Por Alejandro Santana
Las imágenes no pueden ser más deprimentes. La realidad en que
viven cientos de seres humanos en batey Algodón de Fundación, es la realidad
desnuda de lo poco que invertimos a favor de la dignidad de muchos.
Edgar Heredia, joven periodista barahonero, corresponsal del
vespertino El Nacional de Ahora y otros medios, lo destaca en un reportaje que
hace de esa realidad.
Los rostros tristes de los niños y ancianos, muestran la
desesperanza, el desamparo del gobierno y hasta de la misma empresa
arrendataria de ese ingenio, que otrora fue la espina dorsal de la economía de
la región.
Casas destartaladas no aptas para vivir seres humanos; calles sin
asfaltar, charcos de agua, desolación e impotencia de los que viven en el
lugar, es la triste realidad.
Y es una realidad que a estado a la vista de todos siempre: su ubicación está justo frente a la carretera Sánchez, trayecto por donde han
pasado presidentes, funcionarios oficiales y algunos de los arrendatarios del
ingenio Barahona, igual que funcionarios del mismo.
Se puede decir, que frente a ese mal llamado batey, porque lo
correcto sería llamarle pocilga, han pasado los indolentes del Estado y los
indolentes del Consorcio Azucarero Central, pero a ambos sólo les interesa
generar riquezas, unos para hacer proselitismo y los otros para engrosar sus
millones, mientras hay niños que sobreviven en la desesperanza.
Es cierto que los arrendatarios pagan al Estado lo pautado por el
alquiler, pero hay una ley que obliga a que se invierta un porcentaje, aunque
reducido, en la mejoría de la calidad de vida de los que viven en el batey
Algodón, pero nada reciben.
Desesperanza, infortunio, porque ni el Estado ni la empresa tienen
un sistema adecuado de asistencia social para esas gentes de Algodón que
son generadores de riquezas.
Edgar ha puesto al descubierto una triste realidad y comienza a
exponerla en imágenes desde la entrada a ese batey, que está justo frente a una
carretera muy transitada, sin dejar de destacar la realidad interna que se vive
allí.
Pero esa es solo una de las caras de la realidad en que por
cientos de años han estado viviendo los residentes de bateyes, donde a través
del cultivo de la caña se ha generado tanta riqueza, desde el gobierno de
Trujillo pasando por Balaguer, siguiendo hasta nuestros días, donde no sólo el
Estado se beneficia, sino también una empresa arrendataria de capital
extranjero.
Frente a esto surgen cuestionamientos, ¿Dónde han ido a parar
tantos convenios Internacionales para combatir la pobreza? ¿En qué medida el
Estado ha actuado con honestidad cuando ha dicho que cientos de miles de
personas han salido de la pobreza?
Son los cuestionamientos que como ciudadanos, como país, deben
hacernos reflexionar, y son las mismas circunstancias que debía hacer
reflexionar a todos nuestros políticos, cuando a partir de febrero comiencen su
peregrinaje a batey Algodón a prometerles ¡sacarlos de la pobreza!

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