5 de octubre de 2015

LECTURAS Y VIVENCIAS DE CARLOS DARÍO (Lunes 5 de octubre, 2015)

El Golpe de Estado Permanente (2 de 2)

Por Carlos Darío Sousa S.*

Este apasionado del poder personal no puede sufrir que a este poder se le llame dictadura.

“Pero una dictadura no puede, sin contradecirse, y por tanto sin destruirse, faltar a su lógica interna, consistente en someter a su ley a los hombres y a las cosas, en concentrar las actividades, las necesidades, las pasiones en el objetivo que ella determine, así como magnificar la persona del jefe, omnipotente, padre y maestro, guía y juez, principio y símbolo, movilizando en su exclusivo servicio los viejos mitos que embaucan a los pueblos con ilusión de equívocos renacimientos”.

“Llamo dictadura al régimen porque, a fin de cuentas, es a eso a lo que más se parece, y también porque a lo que indudablemente tiende es a un continuo fortalecimiento del poder personal”.

“Quizá se cree lo suficientemente fuerte como para escapar al proceso que él mismo ha puesto en marcha. Quizá piense que no habrá dictadura al no haber dictador, ya que él se niega a desempeñar ese papel.

“Esta concepción, propia del romanticismo, de una sociedad política a merced del capricho de un solo hombre”;  “sus cantos a la planificación, tienen el regusto de los cumplidos de compromiso. Su diplomacia se complace recomponiendo Europa según los moldes de Westfalia. Sus audacias sociales no van más allá del ensayo de Luis Napoleón Bonaparte: “Ensayo sobre la extinción del pauperismo”. Mucho decorado de cartón piedra.

“La docilidad que muestran ante el jefe del Estado se debe, sin duda, más a la convicción que tiene de su propia incapacidad que a un profundo sentimiento de agradecimiento. En cualquier caso le corresponde una gran parte de culpa en el desprestigio actual del Parlamento”.

“La V República tiene sus grandes jueces: uno, el Consejo Constitucional, que protege al Estado contra sí mismo; otro, el Consejo de Estado, que protege a los ciudadanos contra el Estado. ¿Cómo hablar, pues, de omnipotencia? En mi refutación de este argumento no me detendrá demasiado en el análisis del primero de estos grandes jueces, es decir, del Tribunal Constitucional, que ha realizado la proeza de lograr añadir aún más descrédito a las actuales instituciones. Tribunal Supremo de pacotilla, corona irrisoria de una irrisoria democracia. Creado para dar respuesta a la necesidad de hacer respetar al legislador los límites de una esfera de atribuciones y de poner fin a la confusión de competencias entre los poderes legislativo y reglamentario, no ha conseguido nunca servir sino para chico de recados del mandatario.

El título III: Hacia un sistema dictatorial

Tiene catorce apartados, del que podemos destacar lo siguiente: “Y es que cuando no se tiene más legitimidad que el simple hecho de disponer del poder, no hay lugar a dudas: la justicia debe evaporarse, y, dejar de proceder del pueblo para no emanar sino de aquel que gobierna. Del mismo modo que cuenta éste con sus policías y soldados, debe disponer también de jueces propios”.

“Un régimen autoritario y personal se ve obligado a tejer en torno a su jefe una tupida red protectora. Su existencia se ve regida, de modo total, las reglas del género a que pertenece. Aun suponiendo que quisiera dárselas de liberal, no podría otorgar sino libertades medidas y vigiladas, pues de obrar de otro modo correría a su perdición. Tal es la fuerza de libertad que, para contenerla cuando empieza a sentirse a disgusto, no cabe sino privarla de aire. El dictador que descuidase esta precaución echaría por tierra todas sus posibilidades de duración. Esta es la razón por la que, invariablemente, los reyes de discutible entronización, los emperadores fortuitos, los hombres providenciales suelen emprender un proceso que termina rápidamente derivando en la supresión de la libertad de expresión, en la indicación a la justicia de cuáles han de ser sus sentencias y en el reclutamiento de una guardia pretoriana particular”.
“Una vez hecho esto, si disponen de una margen de seguridad suficiente, que les permita por algún tiempo reinar sin tener que recurrir a la represión, se envanecen de comportarse como un monarca ilustrado que vela por la felicidad pública, e invitan a sus pueblos, así como a las naciones extranjeras, a maravillarse de ello”.

Conclusión

“Entre golpe y golpe de Estado, pretende construir un Estado, sin comprender que lo único que ha conseguido ha sido consagrar la aventura”. “Cuando un hombre se ha apoderado de Francia…la minoría que aún resiste necesita conocer el alcance del envite”. “El golpe de Estado va pegado a la piel de sus autores. Los argumentos utilizados para justificar la subida al poder legitima por adelantado la competición por su sucesión”.

“Porque un dictador sólo encuentra un competidor de su talla cuando el pueblo recoge el desafío. Imaginar que un dictador sólo tiene sanguinarios apetitos y no ama sino el terror, sería tonto. Pero lo que sí sabe es que, si abandona o descuida los medios de poder, se hunde. Necesita su policía, su justicia, su oficina de propaganda, sus armas de seducción y de represión. Sabe que sin ellas el día menos pensado el pueblo saldrá de su sopor, se alzará…”. “Aun cuando él piense que no ha oprimido a los ciudadanos, que no ha violado las leyes, que no ha ofendido las costumbres, que ha favorecido el progreso, que ha ayudado a las artes, el grito que hasta él legará, será el grito de venganza. Se extrañará que así sea. Quizá incluso piense que es víctima de una injusticia. Quizá llegue incluso a preferir la muerte a lo que se parece como una ingratitud”.

“Pero lo que no comprenderá es lo que no puede comprender: que el ejercicio del poder por una sola persona, aun cuando viniere consagrado temporalmente por el consentimiento general, insulta al común de los ciudadanos; que el abuso no reside en el uso que de su poder ha hecho, sino en la naturaleza misma de ese poder”.

“Al régimen envejecido que se esfuerza por perpetuar una sociedad agonizante pueden oponer la fecunda promesa de un mundo nuevo, donde la ley, sabia y valiente, hará del pueblo su propio dueño. Tiene de su parte la libertad y la justicia. Y si se atreven a ello, tendrán también la esperanza.


El libro de Mitterrand es una lección que debemos tener presente, y es que los seres humanos siempre estamos dispuestos a pretender tener más Poder que el que una auténtica democracia nos da, muchas veces con la errada idea de que somos elegidos para permanecer gobernando hasta el final de nuestros días.

*El autor es catedrático universitario.-

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