Por Bienvenido Heredia
Un aparatoso accidente en que una
patana embistió un camioncito repleto de cristianos en la carretera
Sánchez-Nagua, dejando un saldo de casi una veintena de muertos, levantó la
antena de vinil de diversos sectores de la sociedad dominicana, y de varias
instituciones responsables de velar por la seguridad de la ciudadanía.
“Descubrieron” también que muchos
patanistas andan traguiaos en esas máquinas (montones de hierro, que por la
forma que muchos de ellos manejan, se convierten en armas mortales, muy
mortales). Y según informaciones, en ocasiones andan borrachos, justificando esa
temeridad e inconsciencia en la duración y lejanía de los viajes.
Visto que los accidentes de tránsito
se han convertido en un problema de salud pública, la Organización Mundial de
la Salud (OMS) ha hecho un levantamientos al respecto, determinando que de 182
países que pertenecen a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), nuestro país, República Dominicana, es el
segundo con mayor cantidad de muertes por accidentes de tránsito: 42
fallecimientos por cada 100 mil habitantes. Sólo nos supera una isla llamada
Niue, donde se registra 68.3 muertes por cada 100 mil habitantes.
Ahora bien, ¿esos accidentes son
producto exclusivo de las gomas lisas y los conductores embriagados y
temerarios? Claro que no.
Entiendo que, a pesar de la
obsolescencia de la Ley 241 sobre Tránsito Terrestre, creada y promulgada en
1967, modificada varias ocasiones en algunos de sus artículos, su mandato,
normas y reglas, muy pocos cumplen, por no decir nadie. Y cuando pocos, no me
refiero solo a quienes andamos en motocicletas, carros, camionetas, yipetas,
minibuses, autobuses, camiones y patanas, no, también incluye a las autoridades
responsables de hacer cumplir esas normas.
¿Acaso no vemos a guardias, policías
(generales incluídos), fiscales, jueces, ciudadanos de todo tipo y nivel, y
hasta agentes de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), transitando
sin cascos, sin el cinturón de seguridad puesto, hablando por un celular,
cruzando la luz en rojo, sin placas, etc.?
Quien quiera comprobarlo, sólo debe
estacionarse próximo a una esquina de mucho tráfico donde haya un semáforo,
para que observe la balsa de violaciones que se cometen en 10 o 15 minutos, y
la categoría de quienes las cometen.
De manera, que no es sólo las gomas
lisas, es un problema también de inconsciencia e irresponsabilidad compartida,
en una aldea donde todos nos creemos con el derecho de violentar el derecho de
los demás y nadie, absolutamente nadie, está dispuesto a ordenar la casa con
programas de orientación y educación, pero sobre todo, poniendo a funcionar un
régimen estricto de consecuencias penales, cuando haya que hacerlo. De lo
contrario, el desorden del tránsito seguirá siendo dominado por las gomas lisas
de los camiones, autobuses y patanas..porque ellas, las gomas lisas, son apenas
la punta de un iceberg que tiene en su parte oculta, la parte más gruesa, el
cúmulo de inconsciencia, irrespeto e irresponsabilidad generalizada a nuestras
normas y a nuestras instituciones.
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