A propósito de la celebración el pasado domingo del Día Nacional de la Juventud, establecido en la Ley núm. 20-93, por celebrarse ese día el natalicio del Apóstol Don Bosco, Padre y Maestro de la Juventud; resulta pertinente una refl exión sobre los jóvenes y sus perspectivas de cara a un mundo cada vez más competitivo.
En la actualidad, de los 200 millones de desempleados del mundo, alrededor de 73 millones son jóvenes, y muchos de los jóvenes que sí tienen trabajo, viven en la pobreza.
Esta realidad impacta negativamente en la sociedad, tanto en el desarrollo económico como en el bienestar social. Incluso, algunos afi rman que los confl ictos sociales que ha vivido el mundo en la última década, son el resultado de una generación de jóvenes quienes, a pesar de estar mejor educados que la generación que les precedió, no han podido obtener un empleo decente o encontrar sentido a su vida.
Esta situación puede agravarse en las próximas décadas, en la medida en que la evolución de las tecnologías y de la sociedad del conocimiento, exijan cada vez más la especialización de quienes aspiran a insertarse en el mercado laboral o en algún emprendimiento.
Un importante informe del Foro Económico Mundial, titulado “El futuro del trabajo”, plantea que la mayoría de los nuevos puestos de trabajo requerirán formación en las áreas de STEM, un acrónimo de science, technology, engineering and mathematics (Ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). A la vez, se requerirá de habilidades para la resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico y la creatividad.
No podemos ocultar que en la región de Latinoamérica no estamos haciendo lo sufi ciente, para formar a nuestros jóvenes en estos temas.
De igual forma, estamos rezagados en la preparación de planes de educación continua para los recursos con estudios terciarios. Los trabajadores del futuro vivirán bajo la amenaza de una corta vida útil de sus habilidades, lo que les exigirá una formación permanente.
En ese contexto, toma cada vez más relevancia combatir las causas estructurales que llevan a los jóvenes a entrar en el nefasto grupo de los ‘Ni-Ni’, es decir, que ni estudian ni trabajan, con el objetivo de convertirlos en ‘Sí-Sí’, esto es, que sí estudien y que sí trabajen.
Los jóvenes deben prepararse para aprovechar la ‘Cuarta Revolución Industrial’, de la cual escribimos la semana pasada, puesto que presenta oportunidades para mejorar sustancialmente la calidad de vida a nivel mundial. Las perspectivas de esta nueva revolución, demandan un cambio de paradigma en cuanto al pensamiento económico y al desarrollo social.
Las extraordinarias innovaciones que surgen cada día, no solo crean oportunidades de crecimiento económico, sino que también “plantean un gran reto social”, porque tenemos que someter la tecnología al servicio de la humanidad. En ese contexto de sociedad, solo los más capacitados y dispuestos a aprovechar las bondades de la sociedad del conocimiento, podrán sobrevivir.
Los ‘Sí-Sí’ vivirán un momento luminoso de la humanidad. Tendrán en sus manos la oportunidad de construir un mundo de mayor igualdad, donde exista un mayor balance entre las distintas capas de la sociedad.
Es un gran aliento que el presidente de la República, Danilo Medina, y candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana, haya puesto como tema de campaña la necesidad de trabajar por y para los jóvenes, y prepararlos para competir en este mercado global. Aspiramos a que este sea un debate constructivo y constante en las agendas nacionales.
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