Si
bien este fenómeno no será visible en la mayor parte de las Américas, otras
regiones como Europa, el oeste
de Asia, el norte de África y un rincón del
noreste de Canadá, podrán ver al menos algunas de sus fases.
Pero
dejando el espectáculo a un lado, ¿qué podemos aprender de este fenómeno que
ocurre en algún lugar del mundo -en promedio- una vez cada año y medio, y que
se produce cuando la Luna se posiciona exactamente entre la Tierra y el Sol?
¿Alguna
lección?
Al
parecer, no una, sino muchas lecciones.
Como no es muy
amante del frío, Huw Morgan, doctor en física de la Universidad de Aberystwyth,
en Gales, no viajará para presenciar el evento.
Pero
enviará a dos de sus estudiantes ataviados con telescopios y otros equipos a
Longyearbyen, la principal ciudad de Svalbard, para estudiar la corona solar.
La
investigación es parte de un proyecto de la Universidad de Hawai, liderado por
la científica Shadia Habbal, que busca desentrañar "uno de los grandes
misterios de la astronomía: por qué la corona solar es más caliente que el
resto del Sol", le cuenta Morgan a BBC Mundo.
La corona solar es
la capa más externa del Sol, compuesta de plasma. "Pero mientras que la
temperatura de la superficie visible del Sol es de cerca de 6000 grados Kelvin,
la de la corona (que está más lejos del Sol) es de alrededor de un
millón", explica Morgan
"El
eclipse total es la única manera que tenemos para ver la corona con nuestros
propios ojos y es la mejor manera de verla con telescopios. Además es mucho más
barato hacerlo así que enviar telescopios al espacio".
Con
un arsenal de 14 telescopios de distinta longitud de onda, el equipo de Morgan
-que desde hace 20 años investiga este fenómeno- espera capturar imágenes
detalladas que permitan entender cómo está estructurada, y estimar su temperatura
con mayor precisión.
El eclipse total
dura tres minutos (el momento en que el satélite cubre completamente a la
estrella). Los preparativos para su estudio, alrededor de dos años. Analizar
los datos, varios meses, explica el investigador.
Y
todo este esfuerzo puede resultar, de alguna manera, en vano: las observaciones
dependen en gran medida de las condiciones meteorológicas.
"El Sol en Svalbard estará muy cerca del horizonte. Esto nos preocupa.
Hay muchas posibilidades de que algunas nubes entorpezcan la
investigación", dice Morgan
"La situación perfecta es un cielo despejado. ¿Nubes ligeras? Podemos
lidiar con ellas. Pero algo más que eso puede arruinar nuestras
observaciones", acota.
Pero ni siquiera un cielo amenazador podrá desbaratar por completo el
esfuerzo de los investigadores. El equipo de Morgan cuenta con un plan B.
"Tenemos también gente en aeroplanos con equipos que, en caso de ser
necesario, pueden volar para observar el eclipse".
Los vientos, ¿mito o realidad?
"Cuando la Luna
bloquea temporalmente al Sol, el día se oscurece y la temperatura se reduce
levemente. Esto es un hecho establecido", le explica a BBC Mundo Suzanne
Gray, profesora de Meteorología de la Universidad de Reading, en Reino Unido.
"También
se registra una disminución en la velocidad de los vientos, otro hecho que no
se discute".
Sin
embargo, muchos aseguran que el viento cambia de dirección.
Este
fenómeno de los vientos o ciclones provocados por los eclipses fue planteado
por primera vez en 1901 por el estadounidense Herny Helm Clayton, uno de los
primeros científicos en estudiar el impacto de los eclipses en el clima.
Desde
entonces, esta teoría ha sido objeto de polémica.
Gray y sus colegas
analizaron los datos del último eclipse total visible en Reino Unido, que tuvo
lugar en 1999.
La
investigadora dice que la información apunta a corroborar la teoría de Clayton.
Sin embargo, no es suficiente.
Por
esta razón participa ahora en un proyecto de ciencia ciudadana que invita al
público a ingresar sus observaciones.
"Esperamos
recibir mucha más información este viernes", dice.
"Es
un experimento sencillo que nos permitirá ver qué pasa si se apaga el
Sol".
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