31 de enero de 2016

EXPRESIONES

Vía peligrosa
Por Tomás Aquino Méndez
Vía peligrosa
La carretera Azua-Barahona ha sido sometida a una importante reparación. El reclamo de ampliación, que hace años veníamos haciendo los hombres y mujeres de la región, se está cumpliendo. Los peligrosos CUATRO VIENTOS, donde muchas vidas se perdieron, han pasado a ser un tramo de fácil recorrido. Sin embargo, el peligro sigue acechando en esa vía. La falta de señalización, con pintura y los llamados ojos de gato, brillan por su ausencia. Como no están definidos los carriles, los conductores se exponen a trágicos accidentes. Ni hablar de iluminación.
En esas condiciones resulta altamente riesgoso recorrer la carretera Azua-Barahona, cuando la noche tiende su manto y la oscuridad se impone en ese trayecto. No decimos que señalizar la carretera es un freno definitivo a los accidentes. En esto hay un componente humano importante. La disciplina.  El respeto a las leyes y no mezclar el alcohol con el combustible, son también claves para evitar tragedias en las vías.  
Sin embargo, una carretera bien señalizada, iluminada y con sus límites bien identificados, contribuye con la reducción de los trágicos accidentes. Esa es la razón que nos impulsa a reclamar de las autoridades del Ministerio de Obras Públicas disponer cuanto antes la iluminación de la carretera Azua-Barahona. La demanda es más amplia porque todo el circuito vial de la región amerita de un tratamiento especial en esa misma dirección, ahora que más turistas, nativos y extranjeros, han puesto sus ojos en la región.
Pero las exigencias las hacemos una a la vez. Que nos señalicen ese tramo de la principal carretera que conecta la zona con Santo Domingo es de alta prioridad. Confiamos que este reclamo al Ministerio de Obras Públicas, no caerá en sacos rotos, como la demanda de los pobladores de Tamayo para que sus calles sean reparadas.
Esa es una promesa hecha en incontables oportunidades, y aún el pueblo espera. Sin embargo, acumular reclamos no es bueno. Tanta agua le cae a la copa hasta que se rebosa, y nadie recoge en su totalidad el agua derramada. Esperamos que nuestra voz sea escuchada.

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