15 de agosto de 2016

LECTURAS Y VIVENCIAS DE CARLOS DARÍO (Lunes 15 de agosto, 2016.-)

Sentir de mis Recuerdos

Por Carlos Darío Sousa S.*

Mercedes Toral de Hazoury, Miky, escribe “Sentir de mis Recuerdos”, que es, más que una narración, un relato de sentimientos compartidos con el que fuera su esposo, Dr. Jorge Abraham Hazoury Bahlés, y que es mejor decir, Nozin Hazoury, o simplemente, Nozin.

La vida de Nozin y Miky, está ligada al sentimiento más preciado del ser humano, el AMOR. Yo diría que el destino unió a estos seres humanos, como queda patente desde el inicio del libro, en la construcción de sus destinos.

La emigración de los padres de Nozin, Don Abraham y Doña Bajilli, desde su Miniara, en el entonces Líbano turco, hasta una tierra tan lejana como Barahona, y los de Miky, Don Benjamín Toral desde Cabuérniga, en su Cántabro Santander, y después de una travesía por Puerto Rico, hasta Barahona, donde se uniría en matrimonio con Doña Josefa Cavallo, descendiente de los Cavallo ligados a la producción de café.

Don Bejamín, Don Abraham y Doña Bajilli, traían en sus alforjas los sueños que todo emigrante lleva consigo como ruta necesaria para progresar, en el caso del matrimonio, venía con ellos un aliciente adicional, un hijo de casi un año.

Papá Toral, como lo llamábamos los que nos criamos a su sombra, y Doña Josefa, cariñosamente Doña Pepa, crearon una gran familia: Rosario –Chayo-, Pablo –Pao-, Esther, Pelayo, Manuel –Manolín-, Bejamín –Min- y Mercedes –Miky-.

El Destino de estas dos familias quedaría unido por el matrimonio, aún y cuando por la cercanía de sus negocios, y la de sus hijos, estaban unidas por la amistad de Pao y Nozin, y así con el resto de la familia, pues todos vivían en la misma manzana y compartían las mismas vivencias, y desde arriba, imponiendo la disciplina del trabajo, muchas veces impuesta con el ejemplo, los padres.

El libro va desgranando las vivencias, y las inquietudes, de ambas familias, y los pasos personales de Nozin y Miky; su educación, sus aficiones, su actitud política frente a la dictadura, en una Barahona, que aunque tenía rasgos de modernidad, no dejaba de ser una aldea. Capítulo tras capítulo: El Destino. Los Inicios, y así por treinta exposiciones más, en las que cabe destacar la tenacidad de un hombre que vivió y sintió, y contagió, la necesidad de servir, más que de servirse.

Nozin fue una persona cultivada, de las de antes, de las que la lectura es para ampliar sus conocimientos y su cultura, y esa formación fue la que lo elevó por encima de muchos de sus compañeros médicos. Yo tenía la confusión en cuanto a una anécdota ocurrida con el Dr. Jiménez Díaz, que está reflejada en uno de los capítulos del libro. Y mi confusión era con la poesía que recitaba el Dr. Jiménez Díaz cuando pasada revista en una de las salas de la clínica. Él recitaba “Varón”, de Gabriel y Galán. Al Dr. como que se le olvidó parte de la poesía al llegar frente a Nozin, y éste, sin ningún tipo de corte, la continuó. Eso le ganó el aprecio del insigne médico español.

(¡Me jiedin los hombris
Que son medio jembras!
Cien vecis te ije
que no se lo dieras,
que al chiquitín lo jacían marica
las gentis aquellas.
Ahora ya lo vide, y a mí no me mandis
más vecis que güelva.
Te largas tú a velo,
que pue que no creas
que tu cuerpo ha parío aquel mozu,
ni que lo cebasti con tu lechi mesma,
ni que tiene metía en la entraña
sangri de mis venas…-la poesía sigue-)

En la zona de Cuatro Caminos, en Madrid, asistí con Nozin a la editora Espasa Calpe, donde quería –y adquirió- su famosa Enciclopedia –creo que ahora está en UNIBE-. Al salir de la editora, nos metimos en una cafetería a desayunar y ahí hablamos sobre múltiples temas, de historia, de la familia, del país y de poesía.

