Por Félix Betances
Todos recuerdan esa expresión con la cual el Presidente Danilo
Medina arengó a su militancia desde la “empobrecida” provincia de Pedernales.
Algunos, incluyendo a los enfurecidos y fanáticos de la política
(bebe tragos, lamones (lambones) y otros), no se dieron cuenta de por dónde
andaban
las intenciones del Presidente, pero hoy, empiezan a darse cuenta de la
dura realidad, cuando ya no hay tiempo.
El Presidente quería su Congreso, sólo con la intención de
dominar a plenitud el sistema de gobierno que (de nombre), predomina en la
República Dominicana, el cual, sólo en la Constitución Dominicana, dice que es:
democrático y representativo, compuesto por tres poderes independientes entre
sí y que contrario a eso, siempre se han manejado coligados o simplemente
maniatados por el Poder Ejecutivo.
Decir: necesito mi Congreso, no fue más que una indelicadeza de
un candidato presidencial, que a simple vista dejó entrever hacia donde se
dirigiría la Nación, una vez llegado al Poder.
Para muestra basta un botón, como dice la enseñanza popular;
pues ese Congreso que tiene dueño (el Presidente de la República), en una
demostración de desparpajo y sin guardar las más mínimas apariencias, en un
acto imprudente en grado superlativo, en franca burla a un pueblo tan
maltratado, como lo ha sido éste por los gobiernos de las últimas décadas; y lo
peor de todo, a penas iniciando su primer año escolar, se destapan con un
abusivo y criminal aumento de salarios.
Esa es nada más una muestra de lo que aquí va a pasar en los
próximos cuatro años y que podrían sentar las bases para un “funesto
desgobierno” en la Patria de Duarte.
¿Por qué un desgobierno?. Porque no se puede hablar de un buen
gobierno, en un país, donde el sistema que tenemos es el democrático, y el Poder
ejecutivo tiene su Congreso y por demás está decir, que gobierna o maneja a su
antojo el Poder Judicial.
Ese grupo, que más que congresistas pudiera llamárseles
“charlatanes”, con raras excepciones, debió inaugurarse, tomando en cuenta a los
trabajadores públicos dominicanos, los cuales hace más de doce años que no
reciben un aumento salarial, no obstante devengar en la mayoría de los casos,
salarios de miseria. ¿A los legisladores no les alcanza lo que ganan y a los
trabajadores sí les alcanza?. No hay burla de mayor tamaño y esa debió ser su
primera Materia como estudiantes.
Joaquín Balaguer decía en sus afanes políticos que “Lo bueno
no se cambia”, eso tiene mucha lógica, aunque él lo utilizaba como capital
político en su beneficio; a esto, sin embargo, hay que agregar que “Lo malo no
se repite”, y es lo que precisamente acaba de pasar en nuestro País, donde se
repitieron a todos los malos que en varios años de ejercicio, nunca hicieron
nada que no fuera daño a los que los llevaron a esas posiciones.
A esto hay que agregar, como para ponerle la tapa al Pomo, lo
que dice el refrán popular, la incumplida promesa del Presidente Medina, en el
sentido de que haría los cambios necesarios, especialmente de aquellos
funcionarios que han realizado un flaco servicio al país; pues los cambios que
ha hecho, no han sido otra cosa que cambios de posiciones, para encubrir
algunas faltas.
¡Ahí está su Congreso señor Presidente!. Solo nos falta el
Corral.
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