29 de agosto de 2016

LECTURAS Y VIVENCIAS DE CARLOS DARÍO (Lunes 29 de agosto, 2016)



Historia de la cultura universal II

Por Carlos Darío Sousa S.*

Vamos a continuar el tema de la Cultura Universal, tema francamente apasionante pero sumamente complejo. Y es que cuando hablamos o escribimos sobre ello, amén de que investiguemos un poco, nos daremos cuenta de lo difícil que es resumir en pocas líneas acontecimientos que han ido parejos  a la misma evolución y vida  del hombre,  o de lo que hoy es el hombre, el ser humano, al que no podemos separar de su pasado, y menos aún de sus antepasados, no importa si fueron homínidos o de cualquiera de los eslabones de esa imprecisa pero existente cadena. 

Cada asentamiento humano implicaba una categorización de conceptos y si me lo permiten, de una infinidad de modos de vivir, como lo vemos en tal cantidad de definiciones, o lo que es lo mismo, de costumbres en un pasado común.

Si establecemos esas diferencias por razas o por regiones, creencias, técnicas, ritos, códigos sociales, expresiones artísticas, formas de alimentación, vestidos, estilos arquitectónicos, utensilios para diferentes fines, caza, “agricultura”, etc., tendremos la oportunidad de ver que esa “matriz” nos daría infinidad de combinaciones. Esa acuarela es, con mucho, el mejor ejemplo de toda la memoria histórica de la raza humana.  

Esa acuarela, esa complejidad de formas, ha permitido la entronización del hombre sobre los demás seres vivos que habitan en los confines más increíbles del mundo, al fin y al cabo, “los animales pueden crear sociedades disciplinadas y orgánicas, pero nunca producen ese objetivo único que es la cultura”. Esa es, pues, propia de nosotros, está ligada a los procesos mentales del hombre. 

Frans de Waal, en su interesante libro “El simio y el aprendiz de Sushi” (Paidós, 2002), nos dice lo siguiente: “Solemos pensar que únicamente los humanos disponemos de manifestaciones culturales libres y sofisticadas, que varían en cada comunidad”. “Pero ¿qué ocurriría si los simios (hay una diferencia entre simio y mono, ambos son primates. Los Orangutanes, los gorilas, los chimpancés y los gibones son simios. Son como los monos, pero no tienen colas. Los simios caminan más erguidos que los monos, aunque usan las cuatro patas. Los simios son más grandes que los monos y poseen un cerebro más desarrollado. Hay otras diferencias que van desde la gestación hasta donde pasan su vida), reaccionaran ante situaciones diferentes con comportamientos aprendidos mediante la observación de sus mayores (lo que se llama cultura), en lugar de utilizar el mero instinto heredado genéticamente (lo que se llama natura)? 

Los macacos japoneses aprenden de sus congéneres cómo lavar papas en el mar, y las hembras chimpancés enseñan a sus crías cómo utilizar correctamente piedras para partir nueces.  

Estos escenarios hacen que se tambaleen nuestras creencias ancestrales sobre lo que nos diferencia de los animales, a la vez que desafía nuestra tendencia a ver los animales como seres sometidos a leyes genéticas. Si los animales aprenden unos de otros de forma similar a como lo hacemos nosotros, entonces los tenemos mucho más cerca de lo que pensamos. Creo, además, que las investigaciones, en un futuro cercano, nos darán un mejor conocimiento de la vida de los animales o si quieren, de los demás seres vivos.

Cada etapa de la vida tiene su encanto cultural. Cada una de las civilizaciones que nos precedieron hicieron su aporte, contribuyeron ciertamente con la plasmación de sus vivencias o con lo que sociológicamente  se ha venido a llamar “comportamientos” y que hemos tomado del inglés, de lo que los norteamericanos estadounidense llaman “behaviors”.

Hablamos entonces de que el ser humano, su raza, su cultura, no tiene la exclusividad de la convivencia, pues en el tiempo, en la naturaleza y en la historia, se podía dar, no importa la distancia y el tiempo, las mismas inquietudes o expresiones que al final podían parecer comunes.

La edades de Cobre, del Bronce y del hierro, y anteriormente las de las piedras talladas y las pulimentadas, fueron etapas propias de la evolución del “hombre” y aún y cuando podemos establecer la continuidad, la solución de continuidad de ellas, no nos cabe la menor duda de que  respondían no sólo a criterios evolutivos, sino también, a la real posibilidad de la interconexión de “gen” y tribus, sin límites geográficos.

Pensar que el hombre –el ser humano- era un ser estático, asentado, en esos períodos, nos es difícil. Sabemos que eso ocurre en un momento determinado de su “historia” y que pese a ello tenían que darse las condiciones propias y características de esa evolución.

La cultura, pues, no es el producto simple de un momento, es la resultante de un proceso, de la acumulación de experiencias, en lo que toda una serie de factores se irán dando, se irán formando hasta llegar a ellas, aunque tengan rasgos comunes en su conjunto.

En este sentido, existen dos teorías clásicas que tratan de explicar el acontecimiento: La primera es la de ELMO ROPPER, que lleva por nombre “CÍRCULOS CONCÉNTRICOS”, y la segunda, la de ARNOL TOYNBEE,  que la llama “ENFRENTAMIENTO DE DOS ONDAS EXPANSIVAS”. Podíamos añadir una tercera y es la que exponen ALVIN Y HEDI TOFFLER, en “LAS GUERRAS FUTURAS”.

La primera sostiene que “las ideas se expanden en forma de círculos. Parte de un maestro pasa a sus discípulos directos y de ellos va pasando por distintos “relais” (relevos) y llegan a la base de la sociedad donde se emitió. “Con las civilizaciones sucede algo semejante. Se expanden en todas direcciones, también en forma de círculos concéntricos”.

La cultura griega es un buen ejemplo y su “relais”, encargado de difundirlo, y lo fue en un vasto y organizado territorio, fueron los romanos. Comenzaron por adoptarla y luego hacerla suya.

La civilización grecorromana es una “energía espiritual”. Surge en Grecia y desde ahí se expande en forma de círculos concéntricos en todas direcciones del humano confín. Al irse filtrando al través de un medio resistente, se va tornando cada vez más débil. En los territorios aledaños y en el caso de la literatura, ocurrió lo siguiente: Al ser la honda tan potente se impone donde llega. Cuando los autores locales escriben, no sólo lo hacen al estilo griego, sino también en la lengua griega.

Todavía en el siglo IV de nuestra era, los Capadocios (región de Anatolia, en Turquía) en su producción literaria escribían en griego. En ese momento, la onda de influencia griega estaba llegando a su país. Un siglo después, cuando esa honda penetra más lejos y hacia el Este, y arriba a Siria y Armenia, la distancia la ha debilitado. En consecuencia, se pierde la lengua griega, pero se escribe con la preceptiva griega.

*El autor es catedrático universitario.-

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