9 de agosto de 2016

Choque de Convenciones

Por Leonel Fernández


OPINION: Choque de ConvencionesAl culminar la Convención del Partido Republicano en Cleveland, el pasado 21 de julio, la alarma se disparó en algunos sectores. Donald Trump, el excéntrico hombre de negocios, escogido como candidato presidencial republicano, por  primera vez encabezaba las encuestas sobre su rival del Partido Demócrata, Hillary Clinton.


Es lo que tradicionalmente ha ocurrido  al término de una convención. Eso, por supuesto, debido a la naturaleza de espectáculo del evento,  la concentración de los medios de comunicación sobre sus actividades, y la selección de la figura que podría convertirse en el próximo  incumbente  de la Casa Blanca. Toda esa parafernalia  la convierten, durante varios días,  en el centro de la atención pública.

Donald Trump e Hilary Clinton
Igual ocurrió al concluir la Convención del Partido Demócrata en Filadelfia, una semana después, el 28 de julio. De repente, Hillary Clinton, la primera mujer seleccionada como candidata presidencial de un partido mayoritario en los Estados Unidos,  pasaba  nuevamente, a liderar las encuestas.

En los últimos días, en razón de una multiplicidad de errores cometidos por Trump, que le han generado conflictos con distintos sectores, Hillary ha ampliado la brecha que le coloca por encima de su contrincante republicano.

De acuerdo con la generalidad de las encuestas publicadas, si las elecciones presidenciales norteamericanas tuviesen lugar en estos momentos, hay un 85 por ciento de probabilidades de que las ganase Hillary Clinton.

VISIONES EN CONFLICTO

Para el candidato republicano, Donald Trump, los Estados Unidos se encuentran atravesando uno de sus peores momentos de la historia contemporánea.

Eso es debido a la migración, al libre comercio, a la salida de empresas norteamericanas hacia el exterior, a la desindustrialización, a la pérdida de empleos, a las erróneas políticas sobre cambio climático y energía, así como sobre seguridad, defensa y política exterior.

En materia de migración sostiene que construirá un muro entre México y los Estados Unidos, que será pagado por el gobierno azteca, para evitar que ciudadanos de ese país, muchos de los cuales, según Trump, no son más que drogadictos y violadores,  sigan entrando ilegalmente a territorio norteamericano.

Prohibirá la entrada de musulmanes; expulsará a todos los sirios que se encuentren en el país; y deportará, inmediatamente, a 11 millones de indocumentados.

Acusó a China de abaratar sus productos de exportación mediante el otorgamiento de subsidios, de manipular su moneda, el yuan, así como  de estimular el robo de propiedad intelectual.

Propuso que si los chinos no aceptan las nuevas reglas del juego bajo su mandato, establecería un impuesto a todos los productos de origen de ese país asiático que entren al mercado de los Estados Unidos, lo que implicaría un retorno a la puesta en práctica de políticas proteccionistas.

Por otra parte, plantea disminuir el pago del impuesto sobre la renta para las empresas norteamericanas, reducir  la deuda nacional mediante recortes al gasto, revertir el plan de salud del presidente Barack Obama y penalizar las empresas que no retornen su producción a suelo estadounidense.

Cuestiona el papel de la Organización del Atlántico Norte (OTAN), como organismo militar idóneo para la actual época de post-guerra fría. Argumenta en favor del abandono de las tradicionales políticas de alianza; procura el fortalecimiento del poder militar de los Estados Unidos; y enfatiza en la necesidad de desmantelar el Estado Islámico (ISIS).

Por su lado, la candidata demócrata, Hillary Clinton, considera que desde el estallido de la crisis financiera global del 2008, la más severa y profunda desde la Gran Depresión de los años treinta, los Estados Unidos han estado progresando.

En apoyo a su tesis, sostiene que en los últimos ocho años se han creado 15 millones de nuevos empleos; que la economía ha mantenido un ritmo de crecimiento por encima del 2 por ciento anual; que ha habido una reducción del déficit;  que más de 20 millones de ciudadanos norteamericanos han logrado tener acceso a un sistema de seguro de salud; y que la industria automotriz, que se encontraba al borde de la quiebra, ha logrado recuperarse.

Con respecto a la migración, su convicción es  de que ese es un tema  de unión familiar, y que, por consiguiente, en lugar de deportar, lo que hay es que legalizar la presencia de los 11 millones de indocumentados actualmente en territorio norteamericano, mediante una reforma al sistema de migración.

