Por Namphi Rodríguez
El debate sobre el futuro
inmediato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha llegado a un punto
sin retorno. A partir de la reunión del Comité Político de mañana la
organización tendrá que decidir si emprende el camino de las reformas o asume
la política del avestruz enterrando la cabeza en el terreno fangoso del
grupismo y la falta de institucionalidad.
Fernández, quien pactó los temas
con Danilo Medina en la última reunión del CP peledísta, presentará los
referidos informes en la reunión de mañana del CP y a partir de ese momento se
debería abrir el debate sobre el futuro de la organización.
De otro lado, el pragmatismo
indica que el PLD debe asumir el camino de las reformas, institucionalizar los
procesos internos y cumplir con las resoluciones del congreso Norge Botello, a
fin transformarse en un partido moderno capaz de recuperar su relación con los
ciudadanos más allá de las prácticas clientelares de repartos de prebendas
gubernamentales, en los que han estado basados sus últimos triunfos
electorales.
Así, la organización que fundó
Juan Bosch en 1973 debería dar el “gran salto” hacia un padrón de miembros y
seguidores saneado, optimizando los recursos de las tecnologías de la
información para sus procesos de organización, educación, comunicación y
disciplina interna.
Se trata de poner en práctica
instrumentos de escrutinio público de carácter preventivo que eviten el
creciente abismo que separa a los ciudadanos del partido de gobierno.
Para ello es necesario que Medina
y Fernández presten oído sordo a los grupos que azuzan la “perredeización” del
PLD como medio de ganar espacio de poder, al tiempo que como líderes
aureoleados asuman el compromiso de conducir la organización por el sendero de
la institucionalidad.
De esa manera el PLD se
fortalecería para ser utilizado como columna de apoyo en los próximos cuatro
años de gobierno de Medina, cada vez más asediado por la impredecible situación
de los factores externos de la economía y por una inusitada beligerancia de los
partidos de la oposición.
Ley de Partidos
En la reunión de mañana del Comité
Político, el PLD pretende dar el carpetazo definitivo para proponer una ley de
partidos que recupere la democracia interna de las formaciones políticas.
Sin embargo, uno de los temas que
ha estado ausente de las discusiones ha sido el anhelo de muchos sectores y de
la militancia del PLD de que en la Ley de Partidos se haga obligatorio el
sistema de debates públicos televisivos de los candidatos presidenciales, en un
esquema regulado por la JCE.
De esa manera se procuraría dejar
atrás los procesos electorales caracterizados por campañas sucias, como los que
se hicieron contra Fernández, utilizando un reconocido narcotraficante para
pretender agraviarlo, o contra Hipólito Mejía, a quien se vinculó
infundadamente con el Chapo Guzmán.
Asimismo, ha trascendido que del
conjunto de temas en discusión, los puntos más controversiales han sido el voto
preferencial y el sistema de primarias, en los que dirigentes como Franklin
Almeyda y Radhamés Camacho han sostenido diferencias sustanciales.
Almeyda, un “viejo halcón” que
acompañó desde la fundación del PLD a Juan Bosch y a quien se señala al lado de
Fernández, sostiene que hay que reformar el voto preferencial porque de la
forma en que está consignado desangra a los partidos en luchas intestinas e
impone la “dictadura del dinero” en las listas de los diputados.
De su lado, Camacho, alineado con el presidente Medina, entiende que el sistema actual es funcional y propone que se extienda para que los regidores también sean elegidos por voto preferencial.
Sobre las primarias, también ambos
dirigentes han externado opiniones encontradas; Almeyda propugna por un sistema
de primaras cerradas en el que en cada partido sólo tengan derecho a elegir
candidatos los miembros de las organizaciones.
Por su parte, Camacho y otros
miembros de la comisión han dejado ver la conveniencia de que las primarias
sean simultáneas y abiertas, de manera que sea “un todo contra todo”, es decir
que no haya que ser miembro de un partido para poder participar en la
escogencia de sus candidatos.
Ese sistema es criticado por el
hecho de que desintitucionalizaría los partidos y crearía “quintas columnas” infiltradas
para variar la voluntad de los verdaderos miembros de las organizaciones.
Además, se advierte que en la
eventualidad de una aspiración a una segunda reelección del presidente Medina,
se convertiría en un “boomerang”, puesto que la candidatura presidencial no la
decidirían los peledeístas, sino la población general, lo que equivale a unas
elecciones anticipadas para un candidato del gobierno.
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