Por Sergio Sarita Valdez
La noche del día 15 de
agosto de 1963, el presidente constitucional de la República, Juan Bosch, desde
el poblado de Capotillo, pronunciaba un valioso discurso, en el que rememoraba
la gran epopeya libertadora iniciada en ese lugar un siglo atrás.
Tiene que caer, así como la responsabilidad mayor del fracaso del régimen político que produjo la Restauración, está también en el pueblo, porque una democracia no se sostiene si no hay un pueblo que la practique y la defienda; no puede surgir un tirano donde haya un pueblo dispuesto a defender la libertad… Dominicanos: Esta noche es hora de hablar de los sucesos políticos actuales. Esta es la hora de pensar unidos, en silencio y con la gratitud en el ejemplo de los hombres gracias a los cuales nosotros podemos reunirnos hoy aquí, y nosotros podemos llamarnos dominicanos.
Ellos se unieron resuelta y valientemente ante un enemigo poderoso; los dominicanos deben unirse y luchar resuelta y valientemente contra la miseria, contra la ignorancia, contra la maldad, contra la enfermedad.
Ellos conquistaron la libertad nacional para todos los dominicanos y nosotros tenemos que darle a esa libertad nacional la sustancia necesaria para que nuestro pueblo pueda sentarse en primera fila entre los pueblos libres de América y pueda sentarse con justificado orgullo. Esa sustancia es la justicia social”.
Al día siguiente en la ciudad de Santiago, Bosch leía otro discurso referente al evento emancipador, en el que decía: <<En cierto sentido esta democracia de hoy es obra de los restauradores.
Sin duda fueron muy importantes los jefes de esa guerra, los Santiago Rodríguez, los Gregorio Luperón, los Gaspar Polanco, los Pedro Pimentel. Pero la verdadera importancia de ese movimiento estuvo en que el pueblo lo inició, lo mantuvo y lo llevó no sólo hasta el final de la etapa armada sino mucho más allá, hasta el establecimiento de ferrocarriles, de comunicaciones cablegráficas, de la luz eléctrica, de centrales azucareros, de escuelas, de periódicos y bibliotecas, pues todo eso fue obra de la revolución que llevaba por dentro la guerra restauradora… Toda obra digna pasa a menudo bajo las sombras de la infamia; el que combate, sin embargo, no puede detenerse ante la infamia.
Hay un camino a seguir, en la guerra como en la política: el camino que desembocará un día en la unión de todos para asegurar el bienestar de todos bajo un sol de libertad>>.
Si hoy queremos cristalizar esos anhelos del maestro tendremos que combatir con efectividad la inseguridad ciudadana, la pobreza, el desempleo, el drama sanitario, el caos en el transporte y todo un etcétera, etcétera.
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