéndome saber la procedencia de motor.
-"Ese jodio motor, Jesús lo que tiene es que llevárselo a su dueño para su casa, que aquí no hay
espacio para tenerlo. Si él no tiene espacio allá, para que tiene dos motor.”
-"Creo que nosotros nos
estamos volviendo locos verdad. Venga acá Jesús. Mañana mismo me saca ese motor
de aquí. No lo quiero ver más aquí, quien sabe que puede haber pasado con ese
motor.” Por más que el joven insistió, se le explicó con más detalles y aceptó el mandato.
Pero, entre historias
vividas, la más escalofriante fue el pasado 23 de diciembre, cuando llegando a
mi casa, a eso de las 11:45 de la noche, después de diligencias que nos coparon
el tiempo, cuando voy abrir el portón de la casa donde residimos y las calles
encontrarse sin transeúntes de ningún tipo, sentimos que se acercaba un motor y
al visualizar a par de jóvenes en el mismo, dejamos el portón a medio abrir
y nos metidos en el vehículo, atemorizados, hasta que los mismos se perdieron en
la distancia.
Debo decir que estos
ni miraron para donde mí. Pero el temor dejado a un hombre de 6´1 de estatura y
220 libras, fue fatal.
Estos hechos, aunque no
parezcan vinculantes en circunstancias, lo son en la situación social que
estamos padeciendo en el país. Hay temor en la población de estar hasta en el
frente de las viviendas donde residen. Hay culpabilidad en las acciones
delictivas en nuestros hogares, nuestros barrios, nuestras ciudades, porque
sabemos quienes cometen los hechos y no lo denunciamos, o muchas veces lo
ocultamos por omisión o por comisión.
Los que vivimos en
barrios populosos, escuchamos y muchas veces vemos, acciones que pudieran,
para quien las comete, tener consecuencias judiciales graves, pero no podemos
hacerlo porque el brazo de la delincuencia es más grande que el de la justicia.
Ver policías pasar a
buscar su semana o peaje, nos atemoriza. Denunciar ante los mismos algún hecho o
hacer de conocimiento que fulano tiene arma de fuego, es ponerse a arder en
la hoguera, porque más pronto lo sabe el portador del arma que la orden de
revisión llegue al zafacón. Aquí, la solución a la seguridad ciudadana
esta en escalón, aunque muchos creen que es mas gubernamental, está más en
nuestra casa, en nuestro alrededor.
Sin dejar de reconocer
que faltan más acciones de parte del gobierno para enfrentar la delincuencia,
la mayoría de las veces esta se produce por la falta de supervisión y de
identificación de los ciudadanos con la misma.
El gobierno sí debe poner mano dura. Danilo ya debe darle un cambio, desde los organismos del
Estado, a esta situación. Necesitamos cambiar la situación. No con cambio de
mandato, sino con acciones concretas que beneficien a la población, que generen
confianza, que eliminen esos focos podridos dentro de algunos organismos
indiferentes a lo que padece el país.
Qué hace el DNI? Qué funciones realiza para ubicar esos casco calientes que hay en nuestros barrios?
Qué pasa con el J2, para qué sirve? Esos y otros organismos hay que ponerlos al
servicio del orden público.
Nuestra sociedad está viviendo sin régimen de consecuencias. A nuestro gobierno la delincuencia le
esta tumbando el pulso. Nuestros tutores están dejando pasar indicios de que
nuestros muchachos podrían estar mal direccionados, llevando vidas ostentosas
sin tener fuentes de ingresos reconocidas. La tranquilidad nos está costando
tiempo y espacio, el temor a ser objeto de una acción delictiva nos está
acorralando. Tenemos que despertar. Esto es un mal de todos. Hogares, sociedad
y gobierno.
*El autor es comunicador y
abogado.-
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