Años después, le pregunté sobre la anécdota con el Dr. Jiménez Díaz y sobre la poesía, pues yo creía que era la de Santos Chocano, “Los caballos de los conquistadores”:

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!
Sus pescuezos eran finos y sus ancas
relucientes y sus cascos musicales

Pero era la otra referida.

Hace años, Nozin quiso formar la “Casa de la Cultura” de Barahona, y recuerdo que durante una cena del Club Rotario, en el Hotel Guarocuya, propuso que la “Casa” se instale en lo que entonces era el Teatro Unión, donde está ahora ofendiendo la historia cultural de Barahona, una compañía de comunicaciones. Doña Ercilia donó condicionado, el Teatro del que Nozin decía era “el centro cultural más grande del Sur”, no por su tamaño, sino por los aportes y actividades que se desarrollaron en su escenario.  (Sobre El Unión escribí hace años un artículo que contiene parte de sus actividades).

Quiero decir, que cuando derribaron el “Teatro”, le pedí a papá que hablara con Pipito Lagares para que me regalara una tabla –un clavó- del frente, y que la dividiera en pedazos para ser a su vez regalados a unos amigos, entre ellos estaba Nozin, Jotin Cury, Cabito Gautreaux y otros más, amigos de mi época de adolescente. Yo aún tengo el mío, en un lugar destacado de mi biblioteca, como recuerdo imborrable del Unión.

Hay una referencia de un paseo a Las Barías. Recuerdo que yo iba en el carro de Nozin, junto con José Antonio, Eduardo Iparraguirre (primera persona que oí hablar Esperanto), y no recuerdo quien más. Lo cierto es que en la distancia se veía una enorme roca en la carretera, y José Antonio advirtió que tuviese cuidado. No sé qué pasó, pero lo cierto es que al pasarle por encima, chocó con los bajos del carro y creo que le rompió el cran o algo así. Don Eduardo se quedó vigilando el carro y José Antonio fue a Barahona a buscar ayuda. A Nozin y a mí nos recogió otro vehículo y nos llevó a Las Barías.

Otro de los recuerdos imborrables, sucedió en la noche vieja/año nuevo de 1965, en el piso del General Mola, donde fuimos a cenar y despedir el año, papá, mamá, Pilar y yo. Antes de la cena, Nozin dice que nos tiene una sorpresa para la cena, y cuando vamos a empezar a cenar, pide permiso, se retira un momento y aparece después con dos aguacates. Aquello fue el despelote de risa y alegría.

Después de cenar, estuvimos esperando la entrada del año y brindamos por las buenas venturas para el nuevo año. Realmente no sé quién empezó (lo más probable que Nozin), a cantar: “No hay tierra tan hermosa como la mía”. Puedo decirles hoy, tantos años después, que me emociono y se me engranuja la piel. Recuerdo a todos, cantando y llorando, inclusive a papá, así mismo, papá, cantando y con los lagrimones…

Hay un capítulo que puede resumir todo lo que fue Nozin: El Visionario. Y es que él fue eso, un visionario. Dice Miky: “Nozin fue un emprendedor nato, que como todos los emprendedores, necesitaba que algún interés energizara los motores de sus quehacer”. “Como buen filántropo, ese interés siempre estuvo orientado, más hacia el bien común, que hacia el beneficio económico, y es por eso que sus dos grandes emprendimientos retratan claramente sus dos grandes intereses: la medicina y la educación”.

Ahí están, para constatar, el Hospital de la Diabetes y UNIBE (formé parte inicial de su Fundación). El primero refleja su preocupación por las personas y lo segundo, por su “capacidad de penetrar en un pensamiento más allá del presente”.