En vez de reducir el impuesto sobre la renta a las empresas, que nunca se desparrama hacia los de abajo, como se creía desde la época de Reagan, sugiere  aumentar el salario mínimo de los trabajadores, de 7 dólares con 25 centavos la hora, a 15 dólares la hora.

Su objetivo fundamental es el de reducir la desigualdad social, problema neurálgico de la sociedad norteamericana  contemporánea;  mejorar la capacidad productiva, la innovación y el desarrollo de infraestructuras; mantener la seguridad interna y un mundo más pacífico y sostenible para las futuras generaciones.

En fin, elaborar políticas de diálogo y cooperación con China y Rusia, así como de contención, cuando sea necesario; el combate al terrorismo; el fortalecimiento de alianzas regionales, sobretodo  en el Pacífico y el Medio Oriente; y el respaldo a la OTAN, como organismo de seguridad transatlántica.

PERFIL DE LOS VOTANTES

La forma en que las elecciones primarias presidenciales discurrieron en ambos partidos, es una señal inequívoca del gran descontento que actualmente prevalece en el electorado norteamericano.

Hay una especie de sublevación contra los poderes tradicionales establecidos. La propia candidatura de Donald Trump así lo demuestra. De igual manera, el notable respaldo recibido dentro de las filas demócratas por el senador Bernie Sanders.

El malestar tiene su origen en la actitud de los líderes políticos con cargos en Washington, con respecto a los efectos negativos que en algunas localidades de los Estados Unidos ha tenido la globalización, básicamente en lo que atañe al  comercio internacional,  la deslocalización de las empresas, la pérdida de empleo y la crónica situación de inequidad social.

A eso, a su vez, habría que añadir la nueva ola de racismo, xenofobia y violencia; las modificaciones en la composición demográfica; el cambio en las costumbres, esencialmente en los temas de género y sexualidad; y el uso de las redes sociales como forma de evidenciar con imágenes problemas ancestrales, lo   que ha terminado por generar angustia, ansiedad e inconformidad  en la sociedad norteamericana.

Frente a ese panorama, el electorado norteamericano se encuentra dividido, tanto en términos territoriales, por las distintas regiones del país, como en relación a la tipología y estratificación social de los distintos grupos de votantes.

El Partido Demócrata, con las candidaturas a la Presidencia y Vicepresidencia de Hillary Clinton y Tim Kaine, domina en los estados ubicados en la costa Nordeste del país, al igual que  los de la costa del Pacífico.

De igual manera, tiene la preferencia del voto de los jóvenes, de las mujeres, de los blancos con mayores niveles de educación, de los latinos, de los afro descendientes y de los asiáticos.

Por su parte, los republicanos, representados por Donald Trump y Mike Pence, gozan de mayoría en los estados del Sur, de parte de los del Midwest y de los que se encuentran en el área de las Montañas Rocosas.

Su base social está integrada por trabajadores de raza blanca, hombres de negocios, grupos religiosos, especialmente católicos y evangélicos, y movimientos conservadores.

Pero, en Estados Unidos, como se sabe, lo que decide el resultado de un certamen electoral no es el voto directo, sino los llamados colegios electorales, que está formado por la suma de los dos senadores y el número de miembros de la Cámara de Representantes que tiene cada estado.

Como la polarización de los votantes es inevitable en cada proceso electoral, la votación final se decidirá en lo que ocurra en un pequeño número de estados claves, conocidos en inglés como swing states.

Actualmente, esos estados claves son Pennsylvania, Ohio, Michigan, Wisconsin, Florida, Georgia, Iowa, Missouri, Carolina del Norte, Maine y Nevada; y en cada uno de ellos,  donde se librarán las grandes batallas del torneo electoral estadounidense,  Hillary Clinton, en estos momentos, encabeza las encuestas.

Puede ser que en ese reposicionamiento electoral de Hillary  esté influyendo la personalidad y el temperamento de Donald Trump, que luce errático e incoherente.

Pero, igualmente, un reconocimiento a la labor del presidente Barack Obama, por haber mantenido la estabilidad y el crecimiento de la economía en tiempos de incertidumbre, y  un pronóstico de lo que puede acontecer, a tan sólo tres meses, en las elecciones presidenciales norteamericanas: un triunfo de Hillary Clinton.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.