Por Alejandro Santana
Es posible
que el periodista sea el ente social más vapuleado por ciudadanos que no
alcanzan a entender que ese profesional es un ciudadano igual que ellos, pero
que juega un papel de mucho valor en la sociedad.
Un periodista
es el profesional que pasa por una escuela o una Universidad, o se forja en el
trajín del ejercicio, como ocurría años anteriores a esta etapa, donde hasta en
los patios hay Universidades.
A esos
pilares de la prensa, Emilio Germán Ornes, don Rafael Herrera, que fueron los
directores del Caribe y Listín Diario, también los enjuiciaban por su
vinculación amistosa con Trujillo y luego con Balaguer.
Pero, ¿cuántos
no salvaron la vida por esa vinculación que sólo busca la calidad de poder
interceder por ciudadanos perseguidos por los organismos de represión del
Estado?
En Barahona,
son muchos los que andan las calles, luego de que periodistas intercedieran por
ellos ante un fiscal o un jefe de la policía o de los organismos investigativos
del Estado.
¿Cuántos no
han sido beneficiarios con atenciones en centros de Salud y otras dependencias
del Estado por diligencias de periodistas? Más aún, ¿cuántos ciudadanos honestos, que por alguna causa se han visto perseguidos por la DNCD, han sido dejados
tranquilos por diligencias de periodistas?
Eso no sale a
la palestra pública, pero en honor a la verdad, son muchos los ciudadanos que
los periodistas hasta libran de la muerte, cuando se brindan como
intermediarios para entregar a un perseguido.
Imagínese
usted, que cuando un periodista se brinde como intermediario para salvar la
vida a un ciudadano, la autoridad lo intercepte en el camino, ¿qué pasaría?,
eso no importa a los torpederos.
Los periodistas, en la actualidad tenemos enemigos a gente que se ha dedicado al ejercicio de la
difusión de notas e imágenes, personas que muchas veces han regresado del
exterior, donde han estado al servicio de los peores intereses Nacionales, que
nunca han aportado una aspirina para salvar la vida de ciudadano alguno de su pueblo natal.
Pero esos se
vanaglorian, porque al tener una pensión fija no necesitan a funcionario alguno, otros que han sido pensionados han entendido que llegó la hora del
divorcio con los funcionarios. Tendrán sus razones.
Pero los
periodistas de Provincias viven su propia realidad. Para mencionar dos
casos: en el 1974, manejé tres primeras planas en el vespertino La Noticia,
sobre corrupción en el ingenio Barahona, un funcionario de ese ingenio trató de
meterme a la cárcel, y los familiares de uno de los imputados trataron de
lincharme.
En ese mismo
tiempo, varios periodistas de la ciudad tuvimos que salir corriendo para la
capital, porque enfrentamos a agentes del G2 que dieron una pela al periodista
Olmedo Pineda, nosotros les dimos a ellos también.
Pero tiempo atrás, el periodista
Melton Pineda, que siempre ha tratado de vender su vida cara, tuvo que salir
escondido de Barahona cuando agentes de la
policía le cayeron a tiros y él se defendió también a tiros (para la época era
dirigente estudiantil en el Federico Henríquez y Carvajal). Se fue
definitivamente a la capital, porque también fue atacado y refutó a disparos
también a quienes tenían el encargo de Paulino Reyes de León para fusilarlo.
Esa parte de
la historia muchos no la saben, ven con malos ojos que muchos de los que ayer
fueron perseguidos, agredidos, vivan de manera diferente.
Tenemos a un
periodista enfermo de cáncer, que durante esos años de ejercicio fue golpeado
salvajemente por policías al servicio de Paulino Reyes de León, me refiero a Bairon
Melo. Padecimos la muerte de un periodista de Enriquillo que lo mandó a matar
el sindico de ese lugar, porque andaba denunciando casos de corrupción, nadie
recuerda a Loren Sánchez Terrero.
Muy pocos
tratan con delicadeza a Timo Cuello, que participó en la Revolución de abril y se la
jugó en los doce años en un ejercicio de trinchera, por el cual fue apresado
varias veces, y que en el 1978, cuando Balaguer pierde las elecciones, el coronel
Chichi Medina, un cuadro del reformismo, intentó lincharlo en la Junta Municipal
Electoral.
No escribo
todo esto para que se nos trate como cadenita de oro, somos simples seres
humanos, profesionales que hacemos una labor, que no podemos ser enemigos de
los políticos, de los funcionarios y autoridades, nuestra profesión tiene mucho
de vinculación social a favor de todos.
Quiero decir, que porque seamos amigos del Senador, del Sindico, de los Diputados, Regidores,
policías y guardias, no somos responsables de las acciones que cometan o que
ciudadanos crean que las cometen. Cuando eso ocurre, los hemos enfrentado, pero
con altura, no como combatientes en una escena de guerra enfrentados con
fusiles, lo hemos hecho en el campo de la decencia y las normas civilizadas,
como mandan las leyes, pero cuando lo hemos hecho, hemos estado solos.
El ejercicio
del periodismo no es una trinchera donde nos enfrentamos con fusiles, es el
escenario donde estamos los que entendemos que las relaciones humanas son para
cultivarlas, que los derechos se reclaman en la medida en que se observan los
deberes.
Debo decir
que el ejercicio de esta profesión no es para amargados, para llaneros
solitarios, para golondrinas solitarias ni para resentidos sociales, es una
profesión desde la cual se hace amistad y relaciones con todos los sectores
y que por falta
de una adecuada ley del ejercicio, tenemos que depender de un empleo en el sector
oficial, o nos morimos de hambre.
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