El capítulo titulado “El ser humano”, puede resumir lo que era Nozin: “¿Quién era él? Un privilegiado, porque soñaba y soñaba. ¿Con qué?, con el mar, con sus oleajes y sus múltiples colores, con el vuelo de los pájaros –recuerdo en la casa del batey al lado del hospital, una mata grande llena de chinchilines y, me decía, con esa vehemencia propia, agarrándome con la mano derecha y los dedos reteniéndome por la camisa y su rostro sobre el mío, así como la zorra y el cuervo, cuidado con tirarle piedras-, con un bello atardecer o amanecer –esos inigualables amaneceres de Barahona-, con la música, las flores, un libro, el baile, la poesía, las montañas, un manjar, una amistad, los ríos, los árboles, las frutas, una noche de luna, un cielo estrellado… Todo le apasionaba, sentía vivir intensamente, y me atrevo hoy a decir que él percibía a Dios en cada una de esas cosas.

Nozin escribió poesía, entre las que quiero destacar dos.

“Punta del Curro”
Desde lejos pareces un gigante dormido
entre aguas azules. ¡Más no duermes jamás!
Quizás piense en la reina, que en un tiempo ya ido
arribará a sus costas, con olas del mar.
Es la Punta del Curro, que por años guardara
de lotero, el tesoro grandioso y singular.
El eterno vigía de Barahona lejana
que sus hijos ausentes no han podido olvidar.

“Al Final del camino”
Voy llegando pausado al final del camino.
Las penas y los triunfos van quedando detrás.
A veces he tratado de cambiar mi destino
y la vida y la muerte he jugado al compás.
No importan los mediocres que han lanzado sus gritos
ni la negra miseria de la envidia,
al pasar he dejado sembrado el camino con hitos
que aquellos que yo he amado, no podrán olvidar.
Me ha llenado el amor por los humanos.
Con su fuerza brutal ninguno de los Amos
ha podido jamás mi espíritu inclinar.
Si empezara otra vida, sé que haría lo mismo
que en esta vida he hecho, y al llegar al Abismo
estaría tranquilo, sin reír…ni llorar

Quiero felicitar a Miky por esta descarga de amor y por recordarnos que Nozin vive en cada uno de los que, de múltiples formas, formamos parte de esta historia de tenacidad, amor al prójimo, pero sobre todo, amor por la vida.


*El autor es catedrático universitario.-
Mercedes Toral de Hazoury, Miky, escribe “Sentir de mis Recuerdos”, que es, más que una narración, un relato de sentimientos compartidos con el que fuera su esposo, Dr. Jorge Abraham Hazoury Bahlés, y que es mejor decir, Nozin Hazoury, o simplemente, Nozin.

La vida de Nozin y Miky, está ligada al sentimiento más preciado del ser humano, el AMOR. Yo diría que el destino unió a estos seres humanos, como queda patente desde el inicio del libro, en la construcción de sus destinos.

La emigración de los padres de Nozin, Don Abraham y Doña Bajilli, desde su Miniara, en el entonces Líbano turco, hasta una tierra tan lejana como Barahona, y los de Miky, Don Benjamín Toral desde Cabuérniga, en su Cántabro Santander, y después de una travesía por Puerto Rico, hasta Barahona, donde se uniría en matrimonio con Doña Josefa Cavallo, descendiente de los Cavallo ligados a la producción de café.

Don Bejamín, Don Abraham y Doña Bajilli, traían en sus alforjas los sueños que todo emigrante lleva consigo como ruta necesaria para progresar, en el caso del matrimonio, venía con ellos un aliciente adicional, un hijo de casi un año.

Papá Toral, como lo llamábamos los que nos criamos a su sombra, y Doña Josefa, cariñosamente Doña Pepa, crearon una gran familia: Rosario –Chayo-, Pablo –Pao-, Esther, Pelayo, Manuel –Manolín-, Bejamín –Min- y Mercedes –Miky-.

El Destino de estas dos familias quedaría unido por el matrimonio, aún y cuando por la cercanía de sus negocios, y la de sus hijos, estaban unidas por la amistad de Pao y Nozin, y así con el resto de la familia, pues todos vivían en la misma manzana y compartían las mismas vivencias, y desde arriba, imponiendo la disciplina del trabajo, muchas veces impuesta con el ejemplo, los padres.

