Historia de la Cultura Universal V
Por Carlos Darío Sousa S.*
Les decía,
que hablar o escribir sobre la cultura, que es un tema apasionante y complejo,
y darle seguimiento a su evolución no es hacerlo linealmente, sino que tenemos
que seguir rutas difíciles, y que como dijo el profesor Maravall, es casi en
zig-zag. No importa el concepto filosófico que usemos o la base ideológica que
nos dé la perspectiva, siempre en su trazado o ruta debemos llevar un baúl de
hechos y acontecimientos para u tránsito más o menos complejo.
También hacen posible moldear la conducta según patrones comunicables, transmisibles, y realizar
operaciones mentales sin sustrato material. El lenguaje permite a los seres
humanos, y sólo a ellos, construir así sistemas de símbolos comunes que es la
cultura, que se convierte en el ámbito característico del hombre, un medio,
además, del que el propio hombre es autor”.
Veamos, en
este caso escribamos, de los Aspectos Estructurales: “Los sistemas de símbolos
que constituyen la cultura no son uniformes, cada sociedad crea los suyos
particulares. Tales sistemas particulares de símbolos se denominan
“socioculturales”. Estos son necesarios para que el hombre se desarrolle”.
John B.
Thompson publicó “Ideología y cultura moderna. Teoría crítica social en la era
de las comunicaciones”. UNAM, 1998. Es un trabajo sobre el tema de la cultura y
de la ideología, en la que propone una concepción estructural de la cultura. En
un primer esfuerzo en definir la cultura de la que nos dice que: “en un sentido
amplio, la reflexión sobre los fenómenos culturales se puede interpretar como
el estudio del mundo sociohistórico, en tanto campo significativo de las
maneras en que los individuos situados en el mundo sociohistórico, producen,
construyen y reciben expresiones significativas de diversos tipos, una variedad
de fenómenos y a un conjunto de preocupaciones que hoy día comparten analistas
que trabajan en diversas disciplinas, que van de la sociología y la
antropología, a la historia y a la crítica literaria.
Según
Thompson, lo que define a nuestra cultura como “moderna” “es el hecho de que,
desde finales del siglo XV, la producción y la circulación de las formas
simbólicas, han estado creciente e irreversiblemente atrapadas en procesos de
mercantilización y transmisión que ahora poseen un carácter global”.
La cultura
modela a los individuos según sus propios designios, los miedos, las
esperanzas, las repugnancias y los placeres que cada ser humano son capaz de
experimentar dependen del modo cultural que haya configurado su personalidad.
Esa influencia es tan poderosa que pueden incluso llegar a suprimir la vida del
individuo.
Los
sistemas socioculturales sólo son susceptibles de realizarse en función de su
totalidad y considerados como conjunto unitario. Cada uno de sus rasgos –sus
ideales estéticos, sus códigos de conducta, jerarquías sociales y sus productos
tecnológicos- no pueden ser objeto de una comparación transcultural, si lo que
se pretende es entender su naturaleza.
En estos
términos, las necesidades universales del ser humano pueden ser satisfechas de
modo infinitamente diversas, y ello hace inviable la clasificación de las
culturas en superiores e inferiores, desde el punto de vista rigurosamente
científica, ya que tales juicios suelen hacerse desde una perspectiva
normalmente subjetiva.
Las
culturas suelen mostrar una clara relación con su entorno natural, que suele
influir poderosamente en ellas. El entorno no basta por sí mismo para explicar
ninguna cultura.
Todas las
culturas tienen elementos comunes. En primer lugar se encuentra su capacidad de
difusión que “los grupos humanos tienden a intercambiar sus útiles, mitos,
técnicas y ornamentos por simple contacto”. Cuando una cultura impone su
dominio sobre otra, pronto aparece un fenómeno de aculturación, consistente en
el intercambio de rasgos culturales entre conquistadores y conquistados, que
pueden dar origen a una tercera, diferente a su vez de las anteriores, tal como
tuvimos oportunidad de expresarle cuando nos referimos a las teorías de las
ondas expansivas.
Caracteriza
también a la cultura, el hecho de que en su seno se dan procesos de evolución,
bien por fenómenos de difusión y ocultación o por propio impulso. Ello se
aprecia con nitidez en productos específicos de las culturas, como los mitos,
los sistemas de notación y escrituras, o las técnicas de utilización de los
metales.
Así, todas
las formas de escritas tuvieron su origen en las pinturas de figuras, que
primero se convierten en jeroglíficos, para dar paso luego a los símbolos, ya
sean silábicos o fonéticos.
Un proceso
uniforme reflejó también la historia de la utilización de los metales, que
partió del uso de las piedras y pasó luego al cobre y al bronce, evolución que
culminó con la aparición del hierro. De ahí en adelante, grados culturales,
tendremos cientos de años de creación y acumulación de las actividades humanas
“capaz de convertirse en un bien de la vida”.
*El autor es catedrático universitario.-
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