La Música en el Castillo del Cielo II de III)
Por Carlos Darío Sousa S-*
Veíamos al final del artículo anterior, las
dificultades que tenían las Iglesias y las ciudades con las obras
musicales ejecutadas dentro de las
Iglesias durante el oficio del culto.
Bach fue partícipe en el esfuerzo por canalizar un
cambio de actitud de la población asistente, al introducir llamados específicos
dentro del desarrollo de su ejecución musical, dentro del que se pedía
puntualidad y silencio.
Martín Lutero, había santificado de manera
inequívoca el proceso de escucha: la Palabra de Dios no era un texto, insistía,
sino sonido o, mejor, voz que había de ser oída y escuchada. “La voz es el alma
de la palabra”. Pero se lamentaba “no
escuchamos, ni siquiera cuando todo el mundo y todas las criaturas nos gritan,
y Dios está dirigiéndose a nosotros con sus promesas”.
Parte importante de su obra ocupa lo que el autor
sitúa en “ciclos y tiempos”, Bach y sus libretistas, entre ellos Salomón
Franck, sacan partido, desde la segunda
venida de Cristo como juez del mundo, la cautividad de Israel en Egipto, la
destrucción de Sodoma y Gomorra, y que son funestas advertencias, de que esto
es el final de los tiempos y que se ven mitigados por una visión de liberación
y reconciliación final.
A modo de contraste, cuando compone “Cantata de
Navidad”, hace alusión, refiere, que ese día es largamente esperado por
contener la promesa de Dios y el fin de la cautividad de Israel. En el centro
mismo de la estructura simétrica de esta
cantata, encontramos la palabra Gnaden
–la gracia que llega con el nacimiento de Cristo y, con él, la liberación de la
humanidad del pecado y la muerte-.
Otra palabra, Stein
(piedra), se encuentra en “Paso en el camino de la fe”, compuesta para el primer domingo después de
Navidad y simboliza la piedra angular fijada por Dios en la encarnación de
Jesús, pero también que las pasiones humanas pueden adoptar la forma de un
impedimento para la salvación.
Construya
obras basadas o construida como un dialogo
alegórico entre Jesús y el Alma en el uso de instrumentos arcaicos –una flauta
de pico, una viola d`amore y una viola de gamba-, que representan el viejo
orden. En esta obra de Bach hay una riqueza tan asombrosa, que como dice
Gardiner, que si Bach no hubiese compuesto nunca otra cantata –ciento cincuenta
aproximadamente- seguiría mereciendo el título del compositor de música
religiosa más innovador de su tiempo.
Compone sucesivas cantatas penitenciales, que
mantienen su campaña temporal de bombardeo catequizador, a veces reforzado, a
veces atenuado, el libretista sitúa al actor humano en escenarios de fe y duda,
pecado y Satanás.
Toda la obra de Bach está influenciada por la
religión, por las sagradas escrituras, por las palabras y las ideas de Lutero,
pero construir esas obras no es un simple proceso como receptáculo de
influencias. Bach asume como propio cada una de las vivencias a las que se ve
sometido en la elaboración, por ejemplo, de las dos pasiones. La “Pasión según
san Juan” y la “Pasión según san Mateo”.
Ambas obras son, pienso, la culminación del largo
proceso de lucha entre su arte y la comprensión de la sociedad y de las
autoridades, tanto religiosas como administrativas de las ciudades donde habita.
El que escucha las “Pasiones”, -hay versiones en
YouTube con traducciones- debe estar preparado para asumir una grata
experiencia, sea usted creyente o simplemente amante de la música culta, pero
tiene que dejarse envolver por la elevada
musicalidad y el fervor con que es interpretada, pero sobre todo
entendiendo el trasfondo con que fueron elaboradas por la extrema sensibilidad
de Bach, por el “color instrumental y el diálogo entre instrumentos
ejecutantes”.
Conforme va avanzando las Pasión, Bach “crea una
asociación en la mente del oyente, con las ideas duales de sufrimiento y amor; no
un amor abstracto, sino como sucede aquí, con el amor protector supremo de
Jesús que salvaguarda al creyente frente a las consecuencias del pecado; el
poder del mal no puede afectar a quienes se arrepienten aún en los últimos
previos a la muerte, cuando se pasa del punzante dolor a la serenidad”.
Uno de los problemas de algunas obras de Bach, como
las Pasiones, estriba en la clasificación, sí, clasificarlas como “Ópera” o
diferenciarlas de este tipo de obra. Lo que más diferencia a sus Pasiones de
las óperas coetáneas es el modo en que acaba con la convención de un punto de
referencia fijo para los oyentes, rechazando la idea de un oyente que examina
el desarrollo de la narración dramática como un mero espectador pasivo. Bach
siguió el ejemplo de Lutero, insistió en que la Pasión de Cristo “no debería
presentarse en palabras o apariciones, sino en la vida de cada uno”.
Entonces, cita Gardiner, se pregunta George Steiner
en su libro “La muerte de la Tragedia”. ¿Dónde inscribir las Pasiones? Mantiene que “no ha habido un
modo específicamente cristiano, ni siquiera en el esplendor de la fe. El
cristianismo es una visión del mundo antitrágica ….La Pasión de Cristo es un
acontecimiento de un dolor inexpresable, pero es también una clave a través de
la cual se revela el amor de Dios por el hombre….Por tratarse de un umbral de
lo eterno, la muerte de un héroe cristiano puede ser un motivo de dolor, pero
no una tragedia….La verdadera tragedia puede darse únicamente cuando el alma
atormentada cree que ya no queda tiempo para el perdón de Dios.
*El autor es catedrático universitario.-
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