Por Carlos J. Vidal Lassis (https://cjvidallassis.wordpress.com)
Si la acciones realizadas por las
personas, los grupos organizados o no, las instituciones sociales de toda
índole o clase y hasta una nación o un grupo de ellas, son observadas por los
demás y se comprueban sus efectos en su contorno, entonces podemos afirmar que
son realidades, son verdades verificables. Cuando se habla de ellas, se describen por escrito o por medios
audiovisuales, se esta hablando,
escribiendo o exponiendo la verdad. No hay
duda , ni puede ser cuestionable, es la pura verdad.
Una gran verdad es que históricamente la
política dominicana, salvo con muy escasas y breves excepciones, se ha desarrollado en el despropósito o
sentido contrario de la esencia misma de lo que debería ser y en consecuencia
no logra la caracterización ideada por los fundadores de nuestra nacionalidad
para nuestros ciudadanos y por lo tanto tampoco la organización del Estado
Dominicano como ente gestionador y preservador de dicha nacionalidad.
La causa es la misma naturaleza del
desarrollo psicosocial dominicano, todos conocemos las características que le
describen como imagen típica; sus conductas, sus costumbres, sus prioridades y
sus intereses propios. Estas idiosincrasias conforman un amalgama en donde
los ciudadanos predominantes,
especialmente en la política, quizás la mayoría, están inculcados de los procesos de desvalorización imperantes
en nuestra nación. Aparentemente las excepciones son muy pocas.
Todo esto da lugar a que los políticos
pueden ser agrupados en dos categorías. La primera, la mas abundante, son
aquellos que hacen política porque quieren ser “algo” y lograr “cosas” para
ellos y la segunda incluye a aquellos que hacen política para “hacer algo”;
lamentablemente estos son los menos numerosos.
Bueno pero ¿para qué nos sirve saber
esto?
Si lees este articulo, seguro lees los
que escriben procurando corregir las cosas que hay que corregir o los que
educan sobre cualquier tópico que mejore la calidad humana o el desarrollo
humano y seguro puedes comprobar que hay coincidencia entre todos de que aquí
hay un problema y muy grande. Nuestra ciudadanía se esta desnaturalizando
totalmente, hay miedo imperante para el desenvolvimiento normal de la vida, y
estamos intimidados por la delincuencia, el descontrol de inmigración
haitiana y la desconfianza a quienes
están supuestos a defendernos.
Peor aun, el tremendo agravante son esas
mismas idiosincrasias que nos adornan y como se beatifican dichas “prendas” a
través de casi todo el quehacer social, político, comercial y sus medios de
propaganda. Y todo esto hay que saberlo, hay que entenderlo, y saber tomar una
decisión inteligente que cambie el sentido de nuestra esencia patriótica
dominicana.
Hay que actuar o nos quedaremos
inmovilizados y sin patria.
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