El libro va desgranando las vivencias, y las inquietudes, de ambas familias, y los pasos personales de Nozin y Miky; su educación, sus aficiones, su actitud política frente a la dictadura, en una Barahona, que aunque tenía rasgos de modernidad, no dejaba de ser una aldea. Capítulo tras capítulo: El Destino. Los Inicios, y así por treinta exposiciones más, en las que cabe destacar la tenacidad de un hombre que vivió y sintió, y contagió, la necesidad de servir, más que de servirse.

Nozin fue una persona cultivada, de las de antes, de las que la lectura es para ampliar sus conocimientos y su cultura, y esa formación fue la que lo elevó por encima de muchos de sus compañeros médicos. Yo tenía la confusión en cuanto a una anécdota ocurrida con el Dr. Jiménez Díaz, que está reflejada en uno de los capítulos del libro. Y mi confusión era con la poesía que recitaba el Dr. Jiménez Díaz cuando pasada revista en una de las salas de la clínica. Él recitaba “Varón”, de Gabriel y Galán. Al Dr. como que se le olvidó parte de la poesía al llegar frente a Nozin, y éste, sin ningún tipo de corte, la continuó. Eso le ganó el aprecio del insigne médico español.

(¡Me jiedin los hombris
Que son medio jembras!
Cien vecis te ije
que no se lo dieras,
que al chiquitín lo jacían marica
las gentis aquellas.
Ahora ya lo vide, y a mí no me mandis
más vecis que güelva.
Te largas tú a velo,
que pue que no creas
que tu cuerpo ha parío aquel mozu,
ni que lo cebasti con tu lechi mesma,
ni que tiene metía en la entraña
sangri de mis venas…-la poesía sigue-)

En la zona de Cuatro Caminos, en Madrid, asistí con Nozin a la editora Espasa Calpe, donde quería –y adquirió- su famosa Enciclopedia –creo que ahora está en UNIBE-. Al salir de la editora, nos metimos en una cafetería a desayunar y ahí hablamos sobre múltiples temas, de historia, de la familia, del país y de poesía.

Años después, le pregunté sobre la anécdota con el Dr. Jiménez Díaz y sobre la poesía, pues yo creía que era la de Santos Chocano, “Los caballos de los conquistadores”:

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!
Sus pescuezos eran finos y sus ancas
relucientes y sus cascos musicales

Pero era la otra referida.

Hace años, Nozin quiso formar la “Casa de la Cultura” de Barahona, y recuerdo que durante una cena del Club Rotario, en el Hotel Guarocuya, propuso que la “Casa” se instale en lo que entonces era el Teatro Unión, donde está ahora ofendiendo la historia cultural de Barahona, una compañía de comunicaciones. Doña Ercilia donó condicionado, el Teatro del que Nozin decía era “el centro cultural más grande del Sur”, no por su tamaño, sino por los aportes y actividades que se desarrollaron en su escenario.  (Sobre El Unión escribí hace años un artículo que contiene parte de sus actividades).

Quiero decir, que cuando derribaron el “Teatro”, le pedí a papá que hablara con Pipito Lagares para que me regalara una tabla –un clavó- del frente, y que la dividiera en pedazos para ser a su vez regalados a unos amigos, entre ellos estaba Nozin, Jotin Cury, Cabito Gautreaux y otros más, amigos de mi época de adolescente. Yo aún tengo el mío, en un lugar destacado de mi biblioteca, como recuerdo imborrable del Unión.

Hay una referencia de un paseo a Las Barías. Recuerdo que yo iba en el carro de Nozin, junto con José Antonio, Eduardo Iparraguirre (primera persona que oí hablar Esperanto), y no recuerdo quien más. Lo cierto es que en la distancia se veía una enorme roca en la carretera, y José Antonio advirtió que tuviese cuidado. No sé qué pasó, pero lo cierto es que al pasarle por encima, chocó con los bajos del carro y creo que le rompió el cran o algo así. Don Eduardo se quedó vigilando el carro y José Antonio fue a Barahona a buscar ayuda. A Nozin y a mí nos recogió otro vehículo y nos llevó a Las Barías.

Otro de los recuerdos imborrables, sucedió en la noche vieja/año nuevo de 1965, en el piso del General Mola, donde fuimos a cenar y despedir el año, papá, mamá, Pilar y yo. Antes de la cena, Nozin dice que nos tiene una sorpresa para la cena, y cuando vamos a empezar a cenar, pide permiso, se retira un momento y aparece después con dos aguacates. Aquello fue el despelote de risa y alegría.

Después de cenar, estuvimos esperando la entrada del año y brindamos por las buenas venturas para el nuevo año. Realmente no sé quién empezó (lo más probable que Nozin), a cantar: “No hay tierra tan hermosa como la mía”. Puedo decirles hoy, tantos años después, que me emociono y se me engranuja la piel. Recuerdo a todos, cantando y llorando, inclusive a papá, así mismo, papá, cantando y con los lagrimones…

Hay un capítulo que puede resumir todo lo que fue Nozin: El Visionario. Y es que él fue eso, un visionario. Dice Miky: “Nozin fue un emprendedor nato, que como todos los emprendedores, necesitaba que algún interés energizara los motores de sus quehacer”. “Como buen filántropo, ese interés siempre estuvo orientado, más hacia el bien común, que hacia el beneficio económico, y es por eso que sus dos grandes emprendimientos retratan claramente sus dos grandes intereses: la medicina y la educación”.

Ahí están, para constatar, el Hospital de la Diabetes y UNIBE (formé parte inicial de su Fundación). El primero refleja su preocupación por las personas y lo segundo, por su “capacidad de penetrar en un pensamiento más allá del presente”.

El capítulo titulado “El ser humano”, puede resumir lo que era Nozin: “¿Quién era él? Un privilegiado, porque soñaba y soñaba. ¿Con qué?, con el mar, con sus oleajes y sus múltiples colores, con el vuelo de los pájaros –recuerdo en la casa del batey al lado del hospital, una mata grande llena de chinchilines y, me decía, con esa vehemencia propia, agarrándome con la mano derecha y los dedos reteniéndome por la camisa y su rostro sobre el mío, así como la zorra y el cuervo, cuidado con tirarle piedras-, con un bello atardecer o amanecer –esos inigualables amaneceres de Barahona-, con la música, las flores, un libro, el baile, la poesía, las montañas, un manjar, una amistad, los ríos, los árboles, las frutas, una noche de luna, un cielo estrellado… Todo le apasionaba, sentía vivir intensamente, y me atrevo hoy a decir que él percibía a Dios en cada una de esas cosas.

Nozin escribió poesía, entre las que quiero destacar dos.

“Punta del Curro”
Desde lejos pareces un gigante dormido
entre aguas azules. ¡Más no duermes jamás!
Quizás piense en la reina, que en un tiempo ya ido
arribará a sus costas, con olas del mar.
Es la Punta del Curro, que por años guardara
de lotero, el tesoro grandioso y singular.
El eterno vigía de Barahona lejana
que sus hijos ausentes no han podido olvidar.

“Al Final del camino”
Voy llegando pausado al final del camino.
Las penas y los triunfos van quedando detrás.
A veces he tratado de cambiar mi destino
y la vida y la muerte he jugado al compás.
No importan los mediocres que han lanzado sus gritos
ni la negra miseria de la envidia,
al pasar he dejado sembrado el camino con hitos
que aquellos que yo he amado, no podrán olvidar.
Me ha llenado el amor por los humanos.
Con su fuerza brutal ninguno de los Amos
ha podido jamás mi espíritu inclinar.
Si empezara otra vida, sé que haría lo mismo
que en esta vida he hecho, y al llegar al Abismo
estaría tranquilo, sin reír…ni llorar

Quiero felicitar a Miky por esta descarga de amor y por recordarnos que Nozin vive en cada uno de los que, de múltiples formas, formamos parte de esta historia de tenacidad, amor al prójimo, pero sobre todo, amor por la vida.



*El autor es catedrático universitario.-

